Gianni se levantó de la cama asiendo su ropa en el proceso, con una última mirada a su mejor amigo salió de su habitación, la sopa olvidada en un rincón. Se dirigió al baño para limpiarse las manos llenas de la culminación del placer de Jean, usando el jabón borró toda huella. La tormenta llegó cuando miró su reflejo en el espejo, su corazón se aceleró en un momento de pánico, los cimientos que habían salvaguardado su mundo entero ahora se veían comprometidos por su debilidad en un momento que había compartido con alguien que no debía, Jean era su mejor amigo y nada más, ellos nunca podrían llegar a ser algo más porque de hacerlo sería aberrante, enfermo, el placer no podría ser suficiente, había algo más y ese más nunca podría suceder entre ellos.
Se encerró en su cuarto vestido completamente para caer en un sueño intranquilo lleno de pesadillas, lo único que esperaba era que Jean no cambiara con él porque si lo que había sucedido arruinaba su relación él quedaría devastado, Jean era quien siempre lo salvaba de sus demonios con su amistad, jamás podría perderlo. Por esa razón a la mañana siguiente se levantó más temprano de lo normal para irse a clases, no quería encontrarse a Jean por casualidad y que las cosas se volvieran incómodas, tal vez siguiendo el ejemplo del pasado si lograba evitarlo por algunos días seguidos el tema pasaría y ambos lo ignorarían como aquella noche cuando eran apenas dos inocentes niños.
Sus clases se hicieron eternas siempre buscando entre los pasillos para no ver a Jean entre el conglomerado. El final del día fue el momento más temido por lo que se dirigió a la salida del aula dudando sobre los siguientes pasos que daría, ir a casa sería un grave error en ese momento pero o había mucho más que pudiera hacer, el único amigo que siempre estaba con él era Jean y aunque había conocido a varios de sus compañeros de clases todavía no llegaban al momento en que la confianza era suficiente para salir con ellos a algún lugar.
-¡Selvaggio!- Gritó alguien de pronto -aquí.
Gianni se volteó para ver a tres de sus compañeros de la clase de la que acababa de ver caminar hacia él, iban con sonrisas, hasta que llegaron tan cerca cómo era posible.
-¿Quieres ir a la fiesta del último adiós?- Preguntó otro, Juan creía que se llamaba.
-¿Fiesta del último adiós?- Inquirió él confundido -¿qué es una fiesta del último adiós?
-Solo es la fiesta de despedida de los estudiantes que están por graduarse- contestó otro, este se llamaba Román, estaba seguro -como ya están por irse es tradición hacer una última fiesta para ellos.
-Por un momento pensé que me invitaban a un ritual o algo parecido- explicó él riendo. Ellos rieron con él.
-No amigo, es solo otra fiesta- dijo el primero riendo aún -pero puedes intentar llegar a una de las mujeres que ya se van, siempre se alocan en esas fiestas.
-Puede ser entretenido, claro- aceptó él complacido de no tener que llegar a casa.
Marcharon luego hasta uno de los edificios cercanos a la universidad, él llevaba su bolso de las clases pero todos iban iguales y parecía no molestarle a ninguno. Subieron al tercer piso donde al salir del ascensor la música resonaba por los pasillos, había gente aglomerada en todos lados donde se posara la vista. Ellos caminaron hasta la entrada del departamento de donde procedía la música, solo se veían rostros sonrientes llenos de licor que bailaban entre luces de colores, no había demasiado espacio para respirar pero ellos se hicieron espacio como pudieron hasta llegar a la mesa donde se servían las bebidas, cada uno tomó lo que más le gustaba, en el caso de Gianni se trataba de ron por lo que eso fue lo que se sirvió.
Se dirigieron a las zonas cercanas a la pista de baile y pronto el chico que le había gritado para que fueran a la fiesta desapareció en la búsqueda de mujeres que quisieran quedarse con él y sus dudosos encantos. Luis se fue con un grupo de amigos que buscaban a alguien para participar en un juego del que él jamás había escuchado y tan rápido como habían llegado solo quedaron Román y él en aquella pared, no había nadie que él conociera allí por lo que fue algo extraño al inicio.
-¿Entonces qué te gusta hacer?- Preguntó Román viéndolo.
-Tengo gustos variados- respondió él riendo -pero me encanta el futbol, fiel fanático, la música y la historia.
-¿Te gusta el futbol?- Preguntó Román -¿y cómo es que no lo practicas?
-¿Cómo sabes qué no?
-Porque nosotros pertenecemos al club de futbol de la universidad- explicó Román -creo que ya nos habríamos conocido.
-Probablemente- comentó él riendo.
-Deberías venir a jugar con nosotros algún día, ya sabes- invitó Román -tal vez llevar a tu amigo Jean contigo, si es que le gusta también.
-No, Jean realmente no es fanático del futbol- respondió él antes de captar completamente las palabras del hombre -¿conoces a Jean? -Él se sentía confundido.
-No realmente, solo lo he visto por ahí- dijo vagamente Román sin verlo a los ojos -¿qué tal si vemos cómo le va Luis con el alcohol? Mi amigo es bueno en muchas cosas pero una de ellas definitivamente no es la resistencia al alcohol.
Román comenzó a caminar mientras a él no le quedaba otra que seguirlo entre la gente. Se encontraba profundamente confundido por el sentimiento de alarma y desagrado cuando Román había soltado aquellas palabras como si no tuviera la intención de sonar interesado, no podía comprender las razones de la desazón en su pecho pero no podía deshacerse de ello. Con la garganta seca, se empinó en vaso que llevaba en la mano y se la tragó por completo. Vieron a Luis unos segundos después, estaba con un grupo grande riendo, se notaba que el licor había llegado a su mente por sus movimientos lentos pero no se veía cerca de la inconsciencia por lo que ninguno hizo nada para acercase.
-¿Por qué me invitaron?- Preguntó Gianni de pronto con el corazón acelerado -¿por qué a mí?
-La verdad es que todos sabemos lo que es ser el chico nuevo y no es agradable, Luis te vio allí a la salida del aula sin saber qué hacer y decidimos invitarte- contestó Román haciendo que él volviera a respirar al menos por tres segundos antes de continuar -pero para ser sincero me alegró que fueras tú porque de ese modo puedo preguntarte sobre tu amigo Jean, tengo un interés algo personal en él.
-Creo que entraré a jugar- anunció él ignorando las palabras de Román. Se alejó tan rápido como pudo para encontrarse sentado entre dos mujeres y tomando alcohol en cada turno.
Gianni no pudo entender con claridad lo que estaba sucediendo, la sorpresa llenaba su mente dejándola fría, el desagradable sentimiento en su pecho había regresado con fuerza para cerrar su garganta y secar su boca. En cada oportunidad que podía daba tragos largos a cada bebida que soltaban en sus manos sin pensar demasiado en lo que estaba bebiendo, las mujeres a sus lados le lanzaban miradas coquetas que él no podía responder porque en lo único que podía pensar era en que había un hombre preguntándole por Jean, admitiendo que buscaba a su mejor amigo para algo personal y el sentimiento que eso producía en su cuerpo no podía identificarlo como otra cosa más que celos, grandes, verdes y egoístas celos. Por un momento se había excusa diciendo que era porque Jean era su amigo pero nada de lo que sentía tenía que ver con la amistad, sus tragos se hacían cada vez más frecuentes mientras su mente se nublaba más y más hasta que nada estuvo claro salvo un pensamiento que se repetía una y otra vez: Mío, fuerte y conciso.
Las cosas, luego de eso, se volvieron demasiado confusas para nada más que dejarse llevar, no supo cuánto tiempo hasta que unos brazos lo levantaron para llevarlo a algún lugar. De nuevo, sin una pista de lo que sucedía la puerta de su departamento se hallaba frente a sus ojos, daba vueltas y estaba borrosa pero era su puerta. Manos tocaron haciendo ruido hasta que esta fue abierta y Jean estaba allí.
-¿Gianni?- Preguntaba su amigo -¿qué mierda?
-¿Dónde lo ponemos?- Preguntó la voz de Román a su lado y él gruñó en respuesta.
-En su habitación, yo no puedo moverlo- explicó Jean dejándolos entrar.
-Soy Román, malas circunstancias pero me alegra conocerte.
-Jean.
Él escuchaba la conversación sin poder moverse pero refunfuñando en su interior, no deseaba que Román se acercara a su amigo pero no había nada que pudiera hacer más que tambalearse. Lo acostaron en la cama momentos después y casi se había dormido en ese momento de no ser porque aún escuchaba la voz de Román hablando con Jean en el umbral de la puerta, solo eso era suficiente para que él volteara a verlos.
-Jean- llamó él haciendo un esfuerzo.
-¿Qué pasa Gianni, vas a vomitar?- Preguntó su amigo acercándose corriendo.
Él no contestó, no podía. Con la fuerza que le quedaba sujetó la camisa de Jean sin lograr agarrarlo al inicio, para luego tirar con fuerza acercándolo a su cuerpo. El pensamiento seguía repitiéndose una y otra vez en su mente, no había nada más allí salvo la sensación de que aquello era lo único que estaba realmente bien por lo que con el calor de Jean sobre él cerró los ojos satisfecho, al menos hasta que escuchó a su mejor amigo quejarse.
-¿Qué mierda Gianni?- Preguntó jalando su camisa -suéltame, hueles a ron y a dignidad perdida.
-No- rugió él acercándolo de nuevo y con eso las fuerzas abandonaron su cuerpo.
Su cabeza reventaba de dolor, la luz lo molestaba y el sonido insistente de una alarma retumbaba en su habitación volviéndolo loco. Se levantó buscado su teléfono, apagó el aparto endemoniado y siguió durmiendo. Para el momento en que se levantó su cuerpo se sentía mucho mejor pero todavía podía sentir el alcohol en su sangre, encendió celular para ver la hora sin sorprenderse cuando el reloj marcaba la hora del mediodía. Sabía que Jean se molestaría con él por haber llegado tal como la noche pasada y era bueno que no estuviera en el departamento a esas horas.
Se levantó de su cama directo al baño, se tomó la primera aspirina que encontró para luego ducharse, al salir se sentía como nuevo. Desayunó algo ligero y el resto del día se dedicó en adelantar los trabajos, proyectos y responsabilidades de sus clases que permanecían sin realizar. Tal vez demasiado pronto llegó la noche junto a las llaves de Jean abriendo la puerta del departamento, esperaba que su amigo llegara pero no se sentía preparado para la confrontación por lo que se quedó en su habitación escuchando los pasos de Jean. Tres toques en su puerta lo dejaron helado.
-¿Gianni?- Preguntó Jean entrando -veo que estás vivo de nuevo.
-Lo estoy- respondió él riendo -me costó regresar de entre los muertos, como nunca antes.
-Considerando las condiciones en las que llegaste no sería sorpresivo- anunció Jean sentándose a su lado en la cama.
-¿Estaba tan mal?
-Gruñiste todo el camino hasta tu cuarto, te pegaste a mi camisa como si quisieras quitármela y luego comenzaste a susurrar Mío como un demente- explicó su amigo riendo -eso es peor de lo que te he visto jamás.
-No fue peor que aquella vez en la casa de Sheryl, lo dudo.
-¡No podías caminar tu solo!- Exclamó Jean -fue peor, mucho peor.
-Lamento haberte despertado- se disculpó él riendo.
-Yo no- anunció Jean de pronto serio -porque así al menos estamos hablando.
-Siempre lo hacemos- dijo él incómodo y nervioso. Sentía donde se dirigía la conversación y no se sentía preparado.
-No siempre Gianni- dijo su mejor amigo rodando los ojos -te conozco hace demasiado tiempo como para no reconocer los momentos en los que deliberadamente quieres evitarme y resulta que esos momentos siempre son después de que sucede algo de lo que no quieres hablar.
-Y no quiero hablarlo- admitió él sin mirarlo a los ojos.
-No tenemos que hacerlo, pero no me evites- pidió Jean -porque me gusta estar contigo, eres mi mejor amigo. Además, tenía la ligera idea de que te gustaba tocarme.
Él gruñó en respuesta, no quería responder a aquel comentario provocador porque entonces tendrían que hablar de lo que él se negaba a admitir. Todo de aquella afirmación estaba mal.
-Solo dime una cosa- susurró Jean cerca de su cuerpo y haciendo estragos -¿te gustó lo que hicimos esa noche?
-Sí, me gustó- musitó él rindiéndose, no podía negar las palabras porque aunque sabía que aquello estaba mal, el placer encendía su cuerpo como nunca antes.
-Entonces deshazte de la ropa y acuéstate en la cama- casi ordenó Jean con una sonrisa quedándose preciosamente desnudo al mismo tiempo.
Ambos siguieron las palabras de Jean para quedar desnudos frente a los ojos del otro, ellos se admiraron unos segundos hasta que la excitación evidente de su cuerpo lo obligó a bajar la mirada. Sus mejillas se sentían calientes mientras que aceptaba el hecho de que ver a su mejor amigo desnudo lo excitaba como jamás se imaginaba que lo estaría alguna vez, ya no estaba allí una pantalla que desviaba la atención de ellos, creando una excusa que él podría gritar a su cerebro en la noche cuando no pudiera conciliar el sueño.
Se acostaron entonces uno al lado del otro, sus hombros se rozaban suavemente, el único sonido que se escuchaba era el de sus corazones retumbar en sus pechos. Se miraron en aquel momento, cada uno expectante a las acciones del otro excitados, llenos de lujuria. Jean fue el primero en moverse, lentamente deslizó una de sus manos tocando con suavidad su pecho, sus músculos se tensaban en cada lugar que los dedos se deslizaban, su toque dejaba una estela que lo quemaba como llamas. Él imitó los movimientos de su amigo, las manos le temblaban pero recorría cada forma del cuerpo de Jean sin fijar su mirada en el m*****o que ya se alzaba llamando su atención. Las caricias siguieron lentamente excitándolos a ambos hasta el punto en que los gemidos se escapaban de sus labios y sus caderas seguían las manos que los tocaban.
Jean tomó su erección en ese exacto segundo haciendo que un gemido largo y grueso se escapara de su garganta, sus caderas se tensaron intentando embestir en la mano de su amigo pero él no lo dejó moverse. Gianni recorrió el cuerpo de su mejor amigo por última vez antes de sujetar su m*****o duro con la misma fuerza que él sentía, Jean gimió con placer viéndolo a los ojos haciendo que su cuerpo le gritara que necesitaba correrse con urgencia. Las manos comenzaron a moverse lentamente acariciando la erección del otro, entregándole el placer que ambos deseaban, sus dedos recorrían la dureza de su amigo con fuerza pero con delicadeza, ellos gemían mientras movían sus manos y fue así hasta que los movimientos fueron acelerando.
Cada sacudida era más rápida que la anterior, ambos gemían llenos de placer en ese momento, gotas de excitación escapaban desde el glande de Jean y él lo recorría llenándolo con su deseo sin dejar de mover su mano, Jean hacía lo mismo con él y no podía evitar casi gritar de placer. Cada movimiento se hizo más fuerte hasta que sus caderas comenzaron a moverse, embestían en la mano del otro desesperados por conseguir placer, ambos deseaban el orgasmo monstruoso que explotaría en sus cuerpos pero no podían conseguirlo, siguieron moviéndose sin que Jean dejara jamás de verlo, eso en algún oscuro lugar de su mente solo lo llevaba más cerca en su deseo desenfrenado por lo que le devolvía la mirada deseando hacerle sentir a Jean el mismo placer.
Los movimientos siguieron y Gianni estuvo seguro de que se correría en ese momento, su cuerpo entero se tensó preparándose, Jean que no había dejado de observarlo se derretía con su placer y fue entonces que miró sus labios como una vez antes, ambos lamieron sus labios sabiendo lo que sucedería, él simplemente no pudo aguantarlo más, su cuerpo tembló explotando en el mejor orgasmo que hubiera sentido en mucho tiempo, su pene palpitaba mientras su semilla caliente cubría la mano de Jean en suaves hilos. Fue así, con esa vista que su amigo se corrió, su cuerpo tembló gritando con fuerza mientras su m*****o soltaba su esencia caliente en su mano, lentamente pero abundante entre sus dedos.
Abriendo los ojos sin aliento, las manos aún en el cuerpo del otro Jean clavó su mirada en sus labios de nuevo, él que sabía lo que pasaría, que no deseaba nada más que aquello sucumbió a sus apetitos. En el mismo exacto segundo ambos se lanzaron hacia los labios del otro para devorarse como si estuvieran sedientos de su toque, como si se conectaran, sus lenguas acariciaban y probaban sus bocas con desespero al inicio y con un poco de dulzura al final hasta que se separaron para regresar y mirarse a los ojos tan íntimamente como se podía en ese instante. Sus miradas se conectaron mostrando sus pensamientos, Jean se acercó para otro beso al que él no pudo negarse, fue dulce y suave hasta que se terminó. Su mejor amigo se acostó en su cama con una sonrisa para cerrar los ojos y quedarse dormido, manos juntas tal y como había sucedido cuando ambos eran inocentes.
Gianni se quedó allí llenó de sus pensamientos como supo que sería, buenos y malos sentimientos se peleaban en su pecho haciendo que su corazón se acelerara y se apretara incómodamente. Él sabía que todo lo que había compartido con Jean siempre sería la mejor experiencia que alguna vez hubiera podido vivir pero al mismo tiempo reconocía lo erróneo que estaba todo aquello, él no podía estar en la situación que estaba con su mejor amigo, ellos no eran gay, simplemente no lo eran. Pero todo lo que había pasado en su cama contaba una historia diferente, sintiéndose desesperado con una guerra en lo profundo de su ser los ojos se le comenzaron a llenar de lágrimas y él lloró. En silencio dejó salir los suspiros, lágrimas amargas y tristeza fueron transformándose en unas de dulzura para irse deteniendo hasta saber que las últimas que caían en la almohada mientras se quedaba dormido eran reconocidas como felicidad.