El guardia los escolto hasta el palacio de los concubinos, la mirada de Ortswan analizaba como reaccionaban sus sirvientes en silencio. Estaban corriendo de un lugar a otro buscando vendas así como agua limpia, algunos de los jóvenes que trabajan para la familia real una vez que los vean realizaban reverencias profundas aunque estuvieran cargando baldes con agua.
Los ojos de Merikh distinguieron al médico Imperial mientras se estaban acercando a la puerta.
- ¿Cuál es la situación de mi Concubino? - Cuestionó apenas lo vio
- ¿Qué le sucede a mi hijo? - Dijo rápidamente mientras echaba un vistazo rápido, su hijo se encontraba sobre su cama acostado con el pantalón arremangado hasta la mitad de la pierna, así como sin camisa mientras dos sirvientas estaban limpiando la sangre con un pañuelo.
Las sirvientas limpiaban con precaución las heridas del joven, sin embargo, la mujer de cabello rizado tenía una mueca sobre sus labios. Una de las cosas que más detestaba era que tocaran sus cosas.
- Cuando llegue presentaba dos hemorragias, una sobre su rodilla izquierda mientras la segunda se ubica en su abdomen bajo. Use magia para evitar que continuara desangrándose, les ordene a las enfermeras que empezaran a limpiar ambas zonas pero su hijo continua desmayado por la impresión así como la perdida de sangre. Su respiración parece estable pero necesito revisarlo de una manera más detallada. - Dijo el señor informándole al padre de la situación, cuando termino su explicación sus ojos viajaron hasta la espalda de la Emperatriz que estaba caminando para adentrarse en su habitación. - ¿Mi señora?
- Me encargare de tratar las heridas de Paolo personalmente junto a usted. -Dijo de manera tajante mientras caminaba detrás de una de las sirvientas.
Una de las enfermeras se congelo en su lugar cuando escucho las palabras de La Emperatriz, su pañuelo blanco quedo a medio camino de tocar el abdomen de joven para limpiarlo. La sombra de la silueta de una mujer apareció sobre el cuerpo del enfermo, la jovencita con la mano temblorosa le ofrece el pañuelo que Ortswan sujeto con calma mientras se acercaba al oído de la sirvienta para susurrarle con voz tenebrosa.
- Odio, que toquen mis cosas sin el consentimiento debido. - La joven sintió un escalofrío en su espalda antes de levantarse de la cama sediento del lugar. Olivia se sentó a un lado de Paolo, coloco con cuidado el pañuelo sobre su abdomen bajo pero una suave queja escapo del labio del joven cuando empezó a limpiar. - Es tierno...
- Tía. - La suave voz de Letizia causo que girara su cabeza para encontrar a su sobrina sujetar la mano de Wren. - ¿Estará bien? - Olivia asintió en respuesta, antes de usar su mano izquierda para desordenar el cabello suelto de la princesa. - Lo hiciste bien Letizia, gracias por enviar a alguien a avisarme sobre el estado de Paolo.
Una suave sonrisa se instalo en el rostro de la joven, causando que los presentes en la habitación sintieran ternura.
- Señorita Wren, ¿Por qué no lleva a la jovencita a otro lugar? - Comento el médico Imperial antes de sujetar el paño blanco de la otra enferma para limpiar la pierna de su paciente. - Nosotros necesitamos espacio para trabajar.
- ¿Puedo ver a Paolo después? - La pregunta inocente de la princesa causo que los demás miraran a la mujer impacientes.
- Por supuesto.
Esa respuesta sorprendió a todos en la sala, debido a que la mujer era muy quisquillosa sobre quienes entraban en las habitaciones de ese palacio, las princesa más tranquila se fue junto a su niñera.
Las hemorragias existentes en el cuerpo del Visconde fueron detenidas así como limpiadas.
El médico Imperial saco de su maletín un par de gasas para cubrir las heridas, sus ojos verdes observaron con precaución a la Emperatriz quien acaba de terminar de limpiar una de sus heridas. La joven de cabello rubio mantenía la mirada sobre el agua que empezaba a cambiar una tonalidad rojiza por la sangre del paño.
El medico sintió escalofríos en la espalda antes de toser de manera falsa captando la atención de la Emperatriz.
– Mi señora, es necesario vendar por los momentos la zona. – Dijo enseñándole la tela blanca en sus manos, Ortwsan asintió con la cabeza antes de levantar una ceja. Estaba segura que el señor debía de decirle algo más. – En unas horas tendré que volver, necesitamos asegurarnos que la herida no vuelva a sangrar a pesar de ser tratada internamente con mana.
- Esta bien. – Dijo antes de tomar una parte de la tela, dejando implícitamente claro que sería ella quien vendaría su estomago. – Imagino que después de vendarlo de manera adecuada, usted le suministrara líquido.
- Es correcto mi señora. – El médico Imperial sujeto con cuidado el extremo de la gasa, la tela toco la piel del joven. – El joven Paolo perdió demasiada sangre, es posible que cuando despierte este en estado de shock.
- Usted no conoce a mi hijo. – Franchesco se apresuro a intervenir, sus ojos avellana miraban en silencio a su primogénito mientras acariciaba con ternura su cabello. – Estará lúcido incluso después de perder sangre, es mi heredero.
- Es un humano antes que su heredero.
La respuesta del médico imperial dejo sin habla al Conde de Newcastel.
- Su alteza, estoy consciente que este hombre forma parte de su harem pero tomando en cuenta la gravedad de su herida abdominal... – El médico Imperial debía de hablar con los familiares de los pacientes, en este caso debía de hablar con el Conde Franchesco junto a la Emperatriz quien era dueña del Harem porque era necesario dejar en claro algunos cuidados. El señor se encontraba nervioso porque debía decirle a la mujer encargada de su país que era necesario abstenerse de algunas cosas . - Es mejor para el paciente que evite algunas actividades donde deba realizar muchos esfuerzos, tales como correr, practicar algún deporte o...
La suave risa de la joven de cabello rizado causo que los presentes estuvieran extrañados por la actitud, Ortswan utilizo mana para colocar las gasas debajo del cuerpo del Vizconde antes de empezar a vendar de manera circular lentamente la herida en el abdomen de su nueva adquisición.
- Reconozco que suelo ser promiscua, pero Doctor... - Dijo mientras detenía su tarea para ver al hombre directamente a los ojos, el señor se estremeció al observar unos orbes tan fríos. – Tenga por seguro que me voy a abstener de tener relaciones sexuales hasta que el joven Paolo este totalmente recuperado ¿Cómo podría ser una amante adecuada, si no velo por la salud de mis hombres?
Las mejillas del hombre de terca edad se sonrojaron de vergüenza por la manera de hablar tan directa de la Emperatriz sobre ese tipos de temas.
El medico Imperial tenia problemas para comprender como en estos nuevos tiempos las jóvenes ,independientemente de su estatus social, llegaran a hablar de manera directa sobre sus actividades sexuales durante el matrimonio o sus fantasías. En secreto el señor canoso deseaba que su nieta mayor no siguiera ese tipo de tendencias. Una tos falsa salió de sus labios delgados mientras empezaba a envolver la pierna izquierda de su paciente. Las suaves manos de Olivia empezaron a acariciar con cuidado la piel desnuda del Vizconde, la yema de sus dedos aprovecharon la ocasión para descubrir la textura de la piel contraría mientras empezaba a entregar ligeras caricias sobre el enfermo hasta que un espasmo sutil cautivo su atención.
Levanto su mirada para ver el rostro del joven que parecía seguir durmiendo.
- Su cuerpo parece tener reacciones aún, es un alivio. – El pensamiento era alentador, en consecuencia genero que su rostro tuviera una una sonrisa brillante. El Conde Cavendeshi cuando vio esa sonrisa empezó a experimentar escalofríos en todas partes de su cuerpo. – Ustedes... - Dijo referiendose a sus sirvientas antes de bajar nuevamente la vista para terminar el vendaje. – Traigan un portasueros* para que el doctor conecte uno para hidratar a Paolo.
- ¡Si, Emperatriz! – La dos sirvientas gritaron al unisono saliendo por la puerta como almas que lleva el diablo.
La puerta la habitación fue dejada abierta por aquellas sirvientas causando que el líder de la Guardia Imperial, quien estaba realizando guardia al lado de la puerta, emitiera un suave suspiro de cansancio mientras que Lefèvre lo observaba en silencio percatándose de su mal humor.
– ¿Estará de mal humor porque dejaron la puerta abierta? – Se preguntó a si mismo el híbrido antes de ladear su cabeza. - Los humanos son muy curiosos
El hombre de cabello rizado volvió a cerrar la puerta antes de regresar a su posición quedando frente a frente del joven fae quien le dedico una sonrisa causando que Adonis colocara los ojos en blanco, giro su rostro para observar a su amada, su mirada gris se concentraron en la acciones de la mujer, Olivia mantenía una de sus manos sobre el abdomen de Paolo proporcionándole suaves caricias.
Una sensación de enfado golpeo su cuerpo, sus ojos se oscurecieron por los celos que estaba experimentando, durante cuatro largos años era el único hombre digno de permanecer a su lado e incluso aunque era hábil para adaptarse a los cambios... No terminaba de aceptar que un noble como Paolo Cavendeshi era digno de Ortswan. El joven de mirada grisácea apretó el agarre sobre la vaina hasta que sus nudillos empezaron a volverse blancos, la Emperatriz giro la mirada para observar a ambos hombres, cuando noto que el joven se encontraba tenso debido a un creciente mal humor deicidio lanzar un beso al líder de la Guardia Imperial quien se sonrojo olvidando su enfado.
Adonis inflo sus mejillas enrojecidas en un pequeño puchero antes de regresar a su posición soltando el agarre sobre la vaina mientras sentía su corazón amenazando con salir se su pecho.
– Incluso estando celoso, es extremadamente tierno. – Dijo en voz alta causando que ambos hombres la miraran raro mientras Adonis se sonrojaba de sobremanera.
- Disculpe por la pregunta atrevida. – La voz del Conde era cautelosa, los ojos negros de la mujer de manera rápida lo observaron con cautela. - ¿Usted y mi hijo....? – Aunque la pregunta estaba sin terminar, era sencillo saber a que se refería. Una sonrisa de diversión se instalo sobre los labios rojos de la mujer, era evidente que además de estar preocupado por su hijo deseaba saber cual era la situación interna en el Palacio de Jade.
- Aún no, deseaba darle un regalo de bienvenida esta noche, pero es evidente por la situación que debemos de esperar. – Dijo antes de levantarse de la cama, usando su mana apareció un pañuelo de color rosado en su mano derecha con el cual pensaba empezar a limpiar la herida en el labio del joven que estaba postrado en su cama.
(...)
El médico Imperial decidió revisar por última vez la vía sobre la mano del Vizconde, cuando confirmo su adecuada funcionamiento realizó una reverencia antes de retirarse. Los ojos oscuros de la Emperatriz se mantuvieron sobre la puerta de madera incluso varios minutos después de cerrarse. El silencio se instaló en la habitación permitiendo escuchar con claridad como las gotas del suero se deslizaban a través de la vía, Olivia mantuvo sus ojos cerrados mientras pensaba en sus próximas acciones, debido a la conmoción ocasionada por el objeto divino la reunión con su gabinete se vio interrumpida de manera abrupta causando que varios temas estuvieran incompletos.
- Es una mejor solución. – Dijo al aire antes de sentarse a un lado del joven nuevamente, levanto su mano hasta la frente de Paolo para retirar unos cuantos mechones de color avellana que caían sobre su frente. – Cavendeshi, antes de tu llegada estuvo encerrada en la biblioteca revisando la administración, me encontré algunos movimientos interesantes. – Su voz severa venia acompañada con una sonrisa lobuna en sus labios. – Eres uno de mis concubinos en este momento, deberías de saber que detesto cuando empiezan a agarrar algo más que mis manos.
No obtuvo alguna respuesta. Sus ojos se dirigieron a los labios del hombre de piel blanquecina mientras una leve risa escapaba de sus labios.
- ¿Eres la bella durmiente? Me pregunto... - Su voz era burlona, sus dedos empezaron a acariciar el labio inferior sobre la herida. El rostro del Vizconde se frunció debido a la pequeña sensación de dolor- ¿Debería de besarte para que puedas despertar?
Ortswan alejo sus dedos de la herida, observo sus dedos teñidos de un leve color rojo antes de lamer la sangre de manera juguetona.
- Hmm. – El ruido de queja cautivo su atención, detuvo sus acciones para tomar un pañuelo cercano empezando a limpiar la herida del castaño. – Hmmm
Su mano realizaba una ligera presión sobre el labio del joven cuando una mano gélida sujeto con firmeza su muñeca, Olivia levanto su mirada encontrándose con unos ojos avellana que parecían estar luchando arduamente contra el sueño. La vista de Paolo era borrosa, sin embargo, mantuvo su agarre firme sobre la persona que lo despertó hasta lograr definir el rostro, la mirada sin expresiones de la Emperatriz causo que ejerciera menos fuerza sobre la muñeca contraria pero se negaba a soltarla. Ortswan coloco su mano derecha sobre la de su nueva adquisición dejando suaves caricias sobre la piel contraria buscando tranquilizarlo.
- Veo que no era necesario darte un beso para despertarte. – Ortswan guiño uno de sus ojos mientras que Paolo se limitó a rodar sus ojos. Cavendeshi sentía su cuerpo sin energía, únicamente deseaba poder descansar. - ¿De esa manera agradeces mis cuidados?
- ¿Disculpe? – Una de sus cejas se levantaron. En secreto pensaba que la mujer dejaría morir a cualquiera mientras disfrutaba de ver sangre derramada a su alrededor. - ¿Usted personalmente trato mis heridas?
- Trabaje en conjunto con el medico Imperial. – La mano de Paolo se alejó de la muñeca contraria, llevo su mano derecha hasta su frente mientras empezaba a analizar la situación.
La diferencia entre ambos concubinos.
La joven de cabello rizado, era evidente que en lo profundo de su alma existía algún sentimiento de afecto, unos cuantos días en el Palacio Imperial fueron suficientes para poder descubrirlo usando sus habilidades mágicas que le permitió ver pequeños destellos de emociones, aunque su habilidad mágica le permitía saber las emociones así como controlarlas era incapaz de ver o entender sus propias emociones o aquellas emociones ajenas que estuvieran relacionadas con él.
Esa era la razón por la cual se estaba carcomiendo la cabeza en este momento.
- Estas preguntándote ¿Por qué te trate personalmente? – El joven no mostraba estar sorprendido, una suave sonrisa se instaló sobre los labios gruesos de la Emperatriz mientras volvía a limpiar la herida en los labios de Paolo quien únicamente se dejaba en silencio. Sus respiraciones se mezclaron por la cercanía. – No tengo una respuesta, aunque no lo demostrara abiertamente cuando escuche que estabas herido mi corazón empezó a latir de manera desenfrenada. Además de eso, deseaba ver con mis propios ojos tus heridas para determinar el objeto que las provoco.
- ¿Por qué...? – Olivia dejo el pañuelo sobre la mesa de noche. - ¿Por qué estuve investigando una manera de usar el artefacto cuando solo su familia conoce una manera de abrirlo?
- No conozco la manera de abrirlo... – Sus palabras eran simples pero su voz sonaba irritada. – La respuesta para poder usar libremente ese artefacto divino, no la conozco. – Sus manos agarraron con fuerza el frasco de pomada mientras lo abrían. La situación actual era culpa de su hermano mayor, aun estando muerto era capaz de irritarla. – Esperaba que fueras capaz de descubrirlo pero no contaba con que esa cosa enloqueciera.