Capítulo 011

2700 Words
-Sweetie. - La voz gruesa de Anielka causo escalofríos en la joven, era un tono de voz seductor pero autoritario al mismo tiempo. Su vista empezaba a tornarse borrosa. - Serás mía, ten eso bastante presente. La Emperatriz escuchaba los ruidos de la guerra pero a medida que el tiempo transcurría, empezaba a perder una mayor cantidad de sangre causando que los ruidos se escucharan lejanos e incluso su vista fuera nublosa en su totalidad. Sus ojos negros únicamente fueron capaz de distinguir un par de perlas de color dorado que la miraban atentamente, un ligero gemido de dolor se escapo de sus labios cuando el hombre que la sujetaba apretó con fuerza la herida, en consecuencia, la mujer se desmayo en los brazos de Morfeo. Una suave sonrisa apareció en los labios del Vampiro, alejo su rostro complacido de causarle dolor físico a joven monarca y diviso con tranquilidad el caos a su alrededor. Sus ojos dorados se encontraron con los de su hija, quien asintió con la cabeza. - ¡Retirada! - Después de su grito la mayoría de los integrantes de la mafia se transformaron en su forma de murciélago en medio de humo, afectando la visión de los solados. Los labios de Paolo se crisparon al ver la retirada inesperada de sus enemigos, tomando en cuenta que el enfrentamiento por su parte era evidente que tenían como objetivo la muerte de los soldados de su Reino. El joven Cavendish sentía que algo estaba mal, sus acciones no parecía tener sentido, su mirada busco por todo el campo de la batalla a la cabeza de la serpiente encontrándose con una sorpresa amarga. El enemigo tenia a la Emperatriz entre sus brazos. - Maldición. - Susurro antes de empezar a correr sujetando su espada con fuerza. - ¡Adonis, tenemos un problema! ¡La Emperatriz esta en manos de la mafia! - ¿¡Qué!? - El mencionando rápidamente corto la cabeza del Vampiro que intentaba escapar, giro la cabeza en esa dirección para encontrar a la mujer que amaba en manos de sus enemigos. Una sensación de enfado apareció. - ¡Carajo! Espero por su propio bien que la sangre que esta escurriendo por las manos de ese desgraciado, no sea la sangre de nuestra Reina. Los dos hombres, que en teoría debieron proteger a la reina, empezaron a correr entre los cuerpos caídos de los soldados así como los vampiros que habían fallecido. Cuando los jóvenes estuvieron frente a Anielka, el vampiro sin poder evitarlo demostró una sonrisa arrogante de oreja a oreja dejando ver sus colmillos blancos y afilados. - ¡Suéltala! - Dijo bastante enojado Adonis, sus manos apretaban con fuerza el mango de su espada en alto. - ¡Quita tus asquerosas manos de ella! - El perro faldero de la Emperatriz. - La voz de Anielka era ronca pero al mismo tiempo sonaba repleta de burla. - ¿Por qué debería de entregarte a mi mujer? - Te encuentras atacando a la Emperatriz del Imperio de Impure. - Paolo intervino en la conversación, intentando que el líder de la mafia se diera cuenta de la magnitud de la situación. - Olivia es la mujer más poderosa del continente, su influencia a nivel internacional es abrumadora... Piensa en eso, lastimarla solo causara graves consecuencias para los tuyos. Los ojos dorados observaban a ambos hombres con superioridad, usando su propia r**a como amenaza... Su r**a era lo que menos le interesaba en este mundo aunque irónicamente fuera un m*****o importante de la nobleza vampírica. - ¿Acaso debería temer a una persecución? - Su voz era burlesca generando que por la sangre de Adonis transcurriera un gran torrente de ira. La risa proveniente de los labios finos de Shadow era amarga, los ojos dorados miraban de manera gélida en ambos hombres que lo amenazaban con sus armas, el vampiro mejoro su agarre fuerte sobre el cuerpo inerte de Olivia, que a medida que transcurría a el tiempo su piel era más pálida de lo habitual, levanto su mano derecha cubierta por tatuajes que se encontraba cubierta de sangre de la mujer. Anielka lamio la sangre entre sus dedos de manera lasciva. Sus ojos brillaron ante el sabor, una mezcla entre dulce y amargo. - La familia imperial de Gizem protege mi vida por lazos de sangre* - La mirada de Adonis y Paolo se encontraron, las palabras de Shadow fueron dichas en otro idioma que ninguno de los dos conocían- ¿Aun así, creen que debería temerles a ustedes? No me hagan reír. - El joven se arrodillo, dejo el cuerpo de la mujer que anhelaba tener en el suelo mientras la sangre continuaba bajando sin detenerse. Acomodo con suavidad un mechón que cubría el rostro de la Emperatriz para poder admirarlo en silencio unos cuantos segundos - Intenten alejarla de mí. El sonido del hierro empezaba a ser cada vez más constante, la espada de Adonis se encontraba bloqueando una estocada del joven de ojos dorados salvajes. El hijo mayor del territorio que la familia Cavendeshi cuidaba había logrado colocarse de espaldas de su enemigo, aprovechando la oportunidad que le estaba brindando Adonis clavo su espada de manera profunda en la espalda contraria. Un gruñido agudo salió de su garganta, sus ojos empezaron a volverse rojos debido a la ira mientras miraba a Adonis con asco. Esos humanos eran persistentes. - ¡Ve con ella! - Grito con fuerza, las venas en su frente eran posible de ver debido al esfuerzo que estaba realizando. Paolo empezó a correr dejando su espada clavada en la espada del líder de la mafia, cuando se acerco a la joven de cabello rizado se arrodillo, sus manos ligeramente temblorosas - sin una razón aparente - se acercaron al cuello para tomar su pulso. Era extremadamente débil pero constante causando que el corazón del joven castaño se sintiera más inquieto que antes, rápidamente coloco sus manos en la herida, sus ojos empezaron a buscar con desesperación a un solado cercano. - ¡Tú! - Grito de manera autoritaria a un soldado que tenia sangre en su cabeza. - ¡Date prisa, trae un medico! - Señor, los médicos y sanadores perdieron la vida. - Le informo tímidamente mientras se sentía mareado por su herida en la cabeza. - ¡No me importa a quien traigas! - Le grito Adonis quien tenia su mirada en el cuerpo de Anielka, el filo de su espada se encontraba en la garganta contraía. - ¡Busca a un medico o sanador que pueda curar a su Majestad! El soldado, que apenas podía estar de pie, empezó a correr a tropezones para buscar a alguien que podría curar a su Emperatriz. Una risa burlona escapo de los labios del joven con una espada amenazando su vida, la mirada fría de Adonis se instalo en su persona sin comprender la razón de su risa. - ¿De qué te ríes, bastardo? - Cuestiono alzando una ceja. - Tendría que ser un excelente sanador para poder curar esa herida, Olivia esta al borde de la muerte... la única salvación que tienen cerca de ustedes es dejarme morderla para convertirla en mi Viollca*. - Una sonrisa arrogante se planto en los labios del Vampiro mientras la mirada de Adonis estaba resplandeciente de ira por tal propuesta. - ¿Van a dejarla en las manos del Dios Cathán*? Los ojos avellanas de Paolo observaron rápidamente a la Emperatriz Ortswan, la herida ubicada en su costado a simple vista parecía grave, aunque Adonis se encontraba intentando detener la hemorragia parecía una tarea imposible porque la sangre continuaba saliendo de su cuerpo. Un suave suspiro se escapo de sus labios delgados generando que Anielka comenzara a reírse de la situación. El vizconde Cavendenshi tenia en sus labios una mueca de disgusto, el vampiro de cabello oscuro tenia razón sobre las únicas dos opciones para salvaguardar su vida. - Dios, es verdad. - Ese pensamiento causo que fuera capaz de darse cuenta que debía intentar usar sus propias habilidades magias aunque eso significaría un riesgo de convertirse en un concubino real, no obstante, era incapaz de dejar morir a la Jefa de Estado. Sus cejas estaban fruncidas mientras bajaba su espada alejándola del cuello de su enemigo. - Lárgate. - Le indico de manera tajante. En estos momentos la vida de la Emperatriz era más importante que capturar al líder de la mafia vampírica. - Estoy ansioso por ver como resolverán esto. - Señalo el líder de la mafia antes de desaparecer en humo de color n***o. Cuando el humo desapareció por completo, Paolo se aseguro rápidamente que las amenazas habían desaparecido antes de empezar a correr hasta el lugar donde se encontraba la mujer de cabello rizado dorado como el oro. Cavendeshi llego al lado del joven de cabello castaño, guardo su espada en la vaina que descansaba en su cintura y se arrodillo junto a su compañero quien continuaba con sus manos sobre la herida extremadamente profunda. - Mierda... - Susurro distinguiendo las grandes cantidades de sangre que continuaba emanando de su cuerpo. - Adonis, escúchame con atención. - Si. - Su voz era firme - Cuando cuente hasta tres, alejaras tus manos de la herida de Olivia, colocare mis manos en ella para curarla con magia. - Sus ojos se encontraron con los grises que parecían confundidos por conocer que el hijo del Conde más importante del país tenia la capacidad de manejar el mana entre su sangre. - Vigila el lugar mientras me encargo de curarla. - Creo que más tarde, necesitare una explicación sobre tus capacidades mágicas. - Susurro para sí mismo. Era la primera vez donde Adonis desconocía algún dato de cualquier persona que se encontraba cercano a la Familia Real del Imperio de Impure, aunque deseaba saberlo por su trabajo como Jefe de la guardia real, la situación no era adecuada para empezar a indagar. Lo principal era salvar a la actual emperatriz, así como el amor de su vida. - Uno... Dos... - Los dos compartieron miradas, en sus ojos existía una gran determinación por salvarla. - ¡Tres! La voz autoritaria pero llena de urgencia de Paolo fue la señal para que las manos del Jefe de los guardias reales se alejaran del costado de la fémina que se encontraba desmayada, rápidamente el joven de linaje noble se apresuro a colocar sus manos suaves sobre la herida. El joven de ojos avellana sintió el liquido caliente empezar a manchar sus manos pero ese detalle en lo personal no le interesaba. Un suave suspiro salió de sus labios, antes de cerrar sus ojos. Era capaz de sentir el mana correr por todas las venas de su cuerpo. - Regeneración... La voz de Paolo era suave, parecía en realidad... como si sintiera un miedo de despertar a la joven Emperatriz que estaba sumida en los brazos de Morfeo. El mana de color dorado empezó a aparecer entre la palma de sus manos, una luz de color blanca rodeo la herida de la joven, sin embargo el hijo del Conde noto algo en particular. Sintió una habilidad mágica trabajando en el cuerpo de la joven. Sus ojo se abrieron de par en par debido a la sorpresa, por inercia giro su rostro para encontrase con el rostro de Ortswan que se encontraba pacifico e incluso Cavendeshi podía jurar existía la sombra de una sonrisa en sus labios. Sus labios se curvaron en una mueca intentando comprender la situación. El cuerpo de Olivia se estaba regenerando desde antes de usar magia en ella, era capaz de sentir la esencia de la propia magia de la Emperatriz, que estaba inconsciente, en su propia herida. ¿Cómo era eso posible? Esa era la pregunta que estaba instaurada en su mente, aunque rápidamente se regaño mentalmente para detener esa linea de pensamiento. Era más importante salvar a la Emperatriz, después podría intentar encontrar una respuesta a esa regeneración mágica con el usurario durmiendo o mejor dicho inconsciente. (...) Una brisa fría golpeo el lugar, una mirada severa se encontraba sobre el cuerpo de la joven de piel blanquecina que descansaba entre los brazos musculosos del líder de la guardia real, el joven de mirada gris sujetaba son sumo cuidado el cuerpo de la mujer más poderosa del Continente Occidental. - Espera. - La voz severa de Paolo causo que Adonis se detuviera, el joven giro su cabeza para ver al hijo del Conde que empezaba a retirarse su gabardina de color marrón. - ¿Qué estas haciendo? - La Emperatriz tiene ligeros temblores por la brisa. Aunque su herida este cerrada su cuerpo aun se encuentra debilitado por la perdida de sangre. - Las palabras de Paolo eran ciertas. El joven de cabello ondulado rápidamente bajo la mirada al cuerpo que estaba entre sus brazos. Era cierto, su cuerpo tenía pequeños temblores que eran apenas notables. Adonis la abrazo con más fuerza en un intento de darle calor causando que las mejillas de la joven se sonrojaran por la muestra de afecto inesperada. - Eres el líder del ejercito después de la Emperatriz, tienes que tener muchas cosas en la cabeza además de salvaguardar la salud física y mental del gobernante y sus herederos. - Menciono el vizconde antes de ver como el joven de mirada gris cargaba al estilo nupcial a la Emperatriz que estaba cubierta por su gabardina marrón. Paolo camino con calma hasta acercarse a ambos, se aseguro de cubrir bien el cuerpo femenino, mientras regresaban con los demás soldados cerro breve mente sus ojos para volver a sentir el mana recorrer sus venas y lanzar un hechizo para mantener el calor corporal del cuerpo de la joven. - Cuando lleguemos a la mansión, me asegurare de otorgarle a la Emperatriz una habitación cómoda para que pueda descansar hasta asegurarnos que su salud mejore. - El guardia real únicamente asintió en respuesta, el tema de la habitación era lo menos importante para su persona porque sabia que la familia Cavendeshi tomarían la iniciativa. Era cierto que el hijo mayor del conde estaba preocupado por la salud de la monarca Jefa, sin embargo también aprovecharía la oportunidad para encontrar una explicación a esa regeneración mágica. La llegada al territorio Newcastle estuvo marcada por la cara palidecida del Conde Francesco quien rápidamente se dio cuenta de la situación, con una voz autoritaria indico ordenes a sus criados para ubicar una habitación adecuada para el descaso de la Emperatriz, también la servidumbre intento acercarse al cuerpo de la mujer de cabello rizados para llevarla a sus aposentos pero todos sus intentos de acercarse fueron detenidos por el joven musculoso que la cargaba entre sus brazos. La mirada amenazante del líder de la guardia real al líder de la casa, quien se limito a ignorar aquella mirada y carraspeo su garganta. - Señor Andrade, es necesario que la Emperatriz descanse adecuadamente en una habitación cómoda. Debe permitir que mis criados la lleven hasta sus aposentos, no tiene motivos para preocuparse. - Su voz era calmada en un intento de razonar con el más joven, sin embargo, los ojos grises del contrario demostraban sus desconfianzas. - Va a tener que disculparme Conde Cavendish, pero es mi deber como líder de la Guardia Real proteger el cuerpo de su Alteza. - La mirada aguda, atenta y fulminante de Andrade eran una clara señal de advertencia. Sus labios abullonados se abrieron antes de hablar. - Cualquiera que intente tocarla, va a morir bajo mi espada y colocare su cabeza en la muralla de esta cuidad. Los criados se alejaron rápidamente porque valoraban sus vidas. El joven Paolo Cavendish sintió el temor de las personas que trabajan atendiendo a su familiar, el miedo golpeaba su corazón causando que su respiración fuera más agitada. Las emociones de miedo ajenas estaban empezando a afectarle de una manera que no lograría controlar más por mucho tiempo. El joven en ese momento tomo la de intervenir, arriesgándose a ser descubierto, un suave suspiro escapo de sus labios delgados antes de activar su capacidad mágica. - Flor de piel. - Paolo menciono el nombre de su habilidad mágica especial en su mente mientras cerraba sus ojos.
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