Capítulo 023

2049 Words
- Majestad. – Su voz ronca causo que la mujer girara el rostro para verlo, el joven de cabello blanco mantenía una sonrisa radiante causando que Ortswan ladeara ligeramente su cabeza, mientras intentaba buscar una razón para tal alegría. - ¿Usted que piensa? - ¿Sobre la rosa? – Los tres hombres asintieron espentantes de su respuesta. – Cada quien puede ver su aparición como lo desee. Lefèvre parecía estar decepcionado por sus palabras, Olivia giro sobre sus talones mientras continuaba con su caminata en el Jardín Imperial, sin embargo, cuando sus ojos oscuros estuvieron analizaron la cercanía con el área donde el líder de la mafia los había atacado, se detuvo. Estuvo de pie observando con las manos detrás de su espalda la entrada a a esa área en particular, este hecho llamo la atención de los tres hombres, Adonis se acerco despacio para depositar un suave beso sobre el cuello de Ortswan causando que regresara a la realidad. - Olivia. – El concubino principal susurro su nombre en su oído, sujeto con calma su mano mientras los otros dos se acercaban. - ¿Te gustaría salir del Palacio Imperial? - Anielka invadió el Palacio, tenemos una acusación de espionaje... - Sus palabras se vieron interrumpidas porque su cuerpo fue obligado a girar encontrándose con una mirada bicolor, una mirada gris y una mirada avellana repletas de seriedad. - ¿Por qué tienen esa expresión en sus hermosos rostros? Los tres hombres podían sentir como un leve calor se instalaban sobre sus mejillas, no obstante, no era el momento de concentrase en los cumplidos dichos por la Emperatriz. - Tenemos ordenes de la princesa Letizia en hacerla dejar de pensar en el trabajo, al menos durante el día de hoy. – La voz de Cavendeshi demostraba su determinación en cumplir esa orden, Ortswan parpadeo unas cuantas veces antes de murmurar el nombre de su sobrina con un poco de enfado. - ¿Crees que me olvide que tu cuerpo sangra tres veces al día? ¿Crees que todos nosotros ignoramos el hecho que todos los días amaneces con malestar físico o estas más palida desde que usas la barrera mágica sobre el objeto divino? - Majestad. – Las manos suaves de Alexander sujetaron las contrarias, los ojos del joven parecían estar repletos de inocencia generando que la mujer lo asociara a un cachorro de tres meses que ignoraba la malicia de este mundo. – Los seres humanos dicen que el cuerpo resiste todo lo que soporte la mente, pero eso no es del todo cierto. Su cuerpo físico tiene un límite para gestionar o generar el mana, además por cada cantidad de mana usada debe existir un rebote para el cuerpo. Usted esta empleando demasiada magia sin el apoyo de alguna piedra mágica*. – Las manos del joven empezaron a acariciar con suavidad el dorso de las manos de Olivia, parecía que el fae tenia miedo de dañarla de alguna forma. – Es necesario que descanse o realice alguna actividad que sirva para drenar el estrés. - Alexander. – Los ojos negros observaron atentamente al joven de cabellera blanca, quien asintió enérgicamente con la cabeza. – Existe una actividad para drenar el estrés que me gusta practicar, ¿Podríamos hacerla? - Por supu... Las palabras de Lefèvre fueron interrumpidas de manera abrupta por el Vizconde quien cubrió su boca con una de sus manos enguantadas mientras observaba a la fémina con una mirada de pocos amigos, Andrade no pudo evitar empezar a reír a carcajadas causando que el joven de ojos avellana lo mirara con intenciones de realizar actos violentos contra su persona. El líder de la Guardia Imperial se acercó de manera tranquila hasta la mujer para abrazar su cintura bajo la atenta mirada de ambos hombres, el joven de veinticuatro años logro liberase del agarre de su amigo, abrió sus labios dispuesto para hablar hasta que el comentario de su nuevo superior aclaro su mente. - Majestad, deseamos hacer una actividad más allá del sexo con usted. – Adonis comento antes de tomar la mano de la mujer para dejar un suave beso sobre sus nudillos. El rostro del albino enrojeció de manera salvaje. – Salgamos del Palacio Imperial. (...) Los cuatro salieron del Palacio Imperial sin escoltas debido a que no existía necesidad de los mismos, la Emperatriz era perfectamente capaz de protegerse por sí sola ademas estaba acompañada de dos maestros de la espada. Ninguna persona estaría tan loco como para atacar al grupo deliberadamente en la calle. Las calles del Imperio de Impure se encontraban repletas de personas sonrientes que realizaban sus compras rutinarias. Cuando los habitantes observaron a su gobernante sus sonrisas eran más amplias e incluso le daban paso a la mujer para que caminara con libertad entre los presentes, Olivia era capaz de escuchar diversos comentarios pero uno en particular causo que su sonrisa aumentara. - Mamá, mamá. – Dijo una pequeña niña que estaba señalando a la Emperatriz que la miraba atentamente. - ¡La Emperatriz me sonrió! – La niña movió enérgicamente su mano mientras sonreía. Ortswan imito su acción causando que la joven sonriera de oreja a oreja. - El pueblo la adora, su majestad. – Comento Alexander que estaba a su derecha, los civiles que lo observan con temor rápidamente apartaban sus miradas cuando sus ojos bicolor los descubrían, el joven no pudo evitarse sentirse desanimado. Cuando la mujer se percató de ese detalle entrelazo sus manos, era una clara advertencia que debían de abstenerse de ver al joven de mala manera. - Es normal. – El comentario de Adonis quien estaba a la derecha de la joven cautivo la atención de los otros dos. – La Emperatriz ha regresado la gloria perdida a nuestro Imperio e incluso diariamente genera cambios para que la población pueda tener una mejor calidad de vida. - Uno de esos cambios recientes, fue la abolición de los impuestos del 80% por cualquier cosa que compraras. – Cavendeshi comento con una sonrisa porque su propuesta termino siendo aceptada. - Tus argumentos eran sólidos, presentastes pruebas irrefutables que respaldaban tus afirmaciones, además de eso... - La mujer observo su restaurante favorito donde solía ir a comer con Adonis en sus tiempos de princesa así como en sus primeros meses de gobierno. – Comeremos allí. - ¿El hada sonriente? – El nombre del local dejo un poco fuera de si al joven mestizo causando que ambos hombres tuvieran que aguantarse la risa por la expresión extraña que estaba en su rostro. – El nombre es un poco ofensivo. - Es un nombre, no lo tomes tan a pecho. – El joven de cabello ligeramente rizado le dio ligeras palmaditas en el hombro. El grupo se adentró en el local, los ciudadanos presentes rápidamente se levantaron de sus asientos para realizar una profunda reverencia a su gobernante quien con calma camino hasta encontrarse con la dueña del local, una señora de mediana edad con un cabello empezando a tener canas. El rostro de la mujer de ojos marrones se ilumino al observar a la Emperatriz, rápidamente salió detrás del mostrador de la tienda para realizar una profunda reverencia, no obstante, Olivia sujeto sus manos para que evitara agacharse. - Señora Malie, ha pasado un tiempo. - Dijo con una suave sonrisa la mujer de cabello rizado, Malie acerco sus manos al rostro de Ortswan revisando su estado de salud causando conmoción en los presentes. Los tres hombres se tensaron, preparados para usar sus armas e incluso acabar con la mujer en caso de ser necesario. – Nana... El murmuró de la Emperatriz género que los tres hombres se detuvieran en seco, en el restaurante se instaló un silencio sepulcral. - Tu piel esta pálida, debes estar descuidando tu salud por el bienestar de tu pueblo. – Las palabras cálidas de la mujer causaron que los presentes tuvieran una mejor imagen de quien les gobernaba. Los labios rosados de la mujer dejaron salir un suspiro antes de dejar de acunar el rostro contrario con sus manos para negar repetidamente con la cabeza. – Sube, ve a tu zona especial mientras te preparo un platillo especial. – Ortswan asintió con la cabeza lentamente, los ojos marrones de la mujer de cabello azabache observaron el grupo de los tres hombres que los acompañaban. - ¡Están delgados! - Grito horrorizada. - ¿Disculpe? – Lefevre cuestiono con una ceja levantada, la mujer se les acerco para revisarlos mejor bajo la atenta mirada de Olivia. La dueña del restaurante sujeto una orilla de la camisa del mestizo causando que los comensales de asustaran por la mirada atónita del hombre. - ¡Oiga señora! - ¿¡Qué cree que esta haciendo?! – Cavendeshi rápidamente alejo la mano de la mujer con leves arrugas en su rostro, sus reacciones solían ser extremadamente tranquilas la mayor parte del tiempo. Sin embargo, cuando se trataba de su mejor amigo podría llegar a ser más expresivo. Esta excepción era un nuevo descubrimiento para la Emperatriz que lo observaba con curiosidad. – Señora, no debería de hacer esas cosas sin el permiso de la otra persona. – Observo por el rabillo del ojo como su amigo acomodaba su camisa. - Fue la niñera de Olivia. – La respuesta del líder de la Guardia Imperial causo que ambos hombres lo miraran extrañado, Adonis camino en silencio hasta Paolo, sujetando con firmeza su mano para que soltara la muñeca de la señora. – La Emperatriz suele venir dos veces al mes a su restaurante, como su nuevo concubino imperial deberías de saber esta clase de detalles - ¿Nuevo concubino? – La mujer giro sobre sus talones para ver a la Emperatriz quien se encontraba observando una planta para evitar recibir un regaño. – Eres una mujer promiscua, no tienes remedio. – La mujer negaba con su cabeza mientras se acercaba a ella antes de suspirar, empujo suavemente la espalda de Olivia para que subiera por las escaleras. – Suban los cuatro, les preparare un buen almuerzo. Subieron las escaleras hasta adentrarse en la zona vip. Los cuatro se sentaron en el segundo piso, su mesa se encontraba en uno de los balcones donde podían distinguir la plaza central. Ortswan mantenía la vista fija en la plaza central mientras sentía la brisa helada golpear directamente su cuerpo, acerco su taza de té hasta sus labios rojos mientras tenía tres miradas sobre su cuerpo, bebió tranquilamente su te de limón antes de mirar al mestizo que sentía curiosidad por su relación con la mujer. - Es claro que ambos tienen preguntas. – Dijo antes de dejar su taza sobre la mesa, sus ojos se encontraron con los bicolores. – Tienen tres oportunidades para realizar una pregunta con referencia al tema, es mejor que no las desperdicien. - ¿Qué tan cercana es a usted? – Paolo fue el primero en preguntar sorprendiendo a los presentes que en secreto esperaban que fuera el semihumano*. – Nunca hubiera esperado que una ciudadana del Imperio pudiera atreverse a tocar su rostro con tanta confianza. - La señora Smith, trabajo como mi niñera hasta que el imbécil de mi medio hermano usurpo el trono... Cuando mi hermano me envió a una misión de intercambio cultural pasasaron cosas. – En ese momento los ojos de la joven se oscurecieron, sin embargo, fue incapaz de seguir con su explicación porque el joven albino sujeto sus dos manos sacando su mente de esos amargos recuerdos. - Su majestad, es evidente que esos recuerdos... les causan daño. – Alexander coloco su mano derecha sobre la mejilla izquierda de la joven rubia, un ligero color subió a sus mejillas. - Su majestad... - Cavendeshi dejo escapar un suspiro de sus labios delgados antes de sonríe de manera leve, coloco su mano derecha sobre el antebrazo derecho de la mujer causando que esta girara a verla. – No es necesario que responda a mi pregunta si es un tema que la incomode. - Es un tema que los tres necesitan conocer. – Les dijo a ambos antes de cruzar miradas con Adonis quien se limitó a asentir con una mirada de orgullo al ver como se enfrentaba a esos recuerdos parcialmente. – En especial tú, Paolo... Porque ahora eres parte de la Familia Imperial.
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