Capítulo 3

753 Words
Me dirijo a una de las mesas para atender a unos clientes que recién acababan de llegar. —Buenas noches, ¿qué desean pedir? —dije manteniendo la mirada en la libreta que sostenía en mis manos. —Buenas noches, quisiera pedir el platillo especial —escuché una voz masculina.  Levanté mi vista para ver el rostro del cliente y me sorprendí al ver aquellos cautivadores ojos verdes. El hombre con el que había chocado algunas semanas atrás estaba allí, en el restaurante. Lucía un traje azul eléctrico que se amoldaba bien a su cuerpo, marcando sus fuertes músculos. —¿Quieres dejar de ver a mi pareja, mugre mesera? —reclamó una voz femenina. Avergonzada dirigí la mirada a la mujer que se encontraba sentada frente a él. Era una mujer hermosa y se notaba que tenía un cuerpo bastante voluptuoso. —Disculpe, Señora. —Insolente.  —Basta Farina. Mejor pide lo que quieres cenar. —regañó el hombre. La mujer hizo su pedido, lo apunté lo más rápido que pude para marcharme de esa mesa. Hice los pedidos al chef, y fui a atender más mesas, sintiendo una profunda mirada sobre mi.  —Anna aquí están los pedidos para la mesa 8 —llamó una de las encargadas de los pedidos.  Recogí los pedidos y regresé a la mesa dónde se encontraba aquel atractivo hombre. Serví en silencio la comida y el vino que habían pedido. Todo esto bajo la atenta mirada de aquel hombre, que hacía sentirme extremadamente nerviosa. —¿Algo más?  —No, puedes retirarte.  [...]  Me despido de mis compañeros de trabajo, y salgo del restaurante. Es bastante noche, hoy el restaurante se llenó y tuve que quedarme hasta tarde. Las calles están desoladas, me abarca una gran soledad.  «¡Oh, Soledad tú, mi fiel compañera, la que nunca me abandona!» Camino a prisa, estoy bastante agotada y un gran sueño me abarca. Lo que más deseo en este momento es descansar por una semana entera, pero sé que eso no es posible. A veces quisiera desaparecer de aquí, quisiera algún día dejar de vivir con mi madre y hermana.  Quisiera largarme de aquí, pero... Eso tampoco es posible.  Si pudiera pedir un deseo, pediría no volver a casa esta noche.  Estoy cansada de aguantar a mi madre y a mi hermana, no aguanto ni un poco más. ¿Por qué mi vida es tan miserable? ¿Qué he hecho para merecerme esto? Jamás he recibido amor, quisiera saber qué se siente ser amado.  Mi madre nunca me ha amado, a mi padre nunca lo conocí y mi hermana me odia.  ¿Seré capaz de amar? No lo creo. Si no sé que es ¿Como podría hacerlo? Esas y más preguntas rondan en mi cabeza. Voy tan sumida en mis pensamientos que no me doy cuenta que un auto viene siguiéndome.  Camino más rápido hasta llegar a casa, entro y toda la estancia está vacía. Seguro otra vez no se encuentran en casa. Fui directamente a mi habitación, me quité la ropa y me puse el pijama y sin más me lancé a la cama a dormir logrando dormirme casi al instante. Narra Leandro  Estaba enojado, esos desgraciados pensaban que me iban a ver la cara de estúpido. Me habían traicionado.  Es que ¿A caso no sabían que conmigo no se juega? Esta mala decisión les costaría la vida. -¿Por qué lo hiciste?- pregunté a la hermosa mujer que tenía atada junto a los otros dos traicioneros. No dijo nada- ¡Responde!  Guardó silencio y ni siquiera me miró. Eso fue suficiente para que mi paciencia se agotara. -¡Llévenlos a los calabozos! Ya saben que hacer, son todos suyos. Y que esto les sirva de ejemplo y para que tengan siempre presente que en la mafia la traición se paga con la muerte.  Me di la vuelta y salí de la habitación caminando en dirección a las escaleras. Me detuve de golpe al observar a Farina, una de mis amantes, en medio de las escaleras. Una sonrisa siniestra se dibujó en mi rostro, caminé hacia ella y la tomé de la cintura acercándola a mi cuerpo. —Justo lo que necesito —dije para luego llevármela a una de las habitaciones de invitados. Necesitaba quitarme este estrés. Y que mejor manera que esta.  También necesitaba sacarme de la cabeza a aquella niña de los ojos azules.   Esa niña que había visto tan solo dos veces y se había apoderado mis pensamientos. La deseo y la quiero en mi cama. Y eso para mí, no es un impedimento.  Es por eso que mandé a algunos de mis hombres para que la vigilaran, quiero saber todo de ella. La quiero para mi, solo para mi.  Y así sería, ella será mía. Solo mía.  Yo todo lo que quiero lo obtengo. Nadie le puede negar nada a "El Rey de la Mafia" absolutamente nada.
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