Capítulo 8
El Viaje
Parte 3 / Pensamientos
[Jorge]
La mire alejarse lentamente mientras nuestras miradas aún permanecían por completo conectadas, aun podía sentir el sabor de sus labios en los míos, ese dulce beso de despedida que me haría extrañarle durante todo el día, no importaba que tanto podríamos no entendernos en ciertos momentos, igual sentía su cariño a mi alrededor, su mirada enamorada, tanto como la mía, y ese pequeño amor que día con día crecía en nuestros corazones… era afortunado y por suerte para mí lo reconocía en el momento oportuno. La vi marcharse al tiempo que entraba en la panadería donde trabajaba, la última vez que la vi en ese momento fue cuando saludaba a su amiga del trabajo, un segundo después la perdí de vista dentro del negocio, yo me quede en la puerta pensando en cómo podría seguir mi camino hacia la universidad, pues ya era un poco más de la mitad de la mañana, el sol parecía ser un fiel acompañante de un día que había comenzado como de costumbre. Camine un par de calles hacia el norte de la ciudad, luego baje por la calle principal y recorrí el barrio por donde habíamos vivido junto con Sara en los primeros meses que tuvimos de novios, era un buen lugar, algo peligroso, a decir verdad, sin embargo, me gustaba vivir más hacia el centro de la ciudad… después de todo, todo lo interesante sucede en el centro. Seguí caminando mientras pensaba un poco en lo que sería mi día, debía ir a la facultad de derecho, asistir a una de mis clases opcionales y luego en la tarde… a eso del medio día, estaría al pendiente de reunirme con el Doctor Peláez, uno de lo más renombrados profesores de la universidad, el mismo hombre que me había ayudado como si fuera su hijo o un fiel amigo de toda la vida… ¿La razón?, él también había nacido en el pueblo donde yo lo hice, venia también de una familia humilde, por eso quizá es que el veía mucho de el mismo en mí, aunque también era producto de mi trabajo. Hacía unos 3 meses que trabajaba junto con él, le ayudaba a revisar los casos y a redactar los documentos… labor agobiante y algo tedioso que todo abogado debe hacer en algún momento de su día, por eso me lo dejaba en mis manos un poco menos ocupadas. Desde un principio lo hice solo por la experiencia, aprendí mucho en tan solo un par de semanas, que días después de haberle presentado un caso exitoso a su nombre, el me recompenso pagándome unos cuantos billetes a la semana, lo suficiente para poder comer a diario y para pagar los autobuses de vuelta a casa, sin embargo, al cumplir el primer mes de trabajar en su oficina, al mismo tiempo que asistía a clases en la facultad, el me propuso pagarme un salario mucho más alto, sin duda era dinero que no vendría nada mal, y que por supuesto acepte casi sin pensarlo, pues me estaba desenvolviendo en lo que pienso es mi pasión de por vida, así fue como seguí trabajando al tiempo que podía estudiar, al mismo tiempo que disfrutaba el vivir junto con mi novia, ahora, el Doctor Peláez, estaba a punto de darme, lo que yo consideraba un ascenso, pues no solo me promovería y me daría las responsabilidades de ser su agente, si no que me daría un papel mucho más importante para comenzar a trabajar como un abogado de oficio, pues estaría al frente de algunos casos… obviamente bajo la supervisión de sus socios o de el mismo. Esta oportunidad era la que no me había dejado dormir por varios días, pues aún no era algo seguro y eso me hacía dudar un poco, sin embargo, me aferraba a las palabras de Sara, esas que me llenaban el alma de energía y me daba el ánimo para afrontar las oportunidades que día a día se presentaban… “Te va a ir muy bien amor… todo estará bien…” me lo repetía cada vez que tenía oportunidad.
De manera casi automática, mis pasos me llevaron sin darme realmente cuenta, a la parada del autobús que me llevaría a la universidad, mi mente distraída era una herramienta muy hábil para resolver problemas, mas no era propiamente una buena cualidad para caminar por una ciudad que no conocía completamente, sin embargo, mi sentí de la orientación… además de mi peculiar forma de preguntar dónde estaba siempre, no me permitían el perderme en ningún momento. Me quede de pie junto a la parada del autobús, sosteniendo en mi hombro mi morral mientras la gente pasaba inadvertida de mi presencia, mientras mi pensamiento seguía un poco sumergido en la breve esperanza que me daba el nuevo trabajo que me propondría mi profesor de derecho penal, pensaba en las oportunidades, en que tan solo me quedaba un par de años en la facultad y ya estaba ubicado en un puesto que un abogado graduado mataría por obtener… bien podría decir de manera casi modesta que era un poco de suerte, o más bien producto de muchas noches sin dormir por culpa de los largos documentos que debía leer… de eso Sara sería una oportuna testigo de mi escaso tiempo para descansar. De momento, uno de los autobuses se acercó y enseguida hice la fila para abordarlo, estaba a punto de reventar el autobús, tanto así que tuve que irme de pie cerca de la puerta de salida, tan solo sosteniéndome de uno de los asientos y con el otro brazo me aferraba a mi morral. Tuve que aguantar así por varios minutos, totalmente incomodo y empujado por las personas que no les importaba el hacerse camino donde el espacio era por completo nulo, pero solo fue una más de las experiencias que dejaba la rutina citadina… “Eso no pasa en mi pueblo… allá apenas si hay multitudes, solo en las plazas del mercado” … me dijo mi padre en la única oportunidad que vino a visitarme… pensando en que no quería en su vida volver a montar en un autobús lleno de pasajeros. Recuerdo cómo me reí de él, el día que vino a visitarme… yo no tenía mucho dinero por que le había comprado un oso de peluche a Sara por su cumpleaños, así que cuando lo fui a recibir a la terminal de trasportes, tuvimos que tomar el autobús, llevando consigo un sin número de paquetes que eran presentes de mi familia, todos para mi… lo recuerdo con nostalgia, se me arruga el pecho de saber que he estado lejos tanto tiempo de mi hogar y de mi familia, pues al mismo tiempo que muchas oportunidades buenas he encontrado en mi camino, he tenido también que dejar de lado todo aquello que me hacía feliz sin notarlo, mi familia, la vida en el campo desde que era niño, incluso los juegos de video que tanto me gustaban, incluso a Sara también le gustaban… teníamos una consola pero ya ninguno de los dos la usaba siquiera, son detalles que de forma un poco inconsciente se pierden conforme la vida va cambiando y nosotros con ella, sin embargo no me sentía en paz con el hecho de no saber mucho de mi familia, ¿Podría ser que después de tanto tiempo mi familia me llegue a desconocer…?, era una de las preguntas que con algo de desanimo me hacía cuando pensaba en los mese UE no he visto a mi padre… bien podría salir un día temprano y tan solo tomar un autobús que me llevase hasta mi pueblo… o incluso si le decía al Doctor Peláez él podría llevarme pues iba de visita cada mes… pero nada de esto tenía el valor de hacerlo posible, podría ser por el hecho de no tener mucho dinero para hacerlo, o quizá era el miedo a mi propia familia, de que pensaran que los había dejado atrás en el camino por ser alguien importante… lo cual no sería justo, pero podrían pensarlo así.
Por poco y me paso de la parada del autobús en la que debía bajarme, por suerte reaccione antes de que el chofer cerrara la puerta de salida, salte desde el segundo escalón y llame demasiada la atención de los transeúntes, camine por la acera un par de calles hasta llegar a la universidad, estaba a punto de entrar en el edificio, pero justo cuando estaba por pasar la puerta, escuche un fuerte ruido como si un auto hubiese chocado… efectivamente dos autos habían chocado entre sí en el cruce que apenas si yo había acabado de pasar, me quede observando como los dos conductores se peleaban, al parecer uno de los autos había esquivado a un habitante de la calle que caminaba como si nada en compañía de su perro, el hombre y su mascota se alejaron rápidamente antes de que alguien les pudiese decir al menos un reclamo. No me quede más tiempo del necesario pues apenas si tenía el tiempo suficiente para llegar a mi clase. Tuve que correr al subir las escaleras pues el elevado del edificio estaba en reparaciones, corrió saltando varios escalones a cada paso, pero cuando llegue al quinto piso, no tuve el tiempo para recuperar el aliento, llegue al salón de clases justo cuando la maestra estaba por cerrar la puerta, tan oportuna fue mi llegada que tuve que detener la puerta con la mano.
—Justo a tiempo López…—me dijo la maestra al notar mi llegada.
—Como siempre maestra…—le respondí con la voz ahogada.
—Tome asiento y respire profundo…—me contesto algo molesta.
Enseguida me dirigí a la parte de atrás del salón de clases, normalmente me hacía en los lugares del frente, pero como había llegado tarde, me dio vergüenza el quedarme frente a todos. Tomé mi teléfono celular y envié un mensaje de texto a mi novia, y ella lo contesto casi al instante con un sin fin de corazones.