CAPÍTULO 3

1549 Words
Han sido dos semanas eternas. Estoy en la casa de Dante a la espera de este, que insistió que me quedara en su casa. He pescado un resfriado que me tiene en la calle dela amargura. Bueno, eso y el hecho de que Dante no está conmigo. Lo único bueno es que he obtenido días de descanso y Maite no debe estar feliz de que falte al trabajo. Sin embargo, Dante me preocupa. La última vez que hablamos fue hace dos días por videollamada. No he sabido más de él y se lo ataño a la mala señal que dice que tiene en el lugar donde está. Además, tengo una noticia que debo darle. Estoy aterrada, cuando fue a la consulta me hicieron una serie de exámenes de rutina y he descubierto que estoy embarazada. Siento que podría subirme por las paredes, esto no estaba en nuestros planes. ¡Por Dios! Ni siquiera estoy segura de querer conocer a su familia. Solo me toca esperar a que regrese y entre los dos planear nuestro próximo paso. Por lo que hablamos hace dos días, su vuelo de regreso fue anoche. Sin embargo, son trece horas de viaje y sé que estará cansado. El timbre me sobresalta. Las únicas personas que saben que estoy aquí es Dante y su primo Osmán. De hecho, Dante ama tanto su privacidad que no tiene a alguien trabajando en su casa, una persona viene dos veces a la semana y hace el aseo dela casa. Me acerco a la puerta y me encuentro a Osmán. ―Osmán ―lo saludo con una sonrisa que él no me devuelve. ― ¿Podemos hablar? ―dice en tono serio. ―Por supuesto ―hago un gesto al interior invitándole a pasar. Entra y cierro detrás del. Me ajusto el abrigo sobre el pijama y lo sigo al salón. ― ¿Sucede algo? Osmán está de pie con las manos en los bolsillos de sus vaqueros mientras sus ojos verdes me observan con atención y puedo ver la aprensión en estos. ―No hay manera de que yo diga esto de una mejor manera. ―Me estás asustando, Osmán, ¿Qué pasa? Respira profundo y niega antes de que sus ojos se vuelvan cristalinos. ―Dante está muerto. Las palabras de Osmán me dejan sin aliento. ― ¿Qué? ―Susurro. ―Jenna… ―No es verdad ―niego y siento como mi pecho se aprieta de anticipación. ―Celina me lo acaba de confirmar. Niego y miro alrededor mientras intento asimilar lo que me acaba de decir. Lo miro casi rogando que me mienta. «Me tienes Jenna, y siempre me tendrás.» ―No, ¡No! ―grito cuando mi corazón al fin se quiebra. ―Él va a venir a casa ―digo intentando mantener la calma ―Dante y yo nos vamos a ver aquí. Me aferro a las esperanzas de que todo sea una broma de mal gusto. Intento respirar, pero se me dificulta. ―Su vuelo llegaba esta mañana… ―Han tenido un accidente de camino al aeropuerto. ―No… ―lloro ―No te creo ―lo miro mientras mis lágrimas bajan por el rostro ― ¡Dante no puede estar muerto! Nosotros íbamos a irnos ―continuo y miro a los lados ―Se supone que íbamos a viajar juntos. ―Jenna. ― ¡No me digas que está muerto porque es una maldita mentira! ―golpeo mis puños en su pecho mientras mis rodillas apenas me sostienen y Osmán me sujeta. ―Lo siento ―dice mientras me sostiene. Solo escucho las disculpas de parte del primo de Dante mientras caigo en la inconsciencia. Cuando recobro el conocimiento, abro los ojos lentamente y me encuentro mirando la lámpara colgada de mi pequeño departamento. Siento como si acabara de despertar de una pesadilla. Las lágrimas se deslizan por mi rostro en silencio. ― ¿Jenna? Cierro los ojos ante la voz de Osmán que me dice que no es una pesadilla. Es la realidad. Dejo salir el llanto que ahogo con mi puño. Con algo de dificultad me enderezo en el sofá para encontrar al primo de Dante de rodillas frente a mí. ―Necesito verlo ―susurro ―despedirme de él. Niega. ―La tía ha dispuesto todo para que… ―se aclara la garganta ―para que su cuerpo descanse en el panteón familiar en escocia. ―Llévame con él ―ruego cuando nuevas lágrimas brotan de mis ojos. ―Lo siento, Jenna. Pero no puedo hacer eso. ― ¿Qué? ―susurro. ―Mi tía Celina no te quiere ahí. La sorpresa me atraviesa. ― ¿Como…? ―No lo sé, pero sabe que existes y no te quiere con ellos. Se pone de pie y da un paso atrás, sus ojos negros mirándome con compasión. ―Lo siento, pero solo vine a avisarte. Lo mejor que puedes hacer es alejarte de aquí. Con eso sale de mi departamento dejándome es shock. Siento como cada centímetro de mi piel hormiguea y el dolor en mi pecho amenaza con sofocarme. Mi grito es casi animal cuando me rindo al dolor. ⭐⭐⭐⭐⭐ ― ¿No crees que deberías comer algo? Niego ante las palabras de Brian que me mira con preocupación. Hace una semana que deje el departamento de Dante, hace una semana todos hablan de la tragedia que ha enlutado a los Ferraro. Hace un poco de una semana me enteré de que estoy embarazada. Ni siquiera me dio tiempo de contarle. Siento que he caído en un agujero del que me será imposible salir. Maite me ha despedido luego de no reincorporarme a mis actividades. ―Jenna, debes alimentarte un poco, hace días que estás así ―niega ―tienes que levantarte. ― ¿Cómo se hace? ―susurro y él frunce el ceño ― ¿cómo sigues adelante cuando tienes el corazón roto? ―Sabía que te traías algo con el Ferraro ―niega ―Pero jamás pensé que fuera algo serio. Una solitaria lágrima rueda por mi mejilla. ―No me dejaron siquiera despedirme de él―. Lo miro y maldice. ―Son unos hijos de puta todos. Sorbo mi nariz una vez más. Llaman a la puerta de mi departamento y este se pone de pie. ―Debe ser el repartidor con lo que ordene. Asiento. Sin embargo, no es la comida. En cambio, entra una mujer alta y esbelta de unos cincuenta años. Lleva un conjunto en color n***o y cuando sus ojos se posan en mí puedo ver el desprecio en estos. Tiene el cabello oscuro en recogido severo y sus ojos oscuros lo observan todo con asco. Celina Ferraro está en mi departamento. Me pongo de pie y me limpio el rostro. ―Así que tú eres la prostituta de turno que mi hijo frecuentaba. ― ¿Disculpe? ―digo sorprendida por su rudeza. Desde atrás Brian la mira mal. ―Sí, la mujer que pensaba que iba a poder atrapar a mi hijo ―se ríe. Una risa vacía. ―Dante y yo teníamos una relación. Y, lo que ustedes hicieron conmigo no tiene nombre. ― ¿Qué? No dejar que una zorra llorara sobre los restos de mi hijo. Cierro los ojos antes las hirientes palabras de esta. ―Lo mejor que puedes hacer es largarte de aquí y volver a la ratonera de donde saliste. ―Oiga señora, no se pase ―espeta Brian. Ella lo mira con una sonrisa sabedora. ―Ya tienes tu reemplazo ―dice ―No me extraña. ― ¡Váyase al diablo! ―exclamo. ―Yo amaba a su hijo ―Por supuesto ―asiente con una mirada sarcástica ―Por tu bien, aléjate de nosotros, olvida que mi hijo existió. Contengo la respiración. Como lo hago si voy a tener un hijo de él. Sin embargo, no verbalizo mi pensamiento, si le digo a esta mujer que estoy embarazada sería capaz de lo que sea, puedo verlo en su mirada. ―Si yo fuera tú, no lo pensaría mucho, no vaya a ser que cosas malas pasen. ― ¿Me está amenazando? ―Te estoy dando un consejo ―me guiña. Me barre de arriba abajo con disgusto. ―No entiendo porqué mi hijo recogió una basura como tú. No me interesa escucharla más. ―Lárguese de mi casa. Ahora ―señalo la puerta que Brian abre. Esta da un paso más cerca y me ve con seriedad. ―Por tu bien y el de tu bastardo, aléjate de nosotros ―susurra en un tono apenas audible que solo yo escucho. Me quedo en shock ante sus palabras. Cuando al fin se va me dejo caer en el sofá. Brian cierra de un portazo y maldice. ―Esa mujer es una maldita. Asiento. ―No quiero estar aquí. ― ¿Qué dices? ―Me mira con confusión. ―No tengo nada que me ate a este lugar. Me llevo la mano a mi vientre y respiro profundo. ―Necesito alejarme de todo. De esa mujer principalmente. ―Jenna. Niego. ―Por mí, Brian. Por mi salud mental ―espeto. Por mi bebé. ― ¿A dónde iras? Lo miro con una sonrisa forzada. ―De vuelta al lugar de donde nunca debí salir.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD