Capítulo 1

1713 Words
Louise Davis era una periodista de 25 años.  Se había graduado de la universidad 2 años atrás y en ese momento se encontraba buscando empleo en una de las mejores agencias del mundo. Lastimosamente, hasta el momento le habían ofrecido contratos para ser presentadora de noticias locales en Londres, cosa que realmente no le llamaba la atención.  Ella sabía por qué había estudiado periodismo y de esa manera, quería marcar huella. También sabía que estaba en uno de los lugares más atractivos para estudiar y trabajar, lo que le dificultaba aún más conseguir un empleo bien remunerado. Se encontraba en el sofá de su apartamento aburrida. Ella había decidido estudiar periodismo para ser corresponsal de guerra. Sentía que una de las laboras más respetadas dentro del campo profesional era esa. Poder hacer parte del día a día dentro de un conflicto era algo de otro mundo. Era un trabajo difícil, lo sabía. Pero también excitante. Por esa razón, Louise tomó su computador y una taza de café para leer sobre problemáticas mundiales. Si se llenaba de información le iría mucho mejor en la entrevista de trabajo que tendría en la tarde en la Agencia Reuters.  Así fue como encontró toda la información necesaria para entender mejor la situación que atravesaba Estados Unidos. Quería ser la primera fuente de periódicos como Daily Mail o el Washington Post.  Encontró que, su presidente André Oblak estaba siendo objeto de diferentes ataques por parte de grupos criminales que buscaban su derrocamiento. Por eso era por lo que había comenzado un conflicto interno, donde el ejército estadounidense debía de enfrentarse a ellos en pro del gobierno. Observó una rueda de prensa hecha una semana antes sobre los hechos y suspiró. Tal vez ella podría estar ahí si lo contrataban. — Soy el teniente Miller del ejército de Estados Unidos —habló una persona alta y de ojos verdes—. Estamos dando todo lo posible para enfrentar al enemigo. Por el momento, el presidente se encuentra resguardado. Nuestra labor no termina. — Teniente Miller —espetó una periodista—, ustedes dijeron que no debían de haber preocupaciones hace dos días. Dijeron que esto era algo rápido y- — No tenemos más declaraciones —le cortó el hombre y se terminó el vídeo.  — Que grosero... —Louise rodó los ojos y miró la hora dándose cuenta de que se le había pasado el tiempo y debía de vestirse para su entrevista.  Ella estaba a las afueras y la agencia se encontraba en el centro de Londres. No podía darse la gracia de llegar tarde. Sentía que esa sería una excelente oportunidad laboral en la que lo contratarían. De esa forma, cuarenta minutos después se encontraba frente a Reuters. Pronto tendría su entrevista y sus palmas sudaban. Sus amigos de la universidad se habían burlado cuando les dijo que se presentaría allí. No confiaban en que fuera a quedar y siendo honesta, ella tampoco.  No poseía el conocimiento o experiencia que muchas de las personas que trabajaban allí tenían, pero como una vez le había dicho su madre antes de morir, era mejor intentarlo que lamentarse.  El edificio tenía más de diez pisos y ella debía de presentarse en el séptimo. Escuchaba cómo sus pies golpeaban contra el suelo mientras esperaba el ascensor y un muchacho a su lado sonrió, mirándola. — ¿Tienes una entrevista? Louise le devolvió la sonrisa y limpió su frente. — Si... estoy algo nerviosa. — Se nota —esta vez el muchacho rió—. Tranquilízate. Si estás aquí es por algo. Louise asintió y continuaron su trayecto en silencio.  Algunos minutos después, ya se encontraba frente a la oficina esperando a que le llamaran. Su blusa apretaba, pero sabía que era cuestión de nerviosismo porque en casa se había encargado de que le quedara cómoda. — Louise Davis —una mujer salió y le miró—, imagino que eres tú. Acompáñame. La castaña se levantó y entró al lugar. Demonios. Tenía que permanecer tranquila. — Buenas tardes. — Buenas tardes, señorita Davis —le saludó un hombre—. Por favor, siéntese. — Gracias. La entrevista era conformada por dos hombres y una mujer. Ella estaba posicionada frente a ellos, de manera que pudiesen mirarle directamente todo lo que hacía. Por esa razón, se sentó en posición recta y puso sus manos encima del escritorio.  Sentía que hasta el más mínimo movimiento podía hacer la diferencia. — Bien... esto es rápido. Solamente cuéntanos sobre ti. Tu trabajo soñado y por qué quieres pertenecer a esta agencia. — Bien —masculló Louise—. Mi nombre es Louise Davis y tengo 25 años. Soy periodista desde hace 2 años y desde joven había querido trabajar en la agencia. Quiero desempeñarme como corresponsal de guerra y siento que la agencia me puede ofrecer este trabajo, además de un amplio conocimiento y desempeño en las áreas que maneja. — Perfecto. —sonrió una de las entrevistadoras— ¿Conoces sobre coyuntura internacional? ¿Sobre conflictos? — Si. — Háblanos de uno y por qué te gustan. Louise cruzó los dedos de sus manos y se concentró. Cualquier rastro de nerviosismo se fue de su cuerpo y decidió contarles lo que había estado investigando. — Conozco sobre varios conflictos, pero he leído con atención sobre el conflicto interno de Colombia y el que está atravesando Estados Unidos —tomó un respiro—. Por otra parte, me llama desde joven. Mi padre fue militar y me contaba todo sobre sus experiencias. Quiero cubrir la guerra sin tener que estar dentro de la misma como militar. Es una labor muy respetable. — ¿Cuál te llama más la atención cubrir? —Le interrumpieron. — El conflicto de Estados Unidos. Es algo nuevo y que está presentando sus momentos más tensionantes por su inicio, al no saberse lo que deparará. No quiere decir que el conflicto colombiano no sea interesante, claramente. Pero es algo que viene de más de 50 años. El conflicto de Estados Unidos acaba de comenzar. Los tres entrevistadores asintieron a la vez y hablaron en voz baja entre ellos algunos segundos. — Muchas gracias. Te estaremos llamando en el transcurso de la semana. Louise se despidió y salió del lugar con un largo suspiro. Qué entrevista de mierda había hecho. ¿Acaso no había ensayado frente al espejo muchas veces para decir algo más interesante sobre la agencia? Además, odiaba eso de que le iban a llamar. Nunca sucedía. Ella lo podía confirmar. Mientras esperaba, se iba a dedicar a escribir en su blog 10 maneras de arruinar tu entrevista soñada.                                            ✩✩✩ Era viernes. Nada que le llamaban.  Louise cambió la película que estaba viendo y soltó un gemido de tristeza. Ella quería trabajar allí, quería que le contrataran. Además de las obvias razones de que sus ahorros ya se estaban terminando y pronto debía de pagar la cuota al banco de su apartamento.  De un momento a otro, su celular comenzó a sonar y como si de un resorte se tratara, saltó del sofá y lo tomó sin revisar quién era. — Louise Davis aquí. — ¿Louise? —Escuchó la voz de uno de sus amigos del otro lado de la línea. — ¿Por qué respondes así? Todas sus esperanzas se desmoronaron y volvió a soltar un gemido lastimero.  — Pensé que era de la agencia. Su amigo soltó una carcajada—. Deja de pensar en eso. Mejor dime si quieres ir por unos tragos en la no- Louise esperó a que continuara hablando, pero se dio cuenta que una llamada de un número desconocido estaba entrando a su celular. De inmediato colgó a su amigo y respondió: — Louise Davis aquí. — Hola Louise. Es de Reuters. Nos gustaría que pudieses venir hoy. Estamos hasta las 6 de la tarde. ¿Puedes hacerlo? — Si, si —afirmó rápidamente—. Por supuesto. — Perfecto.                                                                                        ✩✩✩ — Muy bien, quería comentarte yo personalmente sobre tu situación. Por eso te hice venir. — ¿Podrías decirme tu nombre? —Louise inquirió. Ni en la entrevista, ni cuando le saludó le había dicho su nombre. La mujer rió —. Me llamo Emilia. Lamento no presentarme. Qué grosera. — No hay problema, mucho gusto. — Bueno —continuó la desconocida, ahora de nombre Emilia—, queremos que trabajes para nosotros. Consideramos que tu experiencia es poca, pero posees el conocimiento que necesitamos. Louise lamió sus labios, sin entender. Si, se había postulado para entrar a la agencia pero no para un trabajo en específico. Ahora que lo pensaba... ellos podían hacerle trabajar limpiando los escritorios y ella ni había pensado en esa posibilidad.  Demonios, ese pago no le alcanzaría para pagar sus servicios. Emilia continuó: — Realmente nos sorprendió lo que dijiste. No es algo normal escuchar un periodista que viene aquí decirnos "quiero cubrir la guerra". Por esta razón te ofrecemos la vacante para cubrir lo que está sucediendo en Estados Unidos. Louise sintió sus sentidos agudizarse y su cuerpo hormiguear. Se iba a desmayar. No podía creer que por fin había conseguido el trabajo que había estado soñando. Le había costado 2 largos años, pero ahí estaba. Ahí se encontraba a punto de desempeñarse en lo que siempre quiso. Tomó tres respiraciones profundas y se sentó en el lugar más cercano que pudo.  No sabía cómo reaccionar y pensó en su madre, si ella hubiese estado con ella, sería la mujer más orgullosa. — Mu-muchas gracias —habló después de varios segundos—. Siento que por fin podré cumplir mi sueño. — No te preocupes, es normal. —Sonrió su acompañante— Solamente espero que no te pongas así cuando estés cubriendo algún hecho. Louise rió. Se sentía muy feliz. — Prometo que no sucederá. Luego de aquella charla, comenzaron a trabajar en su contrato laboral y lo que sería su pago mensual. La joven se encontraba encantada y supo que debía de revisar todos sus documentos para volar lo más pronto posible a Estados Unidos.  Emilia le dijo que allí ella estaría protegida por un grupo de militares al mando del Teniente Miller y que convivirían lo que restaba del conflicto en el país. — Teniente Miller... pronto nos conoceremos.
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