Muchas cosas pasaron por la mente de Derek Hamilton al sentarse en esa mesa, puede que hubiera estado un tanto indispuesto en asistir porque llegar tarde no era uno de sus defectos, o bueno, siempre lo hacía de forma premeditada para ver si de esa forma dejaban de insistirle en ir a esos eventos. No le agradaba todo el asunto de la etiqueta y de codearse con la alta alcurnia de la gente que movía el dinero del F1. Le encantaba correr y darse ciertos lujos, pero sin la presión social de los altos estándares de la élite social. A pesar de todos esos inconvenientes y de su negativa, cuando miró los ojos verdosos de la mujer que acompañaba a Giovanni Lacroix, supo que meterse en ese costoso traje de marca había valido la pena. Era una mujer hermosa, una ninfa de cabello rubio como los rayos d

