Un amor para recordar.

Nueva York 1990. —Cuidado —habla nervioso él joven de ojos claros encontrando la mirada de una morena le mira sin entender. —No eres de por acá, ¿verdad? —inquiere tomando a la joven entre sus brazos para evitar que caiga al suelo, ella le mira visiblemente atraída por sus rasgos varoniles. —Yo... —titubea sintiéndose intimidada con su atención. —No, —las palabras no le salen pues es la primera vez que tiene tal cercanía a un hombre, se sonroja. —No soy de aquí. La muchacha puede imaginar lo que sería ser besada por esa boca, recibir palabras de amor de aquella voz tan sensacional. —De eso me he dado cuenta —sonríe ayudándola a recuperar el equilibro. La joven por su parte alterna la mirada entre sus ojos verdes que parecen necesitados de atención y sus labios urgidos por ser besados, eso sin duda lo desconcierta. —Mucho gusto soy Pablo Villareal - musita nervioso recuperando su postura. —Yo soy Liliana Manrique —se muerde el labio inferior hipnotizando a Pablo. —Me gustaría invitarte a tomar algo —sujeta su mano sintiendo cierto magnetismo entre ellos. —Eres muy amable, pero —niega con la cabeza —mis padres no me darán permiso - se encoge de hombros intentando ocultar su pesar —son muy estrictos. —Entiendo, eso quiere decir que eres menor de edad, ¿me equivoco? —se muestra decepcionado, ella asiente. —Lo lamento señorita Manrique, no fue mi intención incomodar o ser pretencioso —se aleja, y la morena empieza a sentir algo desconocido en su estómago, las llamadas mariposas —con permiso. —El próximo mes cumplo la mayoría de edad —habla un poco desesperada por tener su atención. Los jóvenes han concertado la cita para volver a verse, tienen en cuenta que es hija única de Marta Liliana y Agustín Manrique, por lo que le ha contado a Pablo ella pertenece a una posición económica sobresaliente en la capital, además de contar con solo diecisiete años; su piel es morena de ojos verdes y cabello n***o cosas que él le atraen. Le cuenta que sus padres como es costumbre decidieron ir de viaje unos cuantos días a Nueva York, pero ella como toda joven de su edad no deseaba hacerlo ya que lo único que deseaba era quedarse con sus amistades. Nueva York, días después… —Creí que no vendrías —sonríe encantado mientras le ofrece su brazo para caminar juntos por el Central Park. —¡Te ves hermosa! —besa su mano y van caminando. —Gracias por aceptar mi invitación. —A ti por invitarme, en realidad no sé que se hace en estos casos —habla nerviosa sintiendo su corazón acelerado —, nunca había salido con un hombre —se sonroja. —No te preocupes... me alegra ser el primer hombre con quien sales, espero ser él único —se ríe al verla sonrojarse todavía más —. Lamento si te hice sentir mal —compran un par de helados mientras caminan, —es solo que podría meterme en problemas —aclara su voz y habla con seriedad —aún eres menor de edad, así te falten unos días eso sería un delito —ella asiente nerviosa —. Y dime, ¿Qué te ha parecido la ciudad? - inquiere travieso. —Me ha encantado —sonríe emocionada —quiero estudiar fotografía y por eso acepte venir, mis padres dicen que hay excelentes universidades para que pueda estudiar esa carrera —su mirada se ilumina cosa que le encanta a Pablo. —Es una carrera interesante, seguro te va a ir bien, quiero saber de ti —ella sonríe encantada de su caballerosidad. A partir de ese momento se dieron innumerables encuentros por casi dos meses hasta que tuvieron que volver a sus realidades, Pablo le escribía cartas coincidiendo que ambos eran mexicanos, la familia de él es una de las más importantes de la capital, pero él omitió decirle tal detalle pues no quería espantarla. Transcurrieron en total seis meses donde su comunicación era a través de cartas hasta que un día se volvieron a ver, la morena ya era mayor de edad lo cual no impedía sus encuentros. México, julio de 1993. Pablo sale de su ensueño y vuelve al presente, da un sorbo más a su trago sin dejar de sentirse amargado al recordar lo que fueron sus comienzos al lado de aquella joven a quien esperó para que fuera mayor de edad y así poder tener su romance, uno que nunca fue formal al menos por decisión de ella, parpadea cansado antes de poner atención de nuevo al detective privado que contrató para localizar a su antigua novia. —Perdón por interrumpir, pero —Pablo levanta la mirada. —Ya tenemos información del paradero de la señorita Liliana —él se remueve incómodo a la espera de noticias —se va a casar con el señor Martin Santos. —¿Hay fecha? —inquiere maldiciendo. —En una semana —Pablo golpea el escritorio. —Entiendo, supongo que ya no tengo porque seguir buscándola —toma un poco de agua —supongo que es hora de dejarla ir de mi vida y tomar como esposa a Sofía ¿en donde vive Liliana?. —En la hacienda la Liliana —Pablo asiente. Mientras tanto en la hacienda mencionada Liliana se remueve nerviosa, escucha hablar a su madre, pero la depresión que siente por estar alejada del hombre que ama ha logrado hacer de ella una persona sin voluntad alguna, se siente deshecha hasta que su madre la saca de sus pensamientos y ella hace un esfuerzo por seguir la conversación. —Supongo que estás contenta —afirma la mayor, —tu futuro esposo te ama profundamente —sonríe mientras hacen los últimos arreglos del vestido de novia. —¿Cómo puedo estar feliz si él me compró? —solloza escuchando una camioneta llegar. —Si Pablo supiera lo que me has hecho jamás permitiría que haga semejante cosa —mira con tristeza su vestido; —no me quiero casar, pero lo hago porque deseo encontrar a mi hija –la madre la mira con cierto desprecio. —Madre dime ¿en dónde está mi hija?, porque sé que no está muerta como me lo hicieron creer. >>>>>>> —¡Liliana! —grita mientras camina por el rancho —Liliana —vuelve a llamarla mientras ella sale de su trance e intenta buscarlo —Liliana. —Señora, disculpe pero abajo hay un hombre que llama desesperadamente a la señorita —la mirada verde de la joven se ilumina —¿qué debo hacer?. —Yo voy —se adelanta a decir mientras su madre la detiene. –No, si lo haces jamás vas a saber dónde están tus hijas —Liliana abre mucho los ojos. —Entonces no lo soñé — en ese momento aparece Pablo, —tuve dos niñas —se lleva la mano al pecho. —¿Qué dijiste? —la mirada llameante de Pablo hace estremecer a la morena —tienes dos hijas —habla incrédulo mientras su corazón galopa desesperado —¿tenemos dos hijas? —la joven asiente nerviosa - ¿en donde... dónde están nuestras hijas? - toma a Liliana entre sus brazos. —¿Qué les hicieron? —se altera mirando con cierto odio a su suegra. —No lo sé —llora —mi madre no me quiere decir y por eso quieren que me case con Martin —él la abraza —, por favor ayúdame a encontrar a nuestras hijas —Marta Liliana los mira con odio.