-- ¿Que sucede?-- le pregutó Zoé a su esposo Mikhail Wolton al verlo con cara de preocupación.
-- ¿Cielo, hace ya cuanto no reclutamos?-- respondió con una pregunta.
-- No me digas ¿Alguien egocéntrico, mala leche y estupido-- adivinó.
Mikhail río divertido. Su esposa tenía cierta aversión a los hombres ricos. Lo gracioso es que estaba casada con uno. Habían pasado cinco años desde que se casaron y ella aún no lo dejaba de divertir.
-- Es un gran socio ¿Quieres jugar? -- propuso con ojos chispeantes, emocionado ante la idea.
-- Mmmm -- si hizo la desentendida. -- No sé, ¿será buena la recompensa? -- miro sus uñas con aburrimiento.
Más que encantado la miro con una sonrisa. Se encontraban en su despacho en las oficinas de Empresas Wolton. Su esposa ya tenía cinco meses de embarazo. Se veía hermosa. Tomo los papeles que tenía en su escritorio y se los pasó.
-- Si alguien gana el otro tendrá que concederle un d***o al ganador-- propuso.
-- Ah, interesante-- ella tomo los papeles y hojeo. A medida que iba leyendo se puso recta en su asiento y lo miro confundida.
-- Es una broma -- inquirió. Mikhail negó con la cabeza.-- ¿En serio? Vaya tela, si que la tenemos dura ¡Me encanta! -- sonrio cual chiquilla.
-- ¿Es una apuesta?
-- Es una apuesta-- confirmo ella.
-- ¿Cerramos con un beso? -- la miro esperanzado. Zoe se puso de pie y lo besó.
-- Pero... ¿Richard Williams? ¡Dios mío! Quien se quiera casar con él tendría que estar muy desesperada.
-- Bueno, sinceramente si tienen padres y estos quieren hacer negocios con Richard sin duda aceptarán.--
Zoe bufo. Lo que hace el dinero. La gente se volvia loca por esas cosas.
-- ¿Tienes a alguien en mente quiso saber ella.
-- Oh, cielo, no te diré nada. No seas tramposa.
Ella soltó una carcajada. Jamás pensó que Richard Williams solicitara sus servicios. Las malas lenguas decían que era un hombre tenas, duro, insensible, dormía y vivía para el trabajo. Iba a las fiestas solo. Solo habla de negocios y habían algunos que hasta decían que era un mafioso. Hasta de trata de Blanca lo acusaban. Seria un marido duro y exigente. No sabía de llorar o reír ante la idea de la muerte que sería su esposa y prácticamente dueña de la mitad de su fortuna. Que por cierto, era enorme, mucho más de la suya y su esposo juntos.
Definitivamente un negocio raro para gente rara.
-- Nos reuniremos con él mañana. Nos ha enviado sus especificaciones, pero personalmente sea hacen mejor los negocios.
--¡Mercado de mujeres! Wiiii -- exclamó Zoe fingiendo emocion.
Mikhail rodó los ojos.
-- Eso suena muy raro.
-- Pero, cariño, aquí los proxenetas somos nosotros-- le guiño un ojo.
-- Y pensar, que al pobre Richard lo acusan de trata de blancas. Pobres policía ¿acaso les regalan el sueldo? Es que la mata del mercado n***o esta aquí.
Mikhial soltó una carcajada. Estaba alucinando, su mujer ciertamente tenía unas ideas locas.
-- Nuestro negocio es más sofisticado, nuestras mujeres tienen mejor calidad. Y no somos vendemos su cuerpo por horas, solo las casamos con hombres de negocio y ricos. No estamos haciendo nada ilegal, es más algo así como una empresa de citas. Hay un intercambio si te gusta bien y sino también, no los obligamos...
-- ¡Mercado de maridos!-- volvió a exclamar-- A nota cariño, las ideas ahora mismo me están lloviendo.
Más divertido que antes volvió a reír. Las hormonas de aquella mujer estaba alborotadas. Eso le gustaba, seguro que esta noche había más actividad física.
-- Ya te he dicho que me encanta tu cerebro, duermo cada noche con dos cosas valiosas. Tu cerebro y tu cuerpo.
Ella lo miro ceñuda, para nada de acuerdo con sus palabras.
-- Que bueno que esta noche vayas a dormir solo con la almohada-- le espeto. -- En la sala, mi cerebro y yo ocuparemos toda la cama necesitamos hacer tanto que no abra más espacio para otra persona.
Mikhail abrió la boca para protestar. La había embarrado. Con todo su encanto se levantó y fue hasta ella.
-- Cielo...-- empezó con una sonrisa encantadora. Pero ella lo detuvo con una mano.
-- Lo siento, tengo trabajo poniéndose de pie se dirigió a la puerta-- Mi cerebro y yo iremos a buscar en la base de datos posibles candidatas para el Richard, después de todo aún amigo no se le niega la ayuda.
-- Nos está pagando-- reprocho Mikhail.
-- Como sea...
-- Z, ven aquí. ¿Es en serio lo del sofá? -- quiso saber esperanzado.
-- Si
-- Solo estaba jugando no lo decía en serio.-- se defendió.
-- Debiste coordinar bien tus pensamientos, hablar apresuradamente siempre te mete en problemas conmigo-- lo regaño.
--¿Por lo menos puedo usar el de nuestra habitación?-- negocio conociéndola y sabiendo que ella no iba a desistir.
-- No -- cerro el tema.
Suspirando volvió a su asiento con resignación, debía cuidar lo que decía ante ella. Se concentró en su trabajo.
Al día siguiente, en la sala de juntas esperaban a su cliente. Roger quien se encontraba allí también lo miro curioso.
-- ¿Tienes tortícolis o algo?-- pregunto divertido.
Mikhail volvió a girar en círculos su cabeza para menguar el dolor del cuello.
-- Cállate, solo es estrés.
-- Si, claro-- se mofó-- seguro que Zoe te envió al sofá otra vez, porque mejor no te compras una cama y alistas otra habitación para cuando te vuelva a echar de su cama-- le propuso.
-- Mira quien habla, como si Alicia no te mandara a dormir también al sofá-- atacó-- Cierto, lo olvidaba. No soportas estar lejos de ella y por eso duermes en la alfombra que está al lado de la cama.
-- ¿Quieres volver a dormir en el sofá?-- dijo enojada-- Y tu ¿Quieres que le vaya con el chisme a Alicia?-- miro a Roger quien hizo señal de cerrar su boca con candado.
-- Cielo...Te amo -- le lanzo un beso junto a un guiño. Zoe lo miro medio divertida.
En el instante entro su secretaria anunciando la llegada de su cliente, a quien, por cierto, Zoe conocía.
La puerta se abrió y entró un hombre alto. Altura 1.93 m. Cabello castaño oscuro largo, piel bronceada, ojos negros y sexy como menos te lo puedes imaginar, parecía un chico malo. Un motociclista.
A Mikhail no le gustó para nada como lo miro Zoé, pues Richard no perdía la oportunidad de incordiarlo. Lanzo esa sonrisa socarrona que de seguro rompía corazones, pero a él lo que le rompía ers el humor. ¿Como se conoció con su esposa? Fácil y sencillo, Zoé llamo su atención en una fiesta de inauguración de una de más tiendas exclusivas del consorcio de automóviles de Richard. Pero, no hay no había empezado todo, él conoció a Zoe cuando esta era esposa de Gonzalo. Lo que lo hacía sospechar, pero Zoe lo habia tranquilizado.
-- Zoe, querida-- saludo galante tomando su mano y besandosela. Esta sonrio encantada.
Mikhial la miro entre cerrando los ojos, pero ella lo ignoro.
-- Te recuerdo que eres una mujer casada-- le susurro al oído-- ¿Quieres ser castigada hoy?
Su esposa lo mijo de reojo bastante interesada en lo del castigo.
-- De que hablas, es Richard, un amigo. Los trato igual a todos.
-- Si, claro -- resoplo.
El famoso Richard, tomó asiento al otro lado de la mesa. Zoe se acercó a su marido al verle el entrecejo arrugado.
-- Vamos, cariño. Te amo, no hay nadie mejor que tu... solo quise pincharte un poquito-- le beso la mejia.
Eso lo puso de mejor humor. El señor Williams los miro sonrientes. Petulante— pensó Mikhail—.
-- Nos encanta tenerte aquí Richard -- empezó Zoé‐- Hemos leído tu solicitud, pero antes debemos realizar una serie de preguntas. --Él asintió en acuerdo.
-- Adelante.
-- ¿Porqué quieres una esposa?
-- Ya dejé todo claro en el formulario. -- dijo rodando los ojos.
-- Si, pero ahora te estoy preguntando yo. Por favor, responde.
-- No es por ofender ni nada querida Zoé, pero quiero una esposa contraria a ti. Bueno, en algunos aspectos. Por ejemplo; que no pregunte tanto, que si ya dije que algo, no tiene porque refutar...
-- El hombre habla y la mujer calla -- una risita de parte de Roger la hizo fruncir el ceño.
-- Siempre tu, no cambias.
Él se encogió de hombros.
-- ¿Porqué mejor no te compras una muñeca?-- espeto molesta.
-- Me alegra saber que quieres todo lo opuesto a mi mujer, de todos modos ella es única. -- hablo Mikhail.
Suspirando Richard los miro fijamente.
-- Les voy a pagar para que hagan el trabajo, espero que lo hagan bien. Quiero una esposa porque quiero casarme. Punto. Ya voy a cumplir los treinta y cinco años, tengo un hijo que necesita madre las 24 horas del día, además, necesito asociar mi empresa con otras.. entre muchas cosas más.
Se echó hacia atrás cruzándose de brazos.
-- Si los que estás buscando es un robot con rostro de mujer viniste al lugar equivocado.
-- No, lo que busco es una esposa rica, de buena familia, joven y hermosa. Con buena reputación ante la sociedad y los medios, inteligente, con carácter afable, caritativa, mansa y eficiente.
-- La primera dama cumple tus expectativas-- comento Roger-- pero, para tu fortuna aquí también tenemos mujeres que cumplen con esas cualidades.
-- Quiero a la mujer perfecta. Bien. No quiero errores y cuidadito van a traerme piratería barata. -- pubrualizo-- Ah, y otra cosa... nada de cirugías plásticas ¡ninguna!
-- ¿Y si tuvo un accidente y tuvieron que hacerle una?—inquirio Roger.
-- ¡Nada de cirugías plásticas repitió con dureza.
Vaya, este hombre sí que era fetichista. Por favor ¿La mujer perfecta? ¿Acaso existe? Se preguntó Zoe.