POV Nyra:
—Sal de aquí, loba —dice Zadkiel Basilius. El futuro alfa y rey de la manada Llama ardiente. Los actuales reyes, son los que controlan las cuatro manadas de lobos.
Es mi mayor némesis. Pero él está aquí en la habitación de mi prima intentando, al parecer, cogérsela. Pero claro, mi prima no se va a negar; de hecho se ve de lo más entusiasmada. Todas quieren estar con él.
El lobo más fuerte de nuestra manada.
Por mucho que me caiga mal, el condenado es malditamente atractivo.
Enarco una ceja en su dirección.
—Todavía no eres alfa, no tengo que obedecerte una mierda —espeto con una mirada fija.
Su ceño se frunce y me mira con odio en sus ojos. Se aparta de mi prima como si fuera mierda, empujándola sin ningún cuidado hacia la cama. Se levanta caminando hacia mí de forma intimidante, pero eso no provoca ni una pizca de miedo en mí. Nunca lo ha hecho, y nunca lo hará. Todos podrán adorarlo, temerle, pero nunca yo.
Él odia eso.
—Debería coserte esa puta boca desobediente —me gruñe.
En sus ojos aparecen esas llamas que hay dentro de él. No por nada nuestra manada tiene como nombre: llama ardiente. Somos la única manada que fue concebida por la Diosa de la luna con habilidades especiales. Lo que nos hace más fuerte que las demás. Otras manadas tienen habilidades, pero más relacionadas con temas agrícolas. Zadkiel, su padre y su abuelo son los únicos que pueden controlar el fuego.
Los demás pueden controlar la luz, el viento, las estaciones del año, la sanación, etc. Pero yo… yo puedo entrar en la mente de las personas con un solo pensamiento. Nadie lo sabe, solo mi familia, ya que sin querer entré en la mente de mi hermano cuando éramos pequeños. Tuve que aprender a controlarlo, porque de otra forma, podía destruir sus mentes sin siquiera mover un dedo.
Mi habilidad es única. Por lo que pude investigar, hace más de mil años que no se presentaba en alguien, y generalmente lo hacen en la línea de alfas. No en una simple loba. Eso no solo me convierte en alguien peligrosa, sino que digna para ser reclutada al ejército del actual alfa Orión. Algo que no me interesa.
—Inténtalo —le reto plantándole cara.
—Nyra —me habla mi prima.
Aparto la mirada de Zadkiel y miro a mi prima Aveline con una expresión aburrida.
—Tu padre me pidió que viniera a buscarte porque necesita que lo ayudes con algo.
—¿Eres mensajera ahora? ¿Tan vacía está tu vida? —provoca Zadkiel. Pero lo ignoro porque sé que eso le arde más que el fuego que tiene en sus venas.
Lo miro de arriba abajo con desprecio.
—¿No conoces el espacio personal? —inquiero—. ¿O es que deseas estar tan cerca de mí?
Él ríe sarcásticamente.
—¡Jamás te tocaría! —me gruñe.
—¡Jamás dejaría que me tocaras con tus repugnantes manos! —gruño de vuelta.
—¡Nyra! —jadea Aveline.
Es sabido que nadie le habla así al futuro alfa. Es intocable. Pero no me voy a arruinar mi día peleando con este idiota. Doy media vuelta para salir de allí. Que hagan lo que quieran, todos saben la fama de mujeriego que tiene. Es cosa de Aveline si quiere ser tratada como la nueva conquista que coge y deshecha. Porque eso es lo que hace Zadkiel, las usa y las bota. Claro, ella aceptan gustosas, pero no deja de parecerme mal.
Sin embargo, debe encontrar a su pareja, porque el consejo no le permitiría casarse con nadie más que con su pareja destinada. Se dice que si lo hace con una pareja elegida, la manada se vuelve débil. Una tontería, pero quién soy yo para juzgar.
—¡No te he dado permiso para irte, loba! —grita detrás de mí Zadkiel.
—No te pregunté.
Viene detrás de mí, pero le cierro la puerta de entrada en la cara y echo a correr. Entro sutilmente en la mente de los trabajadores que están cerca para que vayan donde Zadkiel y le impidan seguirme. Solo le van a preguntar tonterías, pero eso lo detendrá de seguirme. De forma sutil, solo colocando el pensamiento en ellos, me es imposible ser descubierta, y debo admitir que lo he hecho más veces de las que debería. A pesar de que sé que una invasión a la privacidad. En mi defensa, solo cuando ha sido extremadamente necesario, como en estos casos.
De otra forma, Zadkiel me habría perseguido y molestado hasta el cansancio. Hemos peleado tan fuerte, que he estado a punto de destruir su mente para obligarlo a callarse. Pero él es demasiado fuerte, se daría cuenta. Debe tener sus paredes mentales en alto. Cuando llego a nuestra casa, mi hermano va saliendo con su uniforme de la guardia real en dirección al palacio. Solo viene a comer a nuestra casa para pasar tiempo con mis padres. Rylan y yo somos gemelos, pero no podríamos ser más diferentes en aspecto y carácter.
Por desgracia, es uno de los guardias del estúpido de Zadkiel. Crecieron juntos y mi hermano fue entrenado para ser su guardia personal. Una confianza que es honorable en la manada. Nos da como familia, un rango más alto. Algo de lo que nuestros padres están orgullosos. La verdad, es que esperaban que yo hiciera lo mismo, que me uniera a la guardia, pero eso no es lo que quiero.
Quiero ir a la universidad a estudiar medicina. Sin embargo, para ello debo tener el don de la sanación, y el mío solo es el don de la destrucción. No hay nada ventajoso o bueno en entrar en la mente de alguien y romperla. Así que aquí estoy, en el limbo de mi vida sin saber qué voy a hacer.
—Hola, hermanita —me saluda llegando a mi lado. Lo beso en la mejilla y voy a decirle algo, pero esa horrible voz llega a mis oídos.
—¡Ahí estás, maldita desobediente! —me grita furioso ese horrible ser.
Mi hermano me mira interrogante, pero tranquilo. Acostumbrado a este comportamiento de Zadkiel. Después de todo, nos hemos tratado así de que aprendimos a hablar. Fuimos a la misma escuela, y yo soy demasiado competitiva, quería tener las mejores notas y lo hice. Pero él también. Así que siempre éramos el primer lugar de la clase.
—Abúrrete —le digo dándome vuelta—. No voy a dejar que arruines mi día.
—Si no fuera tu hermana… —le dice a Rylan.
—¿Ahora qué te hizo? —le pregunta mi hermano.
—Dijo que como todavía no soy el alfa ni el rey, pues que no me obedece una mierda —dice.
Pongo los ojos en blanco.
—Nyra —me reprende mi hermano moviendo la cabeza.
—¿Y qué? —digo encogiéndome de hombros, para luego mirar con desafío a Zadkiel—. ¡Ejecútame si no te gusta!
Tanto Rylan como Zadkiel me miran con los ojos abiertos.