La rival del Alfa

En un tiempo ancestral, cuando la tierra era joven y los bosques eran vastos y misteriosos, existió una loba de un poder inconmensurable. Su nombre era Lyra, y su fuerza y astucia eran legendarias entre todas las criaturas del bosque. No era una loba común. Poseía un don único: podía distraer las mentes de quienes la encontraran, sumiéndolos en un trance hipnótico. Este poder le permitió convertirse en la líder indiscutible de su manada, guiando a los lobos con sabiduría y ferocidad. La historia de Lyra comenzó en una noche iluminada por la luna llena. Nació en la línea real, en un pequeño claro del bosque, bajo el resplandor plateado de la luna. Un evento que los ancianos lobos consideraron un presagio. Desde el principio, Lyra mostró signos de ser especial. Sus ojos brillaban con una intensidad inusual, y había una calma en su presencia que tranquilizaba incluso a los más inquietos de su manada. A medida que crecía, Lyra desarrolló su habilidad para influir en las mentes de otros. Al principio, solo podía calmar a los miembros de su manada, pero con el tiempo, su poder se expandió. Pudo desviar a los cazadores humanos, alejándolos de sus tierras, y confundir a los depredadores, protegiendo a su familia. Su reputación creció, y no solo los lobos, sino todas las criaturas del bosque, la respetaban y la temían. Bajo el liderazgo de Lyra, la manada prosperó. Sin embargo, su poder también atrajo la atención de aquellos fuera del bosque. Los humanos comenzaron a hablar de la loba encantada, y algunos ambiciosos decidieron capturarla, deseando utilizar su poder para sus propios fines. Una noche, un grupo de cazadores armados con trampas y redes se aventuró en el bosque, decididos a capturar a Lyra. Lyra, siempre vigilante, sintió la amenaza inminente. Utilizó su don para desorientar a los cazadores, pero la multitud y su determinación eran abrumadoras. En una feroz batalla, Lyra fue herida gravemente. Aunque logró escapar, sabía que sus días estaban contados. Con su último aliento, reunió a su manada y les impartió sus últimas palabras. Les habló de un futuro lejano, de un tiempo en el que una nueva líder surgiría. Una loba más fuerte y poderosa que ninguna otra, que llevaría su legado a nuevas alturas. Esta loba, dijo Lyra, sería la reina prometida, destinada a gobernar y proteger a los lobos como ella lo había hecho. Lyra falleció esa noche, pero su espíritu y su profecía perduraron. Los lobos grabaron su historia en las rocas y en la memoria colectiva de la manada. Los ancianos contaban la leyenda de Lyra a cada generación, asegurándose de que nunca se olvidara. Los años se convirtieron en siglos. La manada de Lyra sobrevivió y se adaptó a los cambios del mundo, siempre esperando el cumplimiento de la profecía. Pasaron por tiempos de abundancia y tiempos de penuria, siempre manteniendo viva la esperanza de la llegada de la reina prometida.