Éxtasis.

3801 Words
- ¡Sean!.- Marco saludó animadamente mientras se sentaba junto a Sean. - Buenos días.- Sean sonrió mientras tomaba su bebida. - ¿Cómo fue tu fin de semana? - Extraño.- Murmuró. - ¿Cómo? - No...no me hagas caso.- Sonrió y dio una mordida a su hamburguesa. Un leve toque en su hombro lo hizo girarse, detrás de él estaba Pietro con una gran sonrisa, parecía que el día del chico se alegraba con tan solo ver al pelinegro. - Hola Sean.- Se sentó a su lado.- Leo me dijo que querías verme.- Observó al chico a su lado e hizo un gesto de saludo con su cabeza mientras sonreía. - ¡Oh! .- Tomó una bolsa que estaba al lado de su asiento.- Aquí está la chaqueta que me prestaste aquel día. - ¡Oh! .- Sonrió.- Pero no era necesario devolverla, podrás conservarla. -Sean.-Leo se acercaba.- Me voy a casa ¿Vienes? - ¡Si! Ya no tengo más clases, espera.- Dio una mordida final a su hamburguesa. - Oye.- Marco habló con cierto temor evitando la mirada de Leo.- ¿Qué ha sido eso? ¿Ya hicieron las paces? - Es un tanto complicado.- Le dio una mirada de reojo a Leo quien seguía de pie y con expresión seria, luego se giró a su amigo.- Mejor te cuento mañana.- Luego se giró hacia Pietro.- Nos vemos luego. La relación que los hermanastros tenían en ese momento resultaba un tanto confusa, no se habían aceptado como hermanos, tampoco se consideraban amigos pero se trataban, compartían en armonía e incluso iban y venían de su casa hasta la universidad juntos ya que Sean aun no tenía auto.  Fue así que ante los ojos de toda la universidad los dos príncipes finalmente hicieron las paces, lo cual para sus admiradores esto era genial, ya que en vez de dividirse para perseguirlos y hostigarlos podrían hacerlo conjuntamente. La situación en el hogar también había cambiado entre ellos mas no entre Leo y el señor Bauer, Leo aún se negaba a aceptarlo, aunque había dado su brazo a torcer con su hijo no resultaría lo mismo con el padre. Aunque esta vez ya no lo trataba de manera hostil prefirió ignorarlo. El señor Bauer no se molestaba ante esa situación, siempre fue un hombre comprensivo y paciente, sabía que en algún momento su hijastro cedería. … - ¡Mierda!...¿No te he dicho ya que coloques el seguro si vas a entrar? - Lo siento, lo olvide.- Leo se encontraba frente al espejo de nuevo semidesnudo.- ¿Vas a hacer algo esta noche? - No tengo planes, solo dormir temprano. - Bien. Me reuniré con los demás ¿Quieres ir? - ¿Un día como hoy? ¿A un club? .- Frunció el ceño. - ¿Qué club? .- Se burlo.- Iremos a jugar billar ¿Vendrás o no? -...Está bien, iré...ahora largo, debo ducharme... Los chicos se habían reunido en un billar de la zona a esa altura los amigos de Leo ya habían aceptado a Sean en su círculo, les gustaba que se integrara con ellos, aunque todos rondaban casi por la misma edad veían a Sean como el hermanito menor, debido a su aspecto y actitud tranquila, así que lo cuidaban, también lo hacían porque ese chico era el hermano de uno de sus amigos y la persona que le gustaba a otro de sus amigos. La noche transcurrió de manera tranquila, sobre todo porque a aquel grupo nadie se atrevía a molestarlo, su fama les precedía, con solo ver a aquel chico de mirada fría y aspecto intimidante bastaba para saber que había que estar a raya con ellos.  Sean jugaba animadamente una partida con Pietro cuando movió su mirada hacia su hermanastro, allí estaba él de nuevo coqueteando con otra chica, acercándose de manera provocativa y repartiendo algunos besos. Observó como la chica tiraba de la mano de su hermanastro y se dirigían a la puerta trasera del lugar. Sean rodó los ojos mientras negaba una cosa que le causó gracia a Pietro quien lo observaba atentamente. - Y ahí va de nuevo mi amigo. - ¿Perdón? .- Sean pretendió no entender. - Leo es algo...¿Cómo se podría decir?...juguetón. - Por lo visto estás acostumbrado. - Tu también te acostumbraras.- Sonrió dando un leve golpe con su hombro al hombro de Sean. Tiempo después Leo volvía aparecer por la puerta trasera, esta vez regresaba solo, minutos después la chica también ingresaba pero en vez de dirigirse hacia él se alejó en la otra dirección dándole una sonrisa y lanzándole un beso.  Leo solo se limitó a dedicarle una sonrisa llena de complicidad y siguió su camino, se topó con la mirada atenta de su hermanastro y volvió a sonreír, esta vez con picardía haciendo que este rodara los ojos y se diera la vuelta para ignorarlo. Sean no podía con la expresión de poca vergüenza de su hermanastro por lo que se giró para no verlo más, pero un estruendo a sus espaldas lo hizo girar con rapidez, accidentalmente Leo chocó con un chico el cual terminó derramando su bebida sobre sí mismo. Leo inmediatamente ofreció una disculpa y puesto que había entendido que ambos habían tenido la culpa trató de alejarse, pero el otro chico terminó reaccionando de manera agresiva tomando con fuerzas a al castaño por el hombro para luego empujarlo, despertando en este un enojo el cual descargó con un fuerte puñetazo dirigido hacia el rostro del chico provocando que cayera de manera instantánea.  Los compañeros de aquel chico inmediatamente se le fueron encima a Leo quien llevado por la ira empezó a repartir puñetazos a diestra y siniestra, pronto Pietro también se unía en la pelea y a él lo siguieron los otros. Sean se encontraba atónito, no sabía qué hacer ni cómo reaccionar, jamás había estado en medio de un caos como aquel. Se agitó al ver cuando su hermanastro recibía un puñetazo en su rostro y corrió hacia él, quería ayudarlo pero en cambio terminó recibiendo un puñetazo en el costado que lo hizo caer de rodillas. La ira de Leo creció al ver a su hermanastro arrodillado en el piso retorciéndose de dolor, Pietro rápidamente tomó a Sean del brazo con una mano y con la otra tiro de Leo sacándolos de aquel desastre. Pietro tenía algunas, magulladuras en su rostro, en ese lugar todos recibieron en algún momento un puñetazo, las testosteronas estaban al límite. - Llévate a Sean, tienen que irse.- Se acercó a Sean con preocupación y sostuvo su mejilla.- ¿Estás bien? - Si.- Sean seguía encorvado mientras trataba de recuperar el aire.- Tu tampoco te puedes quedar. - No lo haré.- Sonrió ampliamente.- También me iré, pero como todo empezó por Leo y aquel chico lo mejor es que se vayan primero. - Pietro...- Leo lucía inquieto por su amigo. - Váyanse, todo estará bien.- Le sonrió. Pietro ayudaba a Sean a subirse a la moto, sin duda aquel golpe dolía como el demonio, sintió como todas sus costillas habían sido desacomodas con aquel golpe. Salieron a toda prisa de allí ya que el sonido de la patrulla policiaca se acercaba, Sean seguía viendo hacia atrás y se tranquilizo al ver que los demás chicos habían salido de allí a toda prisa, finalmente giró su rostro hacia adelante y sin pena colocó su mentón en el hombro de Leo para descansar su cuerpo. Ambos se escabulleron en silencio esa noche, no querían alertar a sus padres sobre todo Sean, se moriría de la vergüenza si su padre se enteraba que había sido golpeado en medio de una pelea. Ambos caminaron a sus respectivas habitaciones y se encerraron, Leo se despojó de su camiseta, pretendía tomar una ducha cuando Sean irrumpió a su habitación con un botiquín en mano quien se sorprendió ante aquella imagen, pensó que definitivamente su destino era siempre toparse con su hermanastro semidesnudo. Leo observaba en silencio y con mucha atención a su hermanastro, este se acercó y tomándola de la muñeca tiró de él, invitándolo a sentarse en la cama. Con enojo estampo una bolsa de hielo en la esquina del labio de su hermanastro, tenía una expresión seria, después de unos minutos retiró la bolsa y se dispuso a curar el labio partido. Leo se quedó quieto mientras Sean atendía su herida, esta vez él era quien no se atrevía a decir una palabra ante la expresión de enojo de su hermanastro. El pelinegro se encontraba enfurecido y ya no lo podía contener, aplicó la medicina y después una pequeña bandita en el labio partido, tomó el botiquín y se dio la vuelta, antes de desaparecer por la puerta volvió a girarse hacia su hermanastro. - ¿Eres una bestia? - ¿Qué dijiste? .- Leo arqueo una ceja. - Te pregunte si eres una bestia. ¿Por qué tienes que resolver todo a golpes? - Así soy, es mi naturaleza. No deberías preocuparte por ello.- Caminó unos pasos hacia Sean. - Es cierto, no debería preocuparme. Total a quien terminan asesinando un día por su impulsividad será a ti....¡Aaauch!.- Gritó cuando el otro tocó su costado.- ¡Mierda! - Solo es una contusión leve. Se te pasara, lamento que te hayas involucrado, entiendo que estés enojado.- Se giró y caminó hacia su cama. - No estoy enojado por eso, no es algo del otro mundo. Lo que me enoja es que seas tan tempestivo. ¿Acaso no te preocupa tu madre?. Deberías dejar de darle dolores de cabeza a los que se preocupan por ti. - ¿Quiere decir que te preocupas por mi? .- Lo miró fijamente. - ¡Sí claro!.- Rió y se giró.- Buenas noches. Después de ese día la relación entre ambos fue más suelta, se sentaban a platicar, algunas veces el pelinegro ayudaba a su hermanastro con alguna asignatura, también pasaban tiempo jugando video juegos e incluso saliendo con los amigos a unos que otros lugares para divertirse.  Finalmente Sean empezaba a adaptarse a la forma en que su hermanastro se divertía, aún no se veían o se consideraban como hermanos, sino que simplemente decidieron pensar en el otro como una clase de amigo.  Los viajes juntos a la universidad se habían terminado pues Sean ya tenía un vehículo nuevo por lo que ambos se veían en la universidad y en la casa, algunas veces Sean almorzaba junto a Leo y sus amigos en la cafetería puesto que siempre era atraído por el sonriente Pietro quien no perdía tiempo y lo llenaba de atenciones. Su relación con Pietro Polizzi también era un tanto distinta, Sean se había tomado el tiempo para hablarle, le había explicado que él no sentía atracción por los hombres pero que no negaba sentirse halagado ante el interés del chico. Le había ofrecido su amistad y Pietro la aceptó sin problemas, aun sabiendo que el chico que le gustaba no le correspondía esto no le importaba mientras pudiera tener la oportunidad de compartir con él y estar a su lado.  Así fue como Sean y Pietro crearon un tipo de amistad en la cual uno de ellos sentía más afecto que el otro. Ese viernes en la noche ambos salían nuevamente rumbo a un club nocturno, allí estarían todos, incluso Marco el cual había sido presentado por Sean a los demás. Esa noche todos tomaron de manera animada y un tanto excesiva, Sean fue el único que se moderó debido a que esta vez habían viajado en su auto a regañadientes de Leo, el cual nuevamente se encontraba en su sección de erotismo con una nueva chica.  Esta vez quien observaba con perplejidad el espectáculo era Marco. Ver a aquella chica sentada sobre las piernas de Leo siendo manoseada sin vergüenza alguna le resultaba una imagen bastante chocante.  Sean quien se había percatado del estado casi catatónico de su amigo con rapidez tomó su mentón haciendo que girara su rostro hacia otro lado, luego le dio una mirada al lascivo de su hermanastro quien a pesar de estar sumergido entre los labios de la chica clavó su mirada en él, acción que provocó una expresión de disgusto. Buscando la forma de escapar de allí Sean se dirigió hacia el baño, quería evitar seguir siendo testigo de aquel acto lascivo y descarado de su hermanastro, con rapidez se encerró en uno de los cubículos del lugar y se tumbó sobre el retrete soltando un suspiro cargado de alivio.  Luego de algunos minutos los cuales le parecieron suficiente se levantó, acomodó su ropa y se dispuso a salir de allí, justo en el momento que su mano tocó la puerta de aquel cubículo una escena parecida mas a un Dejavu lo golpeo.  Su hermano entraba al baño arrastras, mientras restregaba su cuerpo y sus labios con aquella chica. - No me jodas.- Murmuró.- Que maldita suerte la mía. Justo antes de que empujara la puerta de aquel cubículo para encerrarse y esconderse su puerta fue tirada con fuerzas. Dos cuerpos enfrascados en una libidinosa lucha ingresaron a ese lugar. Sean llevó ambas manos a su boca debido a la impresión , sus ojos se habían agrandado de manera espectacular, sus rodillas temblaron al punto de provocar que casi cayera. Intentó salir corriendo de allí, en aquel momento ansiaba ser invisible o que la mismísima tierra lo tragara, cualquier cosa que sucediera primero pero quería largarse, el cuerpo de aquella chica siendo estampado en dicha puerta frustró su intento de huida. Los tres habían quedado atrapados en aquel lugar.  Leo movió sus besos al cuello de la chica y fue cuando finalmente esta se percató de que no estaban solos allí. - Leo.- La jadeante chica observaba al atónito Sean. - Tranquila mi bella Patricia.- Susurro a su oído.- Es mi hermanito. - Tu hermanito.- La chica dibujó una sonrisa descarada y luego se mordió el labio aun viendo a Sean.- Es muy lindo. - Leo.- Sean temblaba.- Permíteme salir, luego continuas ¿Si?. - Entonces...¿Te parece lindo? .- Ignoro a su hermanastro y le hablo entre jadeos a la chica mientras dejaba mordidas en su cuello. - Bastante.- La chica jadeó con más intensidad. - Entonces...- Tomó el cuerpo de la chica y la giró, de forma que quedara viendo a Sean para luego empujarla sobre él. Finalmente y con tono seductor le habló al oído mientras veía a su nervioso hermanastro a los ojos.- Admíralo más de cerca. Sean Bauer estaba petrificado, ni siquiera podía formular palabras, todo su cuerpo temblaba, aquella situación era de locos. El cuerpo de la chica se agitaba sobre el suyo, sus pechos subían y bajaban con impaciencia mientras lo veía a los ojos y jadeaba de forma descarada y lasciva.  Aquella sonrisa maliciosa nuevamente aparecía en los labios de Leo Moore quien acariciaba y besaba a aquella chica sin quitarle la mirada a su asustado hermanastro.  Sean apretó sus manos y cerro sus ojos pretendiendo que no sucedía nada, se sentia nervioso, aterrado, sobre todo escandalizado pero para el era difícil ignorar como el cuerpo de la linda y sensual chica chocaba con el de manera incesante, podía ver sus enormes senos comprimirse en su pecho como dos esponjosos pasteles, aquello era algo atrevido y a su vez incitante, su hermanastro estaba teniendo sexo con aquella chica prácticamente sobre sobre él. La chica se sostuvo con fuerzas de las solapas de la chaqueta del petrificado Sean mientras enterraba su rostro en su cuello, jadeaba y gemía en aquel lugar, tratando de acallar sus lascivos sonidos sobre la blanca y temblorosa piel.  Por su parte Sean se encontraba a punto de sufrir un colapso, se encontraba en aquel momento en una gran batalla interna. Sus manos empezaban a arder, aquellos gemidos que invadía sus oídos, aquel roce, los movimientos e incluso el calor que emitían los cuerpos lo estaban poniendo inquieto, quería seguir con sus ojos cerrados, pero su cuerpo no respondió. Abrió sus ojos solo para encontrarse con la ardiente mirada de su hermanastro, quien se mordía y relamía los labios de forma provocativa, en ese momento había perdido todo el control de su cuerpo y su voluntad. Ardía, temblaba, cosquilleaba, no entendía porque pero poco a poco estaba perdiéndose en aquel momento.  En un rápido movimiento la intrépida chica finalmente retiró su rostro del cuello de Sean solamente para atacar sus labios. Los ojos del pelinegro se agrandaron por el repentino ataque, colocó sus manos en su rostro para alejarla pero antes dirigió la mirada hacia Leo y este tenía una expresión única, de placer y satisfacción, fue cuando finalmente notó que este  estaba disfrutando de lo que sucedía. Fue en ese preciso momento, cuando sus ojos oscuros chocaron con los ojos claros y vieron aquel fuego que emanaba dentro de ello que la razón abandonó a Sean quien empezó a responder los besos de la chica, mientras deslizaba sus blancas manos por su cuerpo para tomarla por la cintura. Se agitó cuando sintió como sus manos rozaban las manos de Leo, intentó retirarlas con rapidez pero este las sujeto, colocándolas sobre la cintura de la chica para luego posar las suyas. Ahora estas tres personas se encontraban en medio de una escandalosa situación, ocultos dentro de aquel cubículo mientras chicos ebrios iban y venían sin percatarse de la situación.  Aquella chica hizo un movimiento audaz logrando filtrar su mano en el pantalón de Sean, sin reparo ni vergüenza liberó su erección la cual estaba completamente dura y empezó a frotar. A medida que las embestidas de Leo aumentaba los jadeos y gemidos de Sean y la chica incrementaron, perdiéndose entre sus húmedos labios y el jugueteo de sus lenguas. Lo mismo sucedía con el movimiento de aquella mano que frotaba la erección del pelinegro. Leo soltaba leves y bajos gruñidos mientras veía como aquella chica recorría el cuello de su hermanastro con su lengua y este mordía sus propios labios ante la sensación. Ambos se veían fijamente a los ojos, los tres estaban en medio de un frenesí, los tres estaban a punto de llegar al clímax. Fue cuando un pensamiento audaz paso con rapidez por la mente de Leo quien sin demora se lanzó a los labios de Sean besándolo mientras llegaba,  Sean no se pudo controlar, ya era muy tarde para reaccionar así que también respondió el beso. La chica por su parte encajaba sus dientes con suavidad en el blanco cuello del pelinegro para acallar su grito lascivo, los tres ponían fin al mismo tiempo con aquella locura. Leo Bauer se alejó con rapidez de los labios de Sean quien había vuelto a sus sentidos y dándose cuenta finalmente de la locura que había cometido bajo la cabeza de inmediato avergonzado y nervioso.  La chica sonreía felizmente mientras se alejaba, no todos los días podía darse el lujo de disfrutar de dos encantadores y pasionales jóvenes como lo eran el par de Príncipes. Antes de marcharse depositó un beso en la mejilla de Sean, su expresión avergonzada le había parecido linda e inocente, ahora que la locura había acabado se sentía un tanto culpable con aquel chico.  Sean se giró a toda prisa para acomodar su vestimenta y evitar la mirada de la chica la cual después de acomodar la suya depositó otro beso en la mejilla de Leo y salió alegremente. Leo también arreglaba su vestimenta en silencio, su actitud era calmada como si nada de lo que se había dado en aquel lugar hubiera sido real. Sean estaba completamente sonrojado y avergonzado, trató de salir a toda prisa y nuevamente fue detenido por su hermanastro. - ¿Te divertiste? - ¡Estás loco! ¿Lo sabías? .- Se soltó del agarre de forma agresiva. - No estoy loco.- Rasco su nuca y sonrió.- Es solo que me pareció divertido hacerte participar esta vez. - ¿Esta vez? . - Aquella vez...- Metió sus manos en sus bolsillos.- Solo escuchaste y no me pareció justo que luego hubieras tenido que descargarte en la ducha. - ¿Qu...que? - Te escuche...- Sonrió con descaro.- La ducha no fue de mucha ayuda. - ¡Tu...!.- Lo tomo por el cuello de su chaqueta. - ¡Oh! Vamos Sean.- Dio varios toques en su mejilla.- No te pongas así, esto es solo diversión, aunque empezamos con mal pie no puedo negar que ahora nos estamos llevando bien. Me divierto contigo y tu igual, no somos hermanos pero si somos amigos ¿A quien no le gusta divertirse junto a sus amigos? - ¿Llamas a esto diversión? - ¿No lo disfrutaste? -...- Se quedó en silencio, no podía negarle algo que él mismo había visto con sus ojos. - ¿Ves?. Entonces, no es necesario hacer un drama.- Lo rodeo con su brazo y salieron de aquel lugar.- Solo disfruta el momento y confía en mí...- Lo miro a los ojos y hablo con sinceridad.- No haré nada para lastimarte... - ¡Idiota!.- Se desprendió de su agarre y salió del lugar. Leo se quedó allí de pie viéndolo alejarse, si bien era un tanto impulsivo, problemático, rebelde y su forma de pasar el rato era un tanto extrema, aquellas palabras que le había dicho a su hermanastro eran muy ciertas, no tenía intención alguna de lastimarlo. En el tiempo de convivencia pudo llegar a entenderlo y de alguna manera este dejó de parecerle irritante, fue cuando empezó a ver sus cualidades, no lo aceptaría como un hermano porque él no quería tener un hermano pero si lo aceptaría como un amigo. Sean salió a toda prisa del lugar y subió a su auto, todo su rostro ardía tanto de la ira como de la vergüenza, trataba de asimilar las cosas y contener las ganas de asesinar a su hermanastro. Se sentía enojado y no del todo con su hermanastro sino con el mismo porque a fin de cuentas si había disfrutado aquel momento. Para él un chico correcto y educado eso era algo inaudito y atrevido, aun asi le había gustado. La agitación del momento, las sensaciones, la mirada de Leo sobre él, la excitación, habían sido grandiosa. Casi pega un salto dentro del auto cuando la puerta del pasajero se abrió, Leo se subió y se acomodo, sin decir una sola palabra, tampoco miro a Sean quien inmediatamente encendió el coche. Ya en su cama Sean no dejaba de pensar en lo ocurrido, de nuevo estaba inquieto y le molestaba, no podía creer lo atrevido que era su hermanastro, no le importaba nada solo por vivir el momento, se giro sobre la cama y enterró sus rostro en ella, no podía borrar aquel momento de su mente ni su cuerpo, pero tampoco podía borrar el deseo de volver a repetirlo.
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