Capítulo 17||

2422 Words
June Becket Dejo mi bolso sobre mi hombro, cerrando la puerta del coche en cuanto salgo, empezando a travesar el estacionamiento poblado, con León a pocos a pasos, quien camina frente a mí, sin repararme o asegurarse de que lo siga, por lo cual dejo que se aleje unos pasos más, y tome su camino, suficiente molestia ya he sido para él. La música de los altavoces, las voces de las personas perforan mis oídos en cuanto me adentro en el lugar repleto de personas. León toma asiento en uno de los taburetes sin molestarse en ver a su alrededor, yo opto por sentarme en uno de los taburetes medianamente alejados, a unas tres sillas de él. — ¿Qué vas a desear, guapo? —Se le acerca una chica con el uniforme del Bar, de inmediato. —Vodka, trae una botella. —Contesta él recargándose contra el mesón. —Como órdenes. —Responde ella en un tono coqueto, provocando que ruede mis ojos. Le coloca la botella junto a un vaso de inmediato, le sonríe, y se echa el cabello hacia atrás acercándose a mi puesto. —Señorita, ¿Qué le sirvo? —Me pregunta regulando su tono, asquerosamente coqueto. —Sírveme un tequila. —Pido dejando mi bolso a un lado del mesón, y asiente, volviendo con lo que le pido, la chica se aleja, me tomo el vaso de tequila de un tirón, intenta acercarse a León y... — ¡Oye, otro! —Le grito, devolviéndola a mi puesto con un gesto molesto, que disimula sonriéndome con hipocresía, me sirve, y vuelvo a tomármelo de un tirón. —Otro. —Pido, volviendo a detener sus pasos. — ¿Y si mejor te traigo una botella? —Pregunta la chica hastiada, y niego, tomándome el trago. —No me interesa una botella. —La garganta me arde. —Sírveme otro. —Ordeno, y va por él, exhalando. —Dork, atiéndela, por favor. —Le dice a uno de sus compañeros, alejándose finalmente. Y justo como es de esperar, no tarda en volver a acercarse a León. — ¿Algo más en lo qué pueda servirte? —Logro leer el murmuro de sus labios, recargándome sobre el mesón, tomando una vez más el trago de un tirón. —No. —Le contesta en un tono cortante, y sonrío como idiota, llevándome una mirada fruncida de parte del chico que se mantiene a mi frente. — ¿Está bien? —Inquiere, y asiento. — ¿Por qué no lo estaría? Sírveme un trago más de tequila. —Contesto con la garganta pastosa, ¿Me he tomado unos cuatro, cinco tragos? no tengo idea, mi cabeza empieza a sentirse pesada. —Aquí tienes. —El chico me entrega el trago, esta vez lo tomo en mis manos, reparándolo con la cabeza ida. Deslizo las manos por mi rostro mareada. « ¡Maldita sea! No debí tomarlos todos de golpe». A penas llegamos, y ya estoy hasta la madre, nunca he sido buena bebedora, me embriago con poco, y el que me los haya tomado de golpe, me empieza a pasar factura. La piel me cosquillea, las ganas de moverme a la pista son tantas, que ni siquiera me doy cuenta en que jodido momento llego a la pista. El montón de personas a mi alrededor no es una detención, la música fuerte y lenta, me lleva a mover las caderas, toco mi cabello, llevándolo hacia atrás, me muevo al ritmo de la melodía, con suavidad, y unas manos no tardan en posarse alrededor de mis caderas, niego con mi dedo, alejándome, quiero divertirme sola, el chico sonríe ladeando su rostro. —Esos movimientos sexys merecen que lo aprecien. —Murmura, queriendo volver acercarse y sonrío de vuelta retrocediendo. —Ya los aprecia mi novio. —Miento, volteando hacia el mesón y... Mis ojos chocan contra el pecho de León. — ¿Qué pasa? —Pregunta, posándose a mi lado, con ambas manos puestas en sus bolsillos. —Le decía que... —Nada, ya me iba. —Contesta el chico rascando su cabeza, volteando, largándose apresurado. Sonrío levemente, no lo juzgo, el que León mida casi dos metros, los músculos, y la mirada amenazante, es suficiente para intimidar a cualquiera. —Gracias. —Murmuro, regresando al mesón, dejándolo atrás. —Otro tequila. —Pido, y el agarre que va a mi muñeca, me obliga a voltear. — ¿Qué? —Contesto, detallando el rostro varonil endurecido, las hormonas, no tardan en hacer revolución, en causar estragos en mi cuerpo. —Nos vamos. —Espeta, dejando sus ojos en mi rostro. —No llevamos ni una hora aquí, relájate. —Contesto, sacando mi muñeca de su agarre. —Nos vamos, di... — ¡León, que bueno verte hermano! —Exclama un sujeto en trajeado, acercándose, interrumpiéndolo. —Debemos hacer estás reuniones más a menudo, ¿dónde está Mike? —Inquiere el sujeto, dándole una palmada al hombro de León, el cual mantiene su gesto endurecido. —No vine con Mike. —Aclara quitando la mano del chico, de su hombro. —Oh, ya veo, es tu día libre. —Vuelve a decir el chico, echándome un vistazo de pies a cabeza. —Que generoso que es Mike. —Vocifera. —Ya no trabaja para mí, Ken. —La voz y presencia de Mike, junto a Sofia, me hace retroceder. —June, cuanto tiempo. —Había olvidado por completo el tono irritable de su voz, volteo tomando la bebida que pedí, ignorando sus palabras. —No cambia... —La escucho murmurar. — ¿En serio? Entonces es mi oportunidad para tomarlo, sin ofender Mike. Me gustaría que trabajará para mí. —Escupe el chico, Mike rueda sus ojos, León vuelve a tomar mi muñeca, captando la mirada de todos allí. —No me interesa. Vámonos. —Espeta, obligándome a colocar de pie. —Con que lograste salirte con la tuya. —Vuelve a murmurar la muy maldita, y vuelvo a ignorarla, zafándome del agarre de León. —No te hagas de rogar amigo, vamos podemos negociar el precio. —Insiste el sujeto, ignorando el ambiente cargado de tensión. —Anda hazlo, yo puedo tomar un taxi. —Contesto, dejando un par de billetes en el mesón, frente al chico, apresurándome fuera del lugar. Son altas horas de las noches, ubicar un taxi por los alrededores no será un problema, ya que es un lugar muy poblado. Convencida de ello atravieso el estacionamiento, con rapidez, el recuerdo del sujeto en la ducha secunda mi cabeza, llenándome de pánico, de un momento a otro, apresuro el paso, en cuanto paso por los lugares oscurecidos, arrepentida, no debí actuar por impulso, no debí salir sola, maldición, la figura de un sujeto extraño se cierne frente a mí, acelerándome los latidos. — ¿Pérdida bonita? ¿Te llevo? —Intenta acercarse, y retrocedo, asustada. —No, estoy esperando a alguien. —Contesto, y lo veo asentir. —Ya veo, ¿te acompaño mientras? Es muy peligroso que estés sola por aquí. —Insiste. —No, no es necesario, iré por él. —Suelto, volteando, camino con rapidez de vuelta, y el que sus pasos resuenen a mi espalda, me obliga a empezar a correr con la respiración acelerada, aún mareada por los tragos. — ¡Espera, solo quiero acompañarte! —Grita, y volteo cuando lo veo detenerse, deteniéndome abruptamente en cuanto vuelvo a chocar contra el pecho duro de León. —Me ha seguido, alguien, él... —Trato de explicar con la respiración agitada, él frunce su ceño, tomándome de la muñeca, dejándome tras su espalda. No hay rastros del sujeto de hace poco por ningún lado, la cabeza me zumba, punza, causándole molestia, León se muestra confundido, y quiero creer que ha sido una ilusión, pero sé que no. —Vámonos, sácame de aquí, por favor... —Murmuro, con los nervios sucumbiendo mi cuerpo, angustiada, él asiente sin espetar una palabra, detallando los alrededores, llevándome al auto. Una vez dentro, me coloco el cinturón, él empieza a conducir bajo silencio, con su vista puesta en las vías. La cabeza vuelve a punzarme, me siento cada vez más mareada, el movimiento del auto no ayuda, mi estómago se revolotea, provocando que lleve la mano a mi boca por impulso. —Para. —Le pido, llevando mi cabeza hacia atrás, y él no tarda en estacionarse a un lado. Salgo apresurada dejando mi bolso sobre el asiento, me preparo para lo desagradable, pero no pasa nada, el horrible dolor junto con una arqueada vuelve, llevo mi cabello hacia atrás, me inclino, y nuevamente no pasa nada. — ¿Vas a hacerlo o no? —León se acerca exasperado, con una botella de agua en mano, la cual no sé de donde consiguió. —Tómala y vámonos. —Demanda, entregándomela, y eso hago, bebo toda sin pensarlo, regresando al auto. Apoyo mi cabeza contra el asiento de cuero, y cierro mis ojos, dejando que vuelve a conducir. Los movimientos, los latidos que retumban bajo mis orejas, me llevan a abrir los ojos, con el leve dolor aún punzando al lado derecho de mi cabeza, ¿me quedé dormida? Me queda claro que sí en cuanto siento las manos que me rodean, mis latidos aumentan, me siento mejor, puedo caminar por mí misma, pero no quiero que se aleje. Escuchar sus latidos, escuchar tal cosa, no pensé que algo tan simple, me resultaría tan satisfactorio... Mi mano va al lado izquierdo de su pecho, inevitablemente. —No lo hagas. —Su voz ronca, avasalla mis oídos, deteniendo mis movimientos. —León... —Su nombre sale en un bajo murmuro. —En serio me gustas mucho. —Susurro impulsivamente, apoyando mi cabeza contra su pecho, sintiendo como sus latidos aumentan. —Ya sé que yo no a ti, aún así quiero... —Sus labios húmedos tocan los míos cortando mis palabras. —Estás ebria, y yo igual, al demonio. —Murmura, volviendo a mis labios, besándome con total exquisitez, convenciéndome de que realmente quiero esto... Me alejo con la respiración acelerada. —No estoy e... —Trato de decir, pero me corta volviendo a mi boca, esta vez con total desespero, su lengua recorre mi labio inferior, y vuelve a caminar sin alejar su boca de la mía. Los estragos y sensaciones son indescriptibles, el toque de su lengua provoca escalofríos en todo mi jodido cuerpo, no tarda en dejarme sobre la cama, es muy poca la claridad que entra por los balcones, pero me es suficiente para detallar los rasgos varoniles que no dejan de enloquecerme. Elimina la camiseta de su torso, nublando aún más mis sentidos. Es tan malditamente sexy, su abdomen, sus hombros, todo me sume dentro de una atontada hipnosis, de la cual no quiero salir. Se vuelve a colocar en mi encima, sus labios dejan un corto beso sobre los míos, bajando a mi cuello, en donde deposita besos, chupetones, que me llevan a arquear la espalda, su mano queda bajo mi cadera, no tarda en sacarme el blusón de mangas que deja a la vista el sostén sin tirantes, que quita sin problemas. Repara los pezones rosáceos con las pupilas dilatadas, los toca sin reparos, para en seguida arremeter con su lengua cada uno, sacándome bajos jadeos, que lo llevan a presionar mi trasero con posesividad. Su desespero aumenta con el mío, y queda reflejado en cuanto se aleja ayudándome a sacar los pantalones, volviendo trizas las bragas en el proceso. ¡j***r! Su mano va directo a mi canal, el cual acaricia y estimula con suaves toques, que aumenten, dificultándome la respiración. Lo empujo al borde del éxtasis, desabotono el jeans, el cual él se inclina para sacar, junto al bóxer, dejando a la vista lo completamente dotado que está. Relamo mis labios inconscientemente e inclino para sentirlo, pero su agarre en mis caderas frena mis intenciones, en cuanto me coloca las manos contra la cama, dejando mi trasero ligeramente levantado, a su completa merced. Su lengua se desliza por mis pliegues, sacándome un maldito chillido, que no logro contener, ¡Dios! recorre mis paredes, el canal dejándome embobada. Curvo mi trasero hacia atrás, queriendo más, apretando las sábanas, apretando mis dientes, jodidamente enloquecida con lo que hace. Todo me tiembla, el orgasmo está a nada de sucumbirme, para, desliza dos dedos, provocando espasmos en mi interior. Sus dedos dejan de acariciar mi interior, para pronto ser sustituidos por el m*****o endurecido, que altera todo mi sistema, con tan solo sentir el simple glande rozar, acariciar mis paredes, una y otra vez, llevándome a morder los labios. —Preservativo... —Le recuerdo en un jadeo, llevándolo a rodar los ojos, a tomar la envoltura plateada de sus jeans, la cual abre y desliza por su glande de inmediato, volviendo a tomar mis caderas, y entrando sin reparos, sin suavidad alguna, embistiéndome con brío. Los chillidos son inmediato, el tamaño provoca que sea algo molesto, pero no quita lo jodidamente placentero que se siente, se desliza una y otra vez causando absoluta satisfacción. Su respiración se torna pesada, acompasándose con la mía, las piernas me empieza a fallar, mi cuerpo se debilita, en tanto mi interior se derrite con las embestidas cargadas de deleite, que me dejan en el éxtasis. ¡Dios! Se siente tan delicioso y abrumador, la fuerza con la que me lleva a sus caderas una y otra vez, una y otra vez, debilitando mi cuerpo, acabando con las pocas energías que mantiene mi sistema. Sus labios se presionan contra mi espalda, sin dejar de acelerar las embestidas, erizando cada mínimo espacio de mi piel, provocando que estalle, y me corra a chorros, con un jodido chillido que termina avergonzándome, el leve gruñido de sus labios, la presión en mi interior, me dejan claro que se ha corrido igual, el que salga, y se aleje tomando sus cosas, me lo confirma. Se coloca sus prendas como si nada en tanto mi cuerpo se mantiene débil, mi respiración continúa descompuesta, respiro con suavidad, y me muevo acomodándome bajo las sabanas, con la leve molesta entre mis piernas, dejando que León se largue, sin articular una palabra más, mi cabeza no tiene espacio para lamentaciones, me gusta... Él no siente lo mismo y es algo que debo aceptar de manera madura. Un polvo, es lo que ha sido para él, y es lo que ha sido para mí, me convenzo, cerrando mis ojos, sin fuerzas, dejando que el cansancio me venza, dejando que el sueño me invada.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD