Capítulo 13||

2428 Words
June Becket La suavidad de las sábanas oscuras cubre cada centímetro de mi cuerpo, abro mis ojos con lentitud, espero el mal estar, o algún mínimo resfriado pero no hay mínimos rastros de ello, por lo que me impulso relajada. Las cortinas oscuras evitan cualquier pequeña luz del sol, camino hacia los ventanales, y tan pronto las deslizo, la luz del sol impacta contra mis ojos. Me apresuro a buscar mi móvil por impulso, y me detengo de golpe en cuanto recuerdo que falleció debido al montón de agua que recibió. Camino hacia al baño, moviéndome con rapidez, la camiseta de León sigue siendo lo único que me cubre. Tomo uno de los cepillos sellados, esperando no causar molestia, y lavo mis dientes, para luego salir. Recorro los pasillos, con mi mano derecha apoyada contra la pared, a pesar de que ya es de día, todo continúa a oscuras. A tientas llego al único interruptor que abarca la pared de mármol, lo enciendo, y retrocedo sobresaltada en cuanto la figura de León se posa frente a mí, se acerca en dos pasos, y apaga el interruptor, devolviendo todo a oscuras. —Vístete. —Expulsa, extendiéndome la bolsa negra que sujeta en sus manos, y la tomo a tientas. —Cinco minutos, si no sales antes, me largo. —Espeta, y antes de que pueda contestar o articular algo, escucho sus pasos alejarse. Le he causado muchas molestias, entiendo el que este cabreado, pero no tiene por que tratarme así. Regreso a la habitación hastiada tocando las paredes, es un idiota, es claro que conoce cada espacio de su casa, y puede moverse sin problemas, pero yo no, y eso se hace bastante evidente en cuanto choco contra algo duro, que me hace retroceder abrumada, mandando cada prenda de la bolsa al suelo. —Demonios. —Gruño más que cabreada, colocándome de rodillas, deslizando mis manos en el suelo, en busca de las prendas. —Disculpa, no te vi. —Escupen de la nada y retrocedo sobresaltada, apoyando mi espalda contra la pared. —Dios, debo salir de aquí... —Susurro solo para mí, llevando mi mano a mi pecho acelerado. —No tienes que disculparte, es obvio que no me viste. —Contesto, y escucho los pasos del chico avanzar, para luego sentir los rayos de una linterna en mi rostro. —No hagas eso. —Bramo rabiosa, provocando que suelte una risilla. —Lo siento. —Baja la linterna a sus pies. —Quería comprobar de quien era tal voz hermosa. —Murmura en un tono coqueto. —Soy Trevor, mucho gusto. —Escupe tendiendo su mano, la cual tomo con dudas. —June. —Susurro, y a penas puedo notar, el asentimiento de su cabeza. —¿Sos la nueva novia de León? —Inquiere, y me impulso de pie, una vez que consigo las prendas. —No, somos amigos, creo... —Murmuro, y lo veo volver asentir, para seguido soltar un suspiro. —Menos mal, es cansador ver como trae diferentes chicas para olvidar su o... —¿Por qué diablos sigues aquí? —Brama la voz de León al final del pasillo, cortando sus palabras abruptamente, él chico suelta una risilla nerviosa. —Ya me iba. —Contesta. —Espero volver a verte, June. —Susurra, apresurándose en seguida a la salida. —Un minuto. —Articula León, volviendo a largarse. Y camino con rapidez, con mis manos tocando todo, hasta llegar a la dichosa alcoba, en la cual me cambio con rapidez, sin siquiera detallar las prendas. Me quedo con la camiseta entre mis manos con los pensamientos azotándome la cabeza, es suave, huele rico, es cómoda para dormir, y... es todo lo que necesito reiterar para tomarla, y entrarla en la bolsa negra, llevándola conmigo. En cuanto llego a la sala, la cual distingo por la poca luz de las lámparas poco iluminadas, busco con la mirada a León, encontrándolo acostado, tendido en el sofá con la mano sobre su rostro. Lo detallo, y carraspeo terminando de acercarme. —A de ser muy costosa la electricidad, ¿no? —Murmuro en un tono sarcástico, y quita la mano de su rostro reincorporándose. —No me gusta la luz, así como no me gustan las personas que se meten en lo que no deben. —Contesta cortante, terminándose de colocar de pie, y me quedo en silencio en cuanto va a la cocina, y regresa con papas y pollo frito, extiende el plato hacia mí, posando sus ojos sumamente azules en mi rostro. —Dos minutos, te espero abajo. —Suelta con advertencia, volviéndose a largar. La molestia se evapora de mi cuerpo, y mi rostro se ilumina, en cuanto devuelvo la vista a la comida, la cual como sin dejar una mínima papa. Me voy a la cocina en cuanto termino, bebo algo de agua, y lavo todo, tomando las escaleras, que me llevan abajo. Las calles son poco transitadas, y, detallo la casa de dos plantas pintada de color caoba y vino una vez que estoy abajo, es bonita, sencilla, y con un tamaño perfecto, continuo detallando con la bolsa negra contra mi pecho. León toca la bocina de su auto hastiado, y me apresuro a entrar con rapidez. Él empieza a conducir sin comentar una palabra. Pronto se detiene frente a la pequeña, y sumamente acogedora, casa de mis padres. —Gracias. —Susurro, bajando tan pronto me quito el cinturón. . Vuelvo a mi agotadora rutina, despolvo, limpio toda la casa, y termino sentada en el piso, con las pinturas, y todos los materiales regados en el suelo. Mi imaginación se mantiene alivianada, mientras deslizo y trazo el pincel lleno de pintura roja, le doy los últimos retoques al árbol lleno de manzanas rojas, donde permanecen dos pequeños niños bajo este, y detengo los movimientos de mi mano, en cuanto el timbre llega a mis oídos. —¿Noche de chicas? —Exclama la voz dulzona de Hillary, y sonrío con mi ceño levemente fruncido. —Le he pedido a León tu dirección, mamá me comentó que son amigos. —Explica aclarando mis dudas, y me hago a un lado, dejando que pase. —Perdona que haya venido sin avisar, todavía estoy tan emocionada por nuestro reencuentro, que quiero recuperar todo nuestro tiempo perdido. —Suelta con un puchero, y sonrío, caminando a la sala con ella a mi lado. —No es molestia el que hayas venido, al contrario me hace muy feliz, Hill. —Contesto, sacándole una sonrisa igual. —Toma asiento, recogeré todo en un instante. —Digo, y se acerca detallando todo. —Que genial que sigas pintando, siempre lo has hecho estupendo. —Expresa arrodillándose en el suelo. —Este se ve sensacional, deberías llevarlo a una galería, estoy segura de que lo aceptaran. —Comenta entusiasmada, y asiento con algo de mal sabor, al recordar el desagradable momento de ayer. —Quizás lo haga mañana. —Murmuro, y asiente, tomando asiento dejando que organice todo. Llevo todo a mi alcoba, y regreso encontrándola en una llamada. —Estoy con una amiga ahora. —Dice, observándose las uñas. —Esta bien, veré que hago. —Continúa contestando, y me alejo a la cocina por un vaso de agua, es lo único con lo que cuento, aún. Vuelvo a la sala en cuanto la dejo de escuchar, y ella se impulsa con una sonrisa, tan pronto me acerco. —¿Te gustaría acompañarme a una fiesta, June? —Inquiere, y niego de inmediato. Me gustan las fiestas, pero no tengo las más mínimas ganas de salir. —Quizás en otra ocasión. —Respondo, dejando caer mi cuerpo sobre el sofá. —La pasaremos bien, es en la casa de un amigo, no te aburrirás, y no me separare de ti, ¿Lo prometo, esta bien? —Susurra, juntando ambas manos, colocando ojos de cachorito, que me hacen flaquear. —No quiero dejarte plantada, quedamos en una noche de chicas, pero Valery insiste en querer ir, y no quiero dejarla sola tampoco. —Puedes ir sin cuidado, sin preocupaciones, voy a estar bien, otro día tendremos nuestra noche de chicas. —Contesto con una sonrisa de labios cerrados, y esta termina asientiendo resignada. —Volveré el próximo sábado, la universidad me deja sin tiempo y terriblemente agotada. —Murmura, dejando salir una exhalación. —Estupendo. —Asiento, y Hill se acerca dejando dos besos en mi mejilla, despidiéndose para luego retirarse. La soledad se vuelve palpable nuevamente, y presiono mis ojos echando mi cabeza hacia atrás, sintiendo un terrible ardor en el estómago. Voy a la cocina, y reviso los cajones, que se que se encuentran vacíos, pero que sigo revisando cada que mi estómago lo exige. La noche a penas se asoma, y tengo que echarme a la cama temprano, ya que el ardor en el estómago, empieza a empeorar con cada minuto que pasa. No paro de preguntarme que tan mal me he portado, hasta que el sueño me abarca, dejándome rendida hasta la mañana siguiente. Lavo mi cabello, mis dientes, me ducho y salgo una vez que estoy vestida. Me tomo un vaso de agua, ahogando el mal estar, esperando que el extraño dolor pare. Los ojos me empiezan arder en cuanto mi cabeza replantea el hecho de que estoy sola, no tengo familia, no tengo amigos a los cuales pueda llamar, solo soy yo, en contra de esta cruel y vil mala suerte que caracteriza, lo decadente y triste que es mi vida. Los minutos pasan, y las lágrimas cesan, cuando el sonido del timbre llega a mis oídos, y no se por que demonios me impulso de pie cargada de esperanza, esperando ver el rostro de León, pero... todo se evapora en cuanto distingo una caja, con tres cachorritos arropados. Dios... Ni siquiera puedo hacerme cargo de mi misma. —¡Hey, espera! —Le grito, al chico encapuchado que sale corriendo al otro lado de la calle a su auto. —¡Oye, no puedo quedármelos! —Continúo gritando persiguiendo sus pasos, pero no hace caso a mis palabras, tan solo se adentra en su auto, y se aleja acelerando de inmediato. Regreso con la vista cargada de lágrimas, observando al suelo, y me siento tan vacía, ida, y sin ánimos, que no noto el auto que sale de la nada, con una velocidad alarmante, mis piernas tiemblan, y me quedo paralítica, esperando el choque, el cual no llega, ya que un auto n***o sale de la nada, impactando contra este, provocando que el conductor frene abruptamente a casi invisibles centímetros de mi cuerpo. El conductor sale azotando la puerta con fuerza, viniéndose hacia mí con rabia. —¡¿Estas loca, maldita zorra?! —Me grita, tomándome de la playera. —¿Cómo demonios se te ocurre cruzar así? —Continúa gritándome, sacudiéndome con fuerza, mientras mi cabeza aún se mantiene ida, y mi cuerpo sin energias. —¡Te estoy hablando, estú... —Sus palabras quedan a medias en cuanto un puñetazo va contra su mandíbula, desequilibrándolo, mandándolo al suelo. —¡Hijo de puta, te voy a demandar, me chocas, y encima te atreves a golpearme! —Exclama con rabia, tocándose la mandíbula amorotada. El hombre castaño, de ojos verdes, algo mayor, voltea hacia mí, posando sus ojos en mi rostro, ignorando al sujeto que permanece en el suelo. —¿Estas bien? —Inquiere en un tono suave, y asiento aún con el pecho descontrolado, extiende su mano, intentando ayudarme, pero es empujado bruscamente por el conductor embravecido. —¡Debes pagar los gastos por los daños de mi auto, tú y esa maldita zorra! —Vocifera, apretando sus dientes. El sujeto castaño, niega soltando una sonrisa cargada de ironía. —Mejor lárgate, antes de que llame a la policía. —Puntualiza el castaño, acercándose amenazante. —Infringes las normas, sobrepasas la velocidad adecuada de una calle la cual es poblada, y encima agredes a una dama. ¿Cuánto crees que serían los gastos? ¿Serían mayor a lo que te costaria reparar tu chatarra de auto, no? —Inquiere, y el tipo retrocede, apretando sus manos, volviendolas puños. —No tienes pruebas... —Murmura, ampliando la sonrisa del castaño. —¿A no? Serán las palabras de dos contra uno. —Aclara endureciendo el gesto cabreado del sujeto. —Mejor entra a tu auto chatarra, y lárgate. —Repite en un tono de advertencia, y esta vez el tipo, accede, alejándose rojo de la ira. —¿Segura que te encuentras, bien? —Vuelve a preguntarme, volteando hacia mi, y asiento tomando el control de mis emociones. —Gracias... —Susurro, y el chico asiente, sacando una nota de su bolsillo, —¿Vives allí? —Cuestiona, señalando la casa de mis padres, y asiento, pasando mi mano por mi rostro. —¿June Becket, no? —Inquiere, cargándome de confusión. —¿Usted es? —Contrataco, y me sonríe extendiendo su mano. —Es un placer conocerla, soy el asistente y artista de Jens Central, Paul Manet. —Expulsa, aún con su mano extendida, llenándome de cada vez más confusión. —Recibimos su cuadro, y no se imagina lo interesado que esta nuestro director por su arte, me envió personalmente, para invitarla a un encuentro privado mañana a las 22 horas de la noche en Monney Black, solo vengo por su confirmación, la cual haría muy feliz a nuestro jefe y a nuestra empresa. —Continúa explicando, desapareciendo todo mal estar, llenándome de felicidad infinita, y a la vez de montones de dudas. —Yo... No envíe ningún cuadro, si soy June, pero no lo he echo... —Trato de decir, y este asiente con el ceño fruncido. —Un chico lo dejó a su nombre. —Explica, y todo vuelve a contraerse en mi estómago, con la felicidad que continúa creciendo. León... Es obvio que lo ha entregado él. —De todas formas esperamos su confirmación. —Insiste, y asiento con una sonrisa. —Gracias, puede estar seguro de que me presentaré. —Contesto segura, tomando la nota con la dirección que me extiende. —Contaremos con ello. —Expulsa con una leve sonrisa, entrando a su auto algo estropeado, marchándose, luego de despedirse con un gesto. Me apresuro en tomar a los cachorritos, entrando a la casa con una sonrisa planteada de extremo alivio, y absoluta felicidad en mi rostro, planteando en mi cabeza que, tal vez, solo tal vez... esto sea el inicio de algo de buena suerte en mi vida.
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