CAPÍTULO IV PART.2

1365 Words
(...) Corrí lo más rápido que pude, me sentí emocionada y desahogada, haber recibido la llamada de Adrien diciendo que regresaría hoy, había sido sin duda la única razón por la que este día no se consideraba del todo malo. Apenas llegué a su edificio salude rápido como un rayo al portero, y subí al elevador más feliz que nunca. Justo frente a su puerta, acomodé mi cabello a un lado, sequé el sudor de mis manos en mis caderas y toqué el timbre. Tardó unos minutos en abrir la puerta, pero cuando lo hizo, sentí que mi alma había regresado a mi cuerpo. Él estaba ahí, parado frente a mí, con sus ojos azules puestos en mí y su cabello n***o un poco desordenado. — Hola, princesa. — ¡Te extrañé! — me lancé a sus brazos — No sabes la falta que me hiciste. Adrien me abrazó, me hizo pasar al interior del apartamento y me besó con frenesí. — También te extrañé mucho… cada día y cada noche miraba tu foto en mi billetera. La rodeé con mis brazos en su cuello y ahogué mi llanto, besé sus labios de nuevo y me sentí segura. Más ni siquiera podía entender, porqué después de un mes… todo se sentía diferente. Vimos unas cuantas películas de Sylvester Stallone; luego, antes de dormir, Adrien me habló de su labor estos días con su paciente y dijo que debía regresar para terminar con el tratamiento. No me importaba… estaba feliz de que él estuviera ahí, pero no era como hace un mes y días, no fue como la primera vez que se fue… ahora simplemente lo aceptaba y ya no me preocupaba… ¿Por qué?. Cuando todo quedó en silencio, mi novio, ese con el que tantas veces soñé que me hacía suya, ese que desee por tanto tiempo, metió sus manos por debajo de mi ropa y me pegó a su cuerpo, selló mis labios con los suyos y exploró mi boca con tanta sensualidad, pero no sentí las ganas que sentía antes. — Mañana debo trabajar… hay que dormir. — Lo detuve, sacando sus manos de mi ropa y dando media vuelta en la cama para dormir. — Quiero que esta sea nuestra noche, amor. — deslizó su mano por mis muslos. — quiero hacerte el amor. — Estoy cansada, amor. — me arropé y cerré mis ojos, deteniendo todos sus intentos en el paso. Esta tampoco sería nuestra noche… comenzaba a dudar si algún día la tendríamos. Él pensaba en su trabajo nada más, yo me había enfriado sentada en aquella silla imaginaria de espera. Tal y como el relato de Edgar Allan Poe. "El retrato Oval" mientras él más se concentraba en pulir su trabajo, yo me quedaba cada vez más, son vida, sin ganas y a este paso… sin amor. Hacer el amor esta noche, Se sentiría como si simplemente hubiéramos tenido sexo casual. No era lo que quería para mí. (...) — ¿Recuerdas que dijiste que querías un empleo?. Estuve hablando con Val y me dijo que Andrew puede darte empleo como si asistente en la editorial… ¿Bebé?. Mamá posó su mano en mi hombro y llamó mi atención. Estaba distraída, demasiado distraída para ponerle atención a ella o lo que pasara a mi alrededor. Supongo que si un meteorito cayera a unos metros, o un alien bajará de su nave nodriza frente a mí, no podría prestarle atención tampoco, o ni cuenta me daría. — perdón, mamá… estaba un poco pensativa. — Espero que por la universidad. — papá interfirió, tomando un trago de café. — Quiero que saques tu carrera, bebé… — de hecho, papá… estaba pensando en Adrien… él no es uno de los candidatos para manejar el hospital. ¿Por qué?. — Porque Ethan estará a cargo. — ¿Es alguna clase de represalia por pedir mi mano?. Abrió sus ojos alarmado y luego miró a mamá. De la sorpresa pasó al enojo y en su rostro podía ver la evolución de la gravedad de su molestia. — ¿Tu mano? — hace más de un mes, antes de viajar… — me detuve y miré al suelo, imaginando lo peor. — Dijo que te había pedido mi mano. Papá negó ceñudo. — me dijo que quería formalizar, pero en ningún momento habló de matrimonio. Pensé que hablaba de presentarte a su familia. Un doloroso nudo selló mi garganta. ¿Me había mentido entonces?. ¿Por qué? Él era adoptado y sus padres ya habían muerto. No sabía qué pensar… (...) Atiné a mirar por la ventana de la limusina, para no pensar en nada. Me sentía molesta, pero más que eso, confundida. Papá no podía mentirme… quería creer que Adrien tampoco. ¿Pero cómo?. Ambas versiones eran distintas. Pude haberme perdido un poco más en mis pensamientos, mientras llega vamos a la editorial Greco. No obstante, El fuerte sonido de una explosión, seguido de un movimiento extraño en la limusina me hizo reaccionar. — ¿Qué pasó?. — se pinchó una llanta. — contestó el chofer. Andrew soltó aire con fastidio, salió de la limusina y junto al chofer, revisaron la llanta pinchada. Mientras ellos trataban de solucionar el problema, mi teléfono sonaba una y otra vez. Era Adrien, pero yo no quería contestar. No me sentía lista. — vamos, baja. — ordenó el castaña abriendo la puerta de mi lado. — Debemos caminar. — ¿Caminar? — arrugué mi entrecejo — ¿Por qué? — Dejé mi teléfono y no tengo para pedir otro auto. — pero yo traigo el mío...— justo cuando se lo iba a entregar para que hiciera la llamada, mi teléfono se apagó descargado. Ahora me sentía más molesta con Adrien por eso. Si no hubiera estado llamando con tanta insistencia. Bajé de la limusina y miré al chofer — El tiene teléfono… — ni lo pienses — me cortó de tajo. — Ya se lo pedí y no me lo quiso prestar. — Quizá no se lo pidió con amabilidad. Bufó. — Claro que sí, incluso ofrecí pagarle, pero dijo que era de mala suerte. Reprimí una risa. — Pues no sé usted, señor Daigle, pero yo tengo un plan "B". Enarcó una ceja en son de burla. — ¿Viajar en burro?. Me solté a reír. — ¿Acaso quiere que lo monte, señor...? Cuando sus ojos se oscurecieron y su mirada se volvió intensa, supe que lo que había dicho tenía doble sentido y mejor preferí callar. Extrañamente, él no lo dejo pasar. — Terminaré montandola yo antes, señorita White… — dió un paso al frente, un paso que yo retrocedí. — ¿Cuál es su idea? Reí con nerviosismo, aunque al imaginar cómo sería todo si decíamos llevar a cabo mi idea, me motivaba. — Haremos un viaje en bus. Me miró horrorizado. — ¡No, no y no! ¡ Y es mi última palabra!. (...) — ¡Subale que va vacío! ¡Subale, subale! Miré la cara de mi jefe y solté una risita por la nariz. — ¡¿Le hace gracia?!. Ladeé mi rostro hacia el lado de la ventana y entre risas ahogadas negué. — Yo no estoy haciendo nada… — exactamente, puede pararse y darme el asiento a mí. — ¡¿E ir parada siendo aplastada por muchos cuerpos sudorosos?! ¡Olvídelo, señor Daigle! Un sujeto de robusto cuerpo lo paso empujando, haciendo que trastabillara. De no ser porque supo sostenerse bien del barandal que estaba cerca del techo metálico, hubiera parecido pelota de ping pong entre tantos cuerpos. — agarrase bien, señor Daigle. — ¡Cállate, White! ¿Y las formalidades? ¿Acaso ya les habíamos olvidado?. Y cuando se sonrojó, con mi entrecejo fruncido, busqué la causa del rubor de sus mejillas, y noté como una señora de edad le apretaba las lindas y bien formadas pompas. — vaya, señor, tiene buen temple para atraer mujeres. Me aniquiló con la mirada, iracundo, perturbado y sonrojado. — y aún así, la que deseo es la que más lejos quisiera tener. Fue tan fácil sentir propias aquellas palabras, tan mías… Pero no, esas palabras tenían dueña… Eliana Hart.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD