Capítulo: El reflejo de lo que fuimos El sol de esa mañana caía oblicuo por los ventanales del salón de imagen, tiñendo con tonos dorados las superficies de mármol, los espejos y las plantas ornamentales. Lea bajó las escaleras con paso pausado pero firme, mientras sostenía su tablet contra el pecho. Estaba revisando el itinerario de citas, distraída en su propia rutina, cuando sus ojos se encontraron con algo que la sacudió desde el centro. Ahí, de pie, como si el tiempo hubiera decidido devolverle una postal del pasado, estaba Braulio. El reflejo en el ventanal detrás de él lo mostraba aún más claro, casi irreal. Los rayos del sol se posaban sobre su rostro con una precisión divina, iluminando esos ojos aceitunados que siempre la habían desarmado, esa piel blanca apenas matizada por e

