Lea y Michael — Nueva vida
Tras esa mañana intensa, Michael y Lea se volvieron inseparables. Él era tierno, protector, atento. Lea se sentía segura entre sus brazos, como si el caos del mundo quedara fuera cada vez que se refugiaba en su pecho. Comenzaron a convivir más seguido, a desayunar juntos, a salir los fines de semana, a redescubrirse fuera del deseo.
Una noche, mientras acariciaba su vientre, Michael le susurró con una sonrisa tímida:
—No quiero que tomes anticonceptivos… Quiero que tengamos un hijo, Lea.
Ella lo miró sorprendida. ¿Un hijo? ¿Con su mejor amigo de toda la vida? Pero al ver sus ojos brillando de ilusión, su sonrisa honesta y esa ternura con la que le acariciaba el rostro, no sintió miedo. Sintió paz. Y por primera vez en mucho tiempo, pensó que tal vez… la vida
