Donde todo comienza a cambiar Lea entró al edificio esa mañana con una mezcla de orgullo y vacío. Ser la nueva jefa de proyecto no había sido sencillo. Había trabajado incansablemente, se había ganado el respeto de todos, y ahora, cada paso que daba con tacones firmes sobre el mármol parecía reafirmar su poder. Pero por dentro… algo crujía. Su escritorio tenía una nueva vista, más altura, más responsabilidades. Y junto a la pantalla de su laptop, cada mañana, sin fallar, aparecía un ramo de flores. Tulipanes, orquídeas, rosas, todo perfectamente envuelto. A veces con tarjetas. Otras con una nota en su celular: “Eres la mejor parte de mis días. –P” “Recuerda que te amo. Aún si no me ves, estoy pensando en ti. –P” Pablo no desaparecía. Su presencia era constante, como una brisa tibia qu

