El cuarto en sombras
El termómetro marcaba 39.8°C.
Los pulmones de Lea ardían. Cada respiración era como inhalar cuchillas.
La cama parecía un pantano.
Sudores fríos. Calor extremo. Vómitos. Náuseas. Tos incontrolable.
Pero lo peor… era el silencio.
La soledad.
Y el oxímetro… marcando 87%. Luego 85%. Luego… 83%.
No tengo hambre. No tengo fuerza. No tengo a Pablo.
El celular lo había apagado hacía días. No podía mirar mensajes. No quería más reproches.
Pero en la puerta apareció Rodrigo.
Con una maleta, su estetoscopio, y esa mirada de quien no ha olvidado, aunque lo hayan traicionado.
—Voy a quedarme contigo, Lea. Hablé con tu mamá. Ya sabe todo. Me haré la prueba. Me pondré en cuarentena contigo.
Ella lo miró, débil, con los ojos enrojecidos y el cuerpo temblando.
Él se le a
