“Cosas que se sienten, no se explican”
PERSPECTIVA DE LEA
Lea caminaba por la calle tomada de la mano de Braulio, riendo sin control por un comentario tonto que él había dicho. Hacía tiempo que no se sentía así: liviana, plena, deseada y segura. La rutina en la oficina se había vuelto un regalo. Braulio siempre estaba ahí con una sonrisa, una broma, un café caliente, una mirada que la desnudaba sin necesidad de palabras.
No era solo el sexo —aunque sí, era increíble—, era cómo la miraba después, cómo cocinaban juntos, cómo escuchaban salsa en la sala mientras ella bailaba descalza y él, encantado, la seguía con los ojos brillantes. Se estaba enamorando. Lo sabía. Lo sentía en cada centímetro de su piel cuando él la rozaba. Lo leía en sus ojos enormes cuando le decía:
—Eres mi paz y mi
