—¿Qué quieres, Adriana? —Que termines con esta tontería de ser la novia de Alexander, él no es el hombre adecuado para ti —ella cierra la puerta tras de sí. —Hum... ¿En serio? ¿Y quién sería la mujer adecuada para él? —decido ser irónica. —Yo soy la elección correcta. Por supuesto, Alexander es mío. Él me ama tanto como yo lo amo a él —Ella vuelve frente al espejo mientras habla. —No seas estúpida, si realmente te amara, no me habría pedido matrimonio a mí, sino a ti. —Esa es su intención, él ya no quiere estar contigo, pero no sabe cómo poner fin a la relación —me echo a reír. —¿En serio? ¿Y él te lo dijo? —Sigo riendo más por nerviosismo, sé que está jugando conmigo y yo también juego con ella, tratando de transmitir la idea de una relación que no existe. —¡Maldita sea! ¡Voy a bor

