Alexander
¡Qué droga! Estoy debajo de la ducha fría para ver si calmo mis nervios, y no invadir esa habitación, tener a Isabelle gimiendo de esa manera nuevamente, pero esta vez debajo de mí mientras voy cada vez más profundo dentro de ella. Oh no, no... ¡No! Solo con imaginarlo, me pongo duro de nuevo. Alex, eres un idiota, ella es virgen, tienes que ir con calma. Y ahí es cuando mi lado primitivo se vuelve aún más excitado. ¡Maldición!
Termino mi ducha fría y decido trabajar un poco, de todos modos, no podré dormir, pensando en lo sexy que estaba ella con mi camisa y... Basta, Alexander.
Abro mis correos electrónicos y hay uno del comisario Claudio informándome sobre un sospechoso que fue atrapado intentando vender algunas de mis piezas. No creo que sea el tipo, no sería tan estúpido
