Estaba bajando las escaleras cuando escucho el timbre. Mamá, papá y Dora estaban en la sala conversando. —Déjame abrir yo —le digo a mamá, que hizo ademán de levantarse. Abro la puerta y me encuentro con un Alexander impresionante, con un aspecto casual, no puedo decir de qué manera se ve más atractivo. Aún no lo había visto así, tan relajado. Solo lo había visto con trajes elegantes, la otra noche con pantalones cortos para dormir. —Buenas noches —Parecía un poco tenso—. Para ti —Me entrega una rosa. Su sonrisa es magnífica, nos quedamos mirándonos durante lo que parecen minutos. No puedo ocultar mi sonrisa. La rosa es hermosa y amo las rosas. —Buenas noches. Eh... gracias —Me siento avergonzada—. ¿Cómo está la señora Júlia? —Decido evitar el contacto visual con Alexander. —Buenas no

