Alexander Isabelle es perfecta, correrme en su mano no me alivia en absoluto, al contrario, me vuelve más loco por estar dentro de ella. Recuperándome del descomunal placer, me levanto y la cojo en brazos, sentándola sobre el lavabo del baño. —¿Qué estás haciendo? —Se asusta ella. —Es mi turno de hacerte correr —Me posiciono entre sus piernas, la altura es perfecta. Poco a poco la penetro, sé que no duele como la primera vez, pero siento su incomodidad, sus manos van a mis hombros apretando, tengo que hacer un gran esfuerzo para no penetrarla de una sola vez. —Siempre tan caliente —Beso su cuello. —Ah… —Su gemido cuando estoy completamente dentro de ella es excitante. Mis embestidas comienzan lentas y rítmicas, poco a poco ganan más velocidad. Ya no me controlo tanto como anoche,

