NARRA VALENTINA.
- ¿Por qué dijiste que estaba enfermo?- Jacobo volvió a preguntar.
- Acabas de interrumpirme una conversación importante. - le respondí muy enojada.
— ¿Contigo misma?.— Jacobo levanto sus hombros y miro tras de mi.
— Sabes que no importa, tengo que contarte algo importante.— Mire alrededor antes de entrar a su cuarto solo por seguridad.
Metí la mano dentro de mi bolsillo para luego sacar un estuche con las formas de las llaves.
-Tienes que llevárselo al jefe y dile que cuanto antes consiga las copias mejor.- observo las llaves—¿De que habitaciones son?.— preguntó Jacobo.
— Son las habitaciones del primer piso y la del sótano — respondí.
—¿Sótano?.--pregunto confuso. — No sabía que había uno, en los planos no figuraba ninguno.—
— Si lo hay, y mientras vos estabas durmiendo, yo hacia mi trabajo y el tuyo.— respondí bromeando e intentando evitar una pregunta en particular, la existencia de aquel misterioso sótano el cual yo conocía bien.
— Lo hiciste muy bien Valentina, pero recuerda que no hay que tomar riesgos innecesarios.— me dijo seriamente.
— Lo sé, no te preocupes fui muy cuidadosa. -
— Esta bien, debemos ir a la Fundación hoy, el jefe quiere que vayamos e investiguemos un poco mas a fondo lo del lavado de dinero, tú sabes.-
— Bueno deberías vestirte primero ¿no?, estos novatos con los que me mandan.— respondí jugando con él.
—Vete de mi habitación Robocot no puedo cambiarme contigo aquí.— dijo.
— Oye no me digas así, o tendré que dispararte — intente hacerme la enojada.
-¿Si?, ¿Ahora eres un sicario niña? – pregunto y comenzó a acercarse a mi.
— No te atrevas— avise, sabia lo que planeaba hacer. Pero antes de que pudiera defenderme Jacobo estaba encima de mi haciéndome cosquillas.
— Ya basta idiota— hable riendo,—Ahora si te mataré—ya no aguantaba más la risa.
Cuando pude librarme comencé a perseguirlo por toda la habitación.
Amaba nuestra amistad, Jacobo había sido casi como un hermano en mis años en la fuerza policial.
Luego de un corto camino en auto llegamos a la Fundación " Todo Se Quedo", su nombre había llamado mi atención desde el principio, no estaba segura si era por la canción que se llamaba así o por algún otro motivo, pero me hacían acordar tanto a ella, recuerdos de mi madre cantando con su dulce voz invadieron mi mente. Y una sonrisa melancólica ocupó mi rostro.
— Entonces, ¿Cuál es plan?— pregunto Jacobo rompiendo mi concentración.
— ¡¿Que?!, tú dijiste de venir pensé que ya sabías como íbamos a entrar— proteste
— Primero que nada, no fui yo quien dijo de venir, fue él jefe. Segundo tú eres la prodigio de la Policía supuestamente, creí que ibas a saber que hacer.— contestó como si llevará la razón
— Te pasas Jacobo, en verdad te pasas. — respondí mirando hacia el lado contrario intentando pensar algo, cuando note que él se dirige hacia a la puerta. -¿ Que haces?- pregunte casi con desesperación
Él guardo silencio y toco timbre sin ningún tipo de explicación.
-Hola buen día, somos amigos de la señorita Juliana vinimos a saludarla.- habló al intercomunicador y juro por Dios que en estos momentos lo odiaba apenas un poco.
-¿ Es enserio Jacobo?, ¿Qué intentas hacer?.- pregunté murmurando.
— Estoy improvisando, ¿por qué estas tan nerviosa? — respondió con despreocupación levantando sus hombros, en su cara podía ver la incredulidad ante mi reacción.
— No estoy nerviosa.- negué, aunque si lo estaba, pero ¿Por qué estaba tan nerviosa?!.
Unas señoras nos hicieron pasar y nos informaron que pronto nos iba a atender la señorita Lombardi.
-¿Y ahora qué? Tú brillante plan improvisado no me gusta, no debería haber venido contigo- dije murmurando otra vez sin ningún sentido ya que no había nadie más en la habitación.
— Ya en serio Valentina, ¿Por qué actúas tan raro?. Ni que fuera un súper operativo, esto es pan comido — me dijo muy tranquilo.
Para ti será pan comido pensé y para mi debería serlo, que tenia ella de especial ¿Qué lograba ponerme de esta forma?. No podía razonarlo, todo eran actos involuntarios como si aquella joven hiciera que todos mis circuitos fallaran sin ninguna razón, solo bastaba tenerla enfrente para lograr ponerme nerviosa.
— Hola, que raro se me hizo que me dijeran que tenia visitas, nadie me visita aquí— dijo Juliana.
Jacobo me miró como para que hablará seguramente, pero mi voz no salía así que sólo levanté la mano en señal de saludo.
—Hola Juliana, lamentamos haberte interrumpido y gracias por recibirnos sin una cita previo, es que Guillermo nos comento mucho de tu trabajo.- comenzó a decir con seguridad pero la mujer delante nuestro al escuchar el nombre de su esposo hizo una pequeña mueca de inseguridad ante el relato. -Y si te parece bien estábamos pensando con Valentina en donar dinero a la Fundación, es por eso que queríamos hablar contigo. —comento Jacobo usando la idea más tonta del planeta, por dos simple razones. Una porque el estado no iba a permitirnos seguir gastando plata en esta misión y dos porque acabamos de conocerla como para repentinamente interesarnos en su trabajo y aun más en donar.
Aún así parece que ella lo creyó, rápidamente nos agradeció el gesto y comenzó a hacernos un recorrido por el lugar.
— Y aquí es el comedor.— anuncio Juliana— Por cierto ya vamos a almorzar, ¿nos acompañan?— pregunto dedicándome una pequeña mirada.
— Si claro, nos encantaría— respondí al mismo tiempo que ella nos preguntaba, siquiera le deje decidir a Jacobo ya que quería quedarme más tiempo con el brillo de sus ojos al hablar de este lugar.
Nos sentamos en una gran mesa con otros niños.
— Yo voy al baño.— informó Jacobo mirándome cómplice
Iría a buscar información mientras yo debía distraerla, siendo sincera ella era quien me distraía a mi.
— Entonces, ¿hace cuánto eres dueña de este lugar?.—
— Soy su encargada hace 4 años.— respondió, sus ojos brillaban tanto cuando hablaba de este sitio, era tan lindo verla así.
— Debe ser difícil encargarse de todo sola, ¿no?— pregunté.
— Créeme que es lo más fácil que he hecho, quiero decir este lugar es mágico para mi, no importa que tan mal me sienta o cuan difícil haya sido el día, llegó aquí y siempre me encuentro con una sonrisa y un abrazó.— me respondió al mismo instante en el que sentaba a una niñita en sus piernas.
— Hola, ¿Cómo es tu nombre princesa?— pregunté dulcemente ante la atenta mirada de la morocha
— Camila — respondió la niña de unos 5 años, con pelo castaño y ojos color marrones claro.
— Pero que nombre más hermoso, de hecho yo quería llamarme Camila. Mejor dicho quisiera ser Camila y ser cantante cantar. — dije cantando y bailando parte de la famosa canción de la joven, las hice reír muy fuerte.
— ¡Eres muy graciosa!. ¿No que lo es Juls?.— preguntó la pequeña mirándonos a ambas.
— ¿No que lo soy Juls ?.— pregunté a Juliana nombrando el apodo que utilizó la niña.
—Si, lo es.— respondió Juliana mirándome directo a los ojos, me encantaba que lo hiciera, me sentía cómoda bajo su mirada. Camila se acerco a su oído y le dijo algo que no logre escuchar.
— Quieres que le diga eso, ¿segura? — le dijo Juls a la niña.
— Si por favor dile. ¡Dile!.— dijo Camilita
— Si Juls, dime. — le dije insistiendo yo también.
— Bueno Camila quiere que te diga que tienes los ojos más bonitos que vio, y que son muy raros porque cambiaron de color. — dijo tímidamente.
Tenía una gran sonrisa en mi cara luego de escuchar aquello.
— Pues muchas gracias pequeña. — dije mirando a la ahora avergonzada niña. — Y mis ojos cambian de color depende mi estado de ánimo.
— Si tus ojitos estábamos de color cielo, y ahora son como el color del césped, pero muy clarito.— comento tiernamente.
— ¿Sabes que significa eso?— le pregunte.
Me respondió negando con su pequeña cabeza.
— Significa que estoy muy muy feliz.— mi voz salía tan dulce que me sorprendía a mi misma estar hablando de está forma.
Seguimos hablando y riendo todo el tiempo en que almorzábamos, habían pasado muchos minutos y ni siquiera me habría dado cuenta de que Jacobo también había venido, hasta que apareció al lado nuestro.
— Hola Jacobo, me había olvidado de ti.— respondí riendo y Juls también lo hizo, seguro ella también lo olvido.
— Si lo siento, recibí una llamada importante, ya saben de negocios, lamentó haberme demorado tanto.— comentó.
—¿Todo está bien?. ¿Quieres que pida que te traigan ahora la comida? — habló Juls siempre tan atenta y servicial.
— No hace falta, todo está bien, es sólo que debemos irnos.— dijo mirándome— Tenemos que encargarnos de algo urgente, lo siento mucho.- Nos informó Jacobo.
-Supongo que debemos irnos- respondí algo apenada.-Pero antes tengo algo que decirte jovencita.— dije señalando a Camila.
Me acerqué a su oído y le susurré.
— Me hizo muy feliz charlar contigo hoy, prometo volver pronto.—
Ella me abrazo, y se sintió tan bien, su inocencia y alegría eran contagiosa. Juliana tenia razón, este lugar es mágico, esta niña lo era, y la mujer de ojos chocolates que no dejaba de verme también lo es.
— Ah y para mi el color de tus ojos son los más bonitos de todos.— comencé mirando hacia la niña pero termine la frase mirando a los ojos de Juls.
Sé que Jacobo observaba la escena algo confundido, pero eso me importaba muy poco.
Salimos del lugar, entramos en el auto y yo seguía sonriendo como si ellas estuvieran ahí conmigo.
La sonrisa desapareció cuando Jacobo me dio un pendrive, había olvidado para que habíamos ido a ese lugar.
— Saque toda la información que pude, y que creí importante mañana se la envío al jefe para que la miren mejor la policía científica, contadores y demás. — me dijo.
—Sabes me cuesta tanto pensar que ella tenga algo que ver en esto, digo tendrías que haberla visto. Es un ángel para estos chicos.— dije.
— Lo sé, pero no te dejes llevar por las apariencias. Es muy difícil que no sepa a lo que se dedica su esposo. Digo es tan obvio y más si se comprueba que aquí lavan el dinero del cartel.— me dijo serio pero compasivo.
— Si entiendo, pero sabes mi prima tenia un esposo que estuvo engañándola como por 6 años, y ella nunca se dio cuenta. Digo abecés confiamos en la otra persona y no es nuestra culpa. Tal vez sea inocente no lo sé, digo que sólo tal vez merezca el benefició de la duda, ¿ no crees? — respondí como si de la nada fuera la abogada de Juliana.
— Claro que lo merece, pero recuerda que nosotros no somos quienes damos ese benefició, tú y yo estamos aquí para conseguir pruebas nada más— dijo señalando el pendrive.— y esas pruebas definirán su inocencia o culpabilidad.-
Tenía razón, pero muy dentro mío rogaba para que mi Juls no tuviera nada que ver con ellos. Sabía que era estúpido e irracional pensar eso pero últimamente no lograba pensar con claridad, últimamente no lograba pensar en nada más que en ella.