Capítulo 6 Se quedó estupefacto. Mirando en derredor, como para tomar a la habitación entera por testigo del ultraje, descubrió que Wang había hecho acto de presencia en la puerta. La intrusión fue tan sorprendente como pueda imaginarse, en vista de la estricta regularidad con que el c***o se volvía visible. Al principio, Heyst estuvo a punto de reírse. Esta demostración práctica acerca de la afirmación de que nada podría separarles mitigó la tensión de sus nervios. También se sintió ligeramente contrariado. El aparecido guardó un silencio profundo. —¿Qué quieres? —preguntó, tajante. —Bote allí —dijo Wang. —¿Dónde? ¿Qué quieres decir? ¿Velas en el estrecho? Cierta sutil transformación en las maneras del c***o sugería que le faltaba el aire; pero no llegó a jadear y la voz se mantuvo f

