Parado frente a la puerta, Jeriah la golpeó y en seguida la abrió después de recibir permiso de la persona en el interior. Entrando en la oficina del sheriff, el joven shifter omega contemplo con sorpresa el rostro invadido por el enojo de su jefe mientras colgaba el teléfono con algo de brusquedad. Algo malo debía de estar ocurriendo, ya que pocas cosas ponían de mal humor a alguien como Hayes y por lo general siempre se trataba de un caso que estaba yendo mal. —¿Me llamabas, sheriff? —preguntó observándolo con curiosidad silenciosa. Y aunque su lobo sumiso le demandaba a Jeriah intentar calmar al alfa con su aroma, no lo hizo, ya que eso solo molestaría más a Hayes y ese realmente no era su trabajo, aparte de que no iba con su personalidad. Si él podía ayudar, lo haría, pero no con

