Necesito un reinicio para mi reinicio

1945 Words
WESTON Tener a Emma en mi regazo es como pisar el freno. Tenemos una niña de dos años entre nosotros. Necesitamos actuar como adultos racionales y comedidos. Pero mierda. ¿Si Emma no estuviera en la habitación? Ya me habría follado a esta mujer hasta dejarla sin aliento. Todos estos años separados, ¿y ahora me envuelve con su suavidad y su dulce aroma? No soy un cavernícola, a menos que Amelia este cerca. —Supongo que deberíamos pensar en la cena… — dice Amelia, mordisqueándose el labio de una manera que delata su angustia interna. Ha comenzado a caminar de un lado a otro por la habitación, lo que significa que todavía está pensando en nuestro abrazo ilícito. —¿Qué te apetece comer? — —Pidamos comida a domicilio— hago rebotar a Emma en mi rodilla, dedicándole una sonrisa. Ella juega con mi corbata, frotando las yemas de los dedos de un lado a otro sobre la tela sedosa. —Tailandesa — —Perfecto— se cursa de brazos y tamborilea con los dedos a un ritmo que solo ella conoce, mirando por la pared de ventanas. —Suena genial— —Llévate a Emma por mí y pediré algo delicioso— Me pongo de pie y me encuentro con Amelia junto a la ventana antes de entregarle a Emma, me inclino para susurrarle a Amelia al oído: —Terminaremos ese abrazo más tarde— Las mejillas de Amelia se sonrojan y extiende la mano hacia Emma. ¡Genial! —Si sabemos lo que nos conviene, no lo haremos— —Nunca dije nada sobre saber lo que nos conviene a ninguno de los dos— Baja la barbilla y me lanza una mirada sombría. —Estoy comprometida— —Y no hay nada de malo en un pequeño abrazo— Su mirada sospechosa me dice exactamente lo que tiene en mente: no hay forma de que se quede en un pequeño abrazo. ambos lo sabemos. Y cuanto antes lo acepte, podré silenciar esta inquietud dentro de mí, instándome a hacer mía a Amelia. No tiene sentido. Ella no me ha elegido. Y todavía parece atrapada en su mundo. Todavía estoy enojado con ella por como habían ido las cosas la última vez. Pero después de como todo había implosionado en mi vida personal, particularmente hoy, ya no me importan los estándares ni la moral. Quiero a Amelia cuando no tiene sentido. Incluso cuando no debería. Y voy a conseguir lo que quiero. —Comida tailandesa— busco en mi aplicación de entrega a domicilio favorita. —¿Pad thai para ti? ¿Empanadillas con arroz para Emma? — Amelia asiente. Recuerdo lo que solía pedir en el pasado y cuadro su nivel de picante a medio, luego agrego mi plato favorito de curry verde. —Llegará en treinta— tiro mi teléfono al sofá y me uno a ellas en la ventana de nuevo. —Dime, ¿Cómo estuvo la visita con Mila? — —Genial— el rostro de Amelia se abre como siempre lo hace cuando da una respuesta sincera. —Es muy astuta. Y tan accesible, aunque me entusiasmé un poco cuando llegó— —¿Te entusiasmaste? — —Solo un poco — Amelia levanta a Emma más arriba en su cadera. —Acabo de leer muchas noticias. Se de ella. Se siente… cercana por lo que pasó con su familia— Esta confesión me hace el oído. —¿Planeas dejar atrás a tu controladora familia por un hermano Hamilton? — Su boca se abre, su mandíbula prácticamente cae al suelo. Solo puedo reírme ante su sorpresa. —Weston— —Lo siento, es una broma. Se que nunca irías en contra de tu familia. Especialmente no por un hermano Hamilton— Baja la barbilla y su mirada fulminante regresa. En este momento siento la necesidad de alcohol. Me acerco al bar cercano. —¿Puedo ofrecerte una copa de vino? ¿Un shot de tequila? — —Estoy bien— vuelve su mirada acerada al horizonte de Manhattan más allá de las ventanas. —Y para que lo sepas, me he ido en contra de mi familia. Y estaba preparada para dejarlos atrás por un hermano Hamilton. Aunque creas que no— Me aclaro la garganta mientras me sirvo un dedo de whisky en un vaso. Una gran y hosca verdad retumba en mi interior, y esta vez, ya no tengo la capacidad de contenerla. Todo mi ser se ha evaporado. —¿Entonces porque me enviaste un mensaje de texto para que me mantuviera al margen de tu vida después de la pelea con tu tío? — Por un momento, el único sonido que se registra en el pent-house es el crepitar de la chimenea y los suaves murmullos de Emma para sí misma mientras juega con el pelo de Amelia. —¿De que estás hablando? — pregunta finalmente Amelia. —Después de que me despidieras de Louisville la última vez. Para cuando aterrice me habías enviado un mensaje de texto y básicamente me habías dicho que me fuera a la mierda y de tu vida— Amelia parece como si la hubiera abofeteado. —No lo hice— Bebo un sorbo de whisky, sabiendo de inmediato que necesitaré otro enseguida. —Claro que si— —Esto es ridículo— espeta, luego cierra la boca con fuerza y respira hondo por la nariz. Acaricia el cabello de Emma por un momento antes de continuar. —¿No crees que lo recordaría si te hubiera dicho esas cosas? — —Uno pensaría— —Nunca dije nada en ese sentido— dice Amelia, con las cejas uniéndose. —Weston, estaba lista para casarme contigo. ¿Por qué haría lo contrario? — Sus palabras caen como un puñetazo sorpresa. Me echo más whisky a la boca. —Honestamente, Amelia, me he estado haciendo la misma pregunta desde entonces. Pero claramente, mi desesperación no te molestó mucho. Me enviaste un mensaje de texto para terminar, cumplí tus deseos y aquí estamos— Sus fosas nasales se dilatan y da un paso desafiante más cerca. Cuando habla, su voz es baja y firme. —Te envié mensajes de texto durante meses después de que te fuiste. No me digas que no me molesté. Estaba devastada y no estabas por ningún lado— Vacío mi vaso, dejándolo en la barra. No debería haber traído esto a relucir… lo sé mejor, pero aquí estamos. Justo en el meollo del asunto. —¿Y convenientemente ninguno de esos mensajes llegó a mi teléfono? Claro. Entonces, ¿Por qué pedirme que me fuera en primer lugar? ¿Por qué romper las cosas? — —Nunca pedí eso— insiste, luego baja la mirada para ver el rostro de Emma. Había comenzado a retroceder ligeramente, y Amelia suspira negando con la cabeza. —No podemos hablar de esto ahora mismo. No quiero molestarla, y sé que lo haremos si seguimos así— —No debería haberlo mencionado. Fue mi culpa— sirvo una segunda copa. El silencio se extiende entre nosotros. Emma balbucea para sí misma mientras Amelia y yo nos miramos fijamente. Algo no cuadra. Uno de nosotros tiene que estar mintiendo, y no soy yo. Pero en el fondo, no creo que ella este mintiendo tampoco. Imposible. La respuesta más probable es la más simple. Amelia te dijo que te fueras a la mierda y está mintiendo sobre lo mucho que se doblega a la voluntad de su familia. Fin de la historia>> Claro. Aunque no parece el final de la historia. Emma se escabulle de los brazos de Amelia y las dos van al libro para colorear en la pequeña estación de juegos que habíamos instalado. Mientras usan lápices de colores para garabatear sobre representaciones de osos panda, yo trabajo en mi bebida y espero la comida. Después de un rato, llega la notificación de texto: La comida está aquí, pero no puedo llegar al pent-house. ¿puedes bajar? —Tengo que ir al vestíbulo— anuncio. —No pueden conseguir autorización para subir hasta arriba. Bajaré a buscar la comida— Podría haberle dicho al portero que lo dejara subir, pero necesito la oportunidad de despejar mi mente. Este pent-house se ha convertido en un vórtice ahora que Amelia y yo nos encontramos cara a cara con el pasado. Necesito reiniciar si tengo alguna posibilidad de salir con vida de este viaje. Amelia asiente, entrando en la cocina donde Emma ha empezado a sacar ollas y sartenes de uno de los armarios. —Aquí estaremos— justo entonces suena el temporizador del horno y Amelia junta las manos. —¡Los panecillos están listos cariño! ¡Si! — sonrío mientras Emma imita los aplausos de Amelia. Una vez que salgo del pent-house y estoy solo en el ascensor, respiro hondo varias veces, intentando deshacerme de la intensidad de la conversación que habíamos abandonado para poder volver al pent-house y seguir sin hablar del pasado delante de Emma. Porque Amelia tiene razón. Habíamos estado en una vía rápida para calentarnos. Y no había ninguna resolución a la vista. Me encuentro con el conductor, le doy una propina extra y me tomo mi tiempo para volver al pent-house. Reviso el correo, miro mi teléfono y finalmente vuelvo al ascensor. Estoy más listo que nunca. Dentro de pent-house, me dirijo a la cocina para dejar la bolsa. Pero lo primero que veo es a Emma, En el corral de la sala principal. Sola. –¿Amelia? — pregunto, mirando a mi alrededor. No hay nadie. Emma balbucea para sí misma mientras juega con dos peluches en el corral. Pienso que Amelia debió haber salido corriendo al baño, pero entonces veo las toallas en el suelo de la cocina. —¿Amelia, dónde estás? — La comida está aquí. Me dirijo al pasillo que conduce a las habitaciones de invitados, pero tanto su dormitorio como el de Emma están a oscuras. Cruzo el pent-house, dirigiéndome al otro lado, pasando la sala, por si acaso está en mi dormitorio por alguna razón. Asomo la cabeza en mi habitación. Nadie. Pero escucho el sonido del agua corriendo. La curiosidad me consume. Claramente, Amelia había salido corriendo a ducharse, pero ¿Por qué? ¿Y por qué en mi ducha? La tentación de descubrirlo es demasiado grande como para ignorarla. —¿Amelia? — me acerco a la puerta del baño, que esta entreabierta. Se abre lo suficiente como para poder ver la enorme ducha a ras del suelo en el otro extremo del baño. Y allí esta. En exhibición. Puertas de cristal que revelan cada curva de Amelia, su piel cremosa y su cabello oscuro empapado me llaman, enmarcada como una estatua que puedo mirar, pero no tocar. Aprieto los dientes. El reinicio no ha funcionado. Necesito un reinicio para mi reinicio. Amelia se enjuaga el champú del pelo y, en cuanto abre los ojos, da un salto. —¡Weston, Dios mío! — intenta cubrirse con las manos, pero hay demasiado cuerpo y no suficientes manos. —Regresé con la comida y no te encontré— me quedo en la puerta, incapaz de dejar de admirar la vista. Mis dedos se curvan y trago saliva con dificultad. —¿Por qué estás aquí? — —¿Tienes que mirar? — —Estás en mi baño— Resopla y vuelve a sumergir la cabeza bajo en el agua. Mis ojos se dirigieron a la suave curva de su vientre, al mechón de pelo bien recortado entre sus piernas. Mi apetito por la comida tailandesa ha sido reemplazado por un apetito completamente diferente.
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