AMELIA
Emma ayuda a colocar cucharadas de masa en los moldes para panecillos que esperaban con un mínimo desorden. Sus ojos se iluminan cada vez que una buena porción de masa cae en el vaso de papel. Una vez que el molde para panecillos está lleno. Mila lo lleva al horno y yo pongo el temporizador.
—Estos van a estar deliciosos— beso la parte superior de la cabeza de Emma. Se retuerce y señala el suelo, lo que mi indica que quiere bajar. La levanto de la isla y la bajo con cuidado, y se va a la sala en busca de sus juguetes.
—Eso sí que es un gran progreso— le digo, a Mila mientras veo a Emma ir a buscar sus muñecas. —Se siente lo suficientemente cómoda como para dejar mi lado incluso cuando hay una extraña aquí—
—Espero seguir no siendo una extraña por mucho tiempo— Mila se mete un poco de pelo detrás de la oreja y se apoya en la encimera, con la mirada al otro lado de la habitación.
—No serías tan extraña si Emma supiera leer el periódico como yo— bromeo. Mila se ríe disimuladamente, lanzándome una mirada cómplice. —Y a riesgo de sonar como una acosadora…tengo curiosidad por saber cómo te ha ido desde que dejaste el negocio familiar—
Mi corazón late con fuerza tan pronto como la pregunta sale de mis labios. Estoy mucho más interesada en su respuesta de lo normal. Esta no es una pregunta inocente, ni una forma de llenar el tiempo hasta que Weston vuelva a casa. Mila había dejado atrás a su familia y todas sus expectativas. Me pregunto si tal vez su perspicacia podría ayudarme a iluminar un camino propio.
Mila exhala un suspiro, su mirada se desvía hacia un punto incognoscible que solo ella puede ver. —Ha sido… extraño. Siento un vacío donde solían estar mis padres. Pero el alivio que siento al mismo tiempo es inmenso. A veces, parece que fue demasiado fácil. Aunque no fue nada fácil. No lo sé. supongo que tiene sus altibajos, pero la tristeza se compensa con la alegría que tengo de mi vida con Asher—
—¿Entonces dirías que…valió la pena? — Pregunto.
Su mirada penetrante se clava en mí, casi haciéndome tropezar hacia atrás. Pero le sostengo la mirada, aunque siento que de alguna manera está viendo profundamente en mi alma. No conozco los detalles de su situación con su exmarido. Y seguramente ella no puede conocer los detalles de mi situación con Caleb.
Pero de alguna manera, se sienten similares. —Siempre valen la pena si te lleva a tu yo más verdadero— dice finalmente. —No importa lo difícil que sea. Honrar esa verdad es el único camino que puedes tomar—
Sus palabras casi me hacen desmoronarme. Trago saliva y miro hacia la gran sala, esperando que no note el brillo de las lágrimas en mis ojos.
—¿Y crees que puedes sobrevivir? — le pregunto, con la garganta repentinamente apretada. —Sin el resto de tu familia, quiero decir. Sin su…amor—
Rodea la isla para mirarme, buscando mi mirada. —¿Está pasando algo, Amelia? —
Me muerdo el labio inferior, sin saber cómo responder. Ni siquiera sé por dónde empezar. Y acabo de conocer a esta mujer, todo lo que se de ella es por el internet. Esto no parece correcto, y mucho menos sensato. —No tienes que responder eso— susurra, apretándome la muñeca.
Necesito un momento antes de responder, ya que el muro de lágrimas en mi garganta es muy denso. Mientras me recompongo, la puerta principal se abre. Weston está en casa. jadeo, corriendo hacia Emma, por si acaso reacciona mal al sonido de la puerta. La levanto justo cuando Weston entra en la sala.
Tan pronto como mi mirada se posa en su figura de hombros anchos envuelto en un traje de diseñador y rematado con zapatos Derby, mi interior se encoge de alivio. Este es el momento, y el hombre, que había estado esperando. El hombre que siempre había estado esperando.
Siento un nudo en la garganta de nuevo, esta vez por una razón diferente. Sus hermosos rasgos, que se suavizan en una sonrisa cuando su mirada se posa en Emma y en mí, me hacen sentir como si volviera a casa de una manera que no puedo describir.
Había sido así desde el principio. Y sigue siendo ahora. incluso después de tantas razones por la que no debería sentirse así. Por las que no puede ser así.
Cargo a Emma sobre mi cadera y le devuelvo la sonrisa. —Bienvenido a casa, Weston. Tenemos visita—
Su mirada se dirige hacia la cocina, donde encuentra a Mila. Ella le ofrece una pequeña sonrisa, moviendo los dedos hacia él.
—No te enojes— dice en lugar de un saludo.
Sus hombros caen ligeramente. —Mila. Que sorpresa—
Se acerca a él, con la preocupación grabada en su rostro. —Sabía que tenía que venir personalmente a preguntar esto. ¿Podrían tú, Amelia y Emma venir a nuestra casa en los Hamptons a cenar esta noche? —
La mandíbula de Weston se tensa y puedo verlo reflexionando sobre su petición. —Enviaré el helicóptero. O un coche, si aún no quieres que Emma use las orejeras. Se que las cosas han estado tensas entre tu y Asher— añade Mila. —Pero esta cena es importante para mí. Para nosotros, como familia. Por favor, ven—
Weston la estudia por un momento, luego dice con tristeza. —No puedo. No puedo hacerlo, Mila. Por favor, no lo tomes personal. No tiene nada que ver contigo—
Mila se desanima visiblemente. —¿Estás seguro? —
—No estoy seguro de cuando estaré listo para volver a ver a Asher. Pero esta noche no es la noche. Obtuvo lo que quería con toda su insistencia. Yo me quebré. Y pronto estaré fuera del negocio familiar. Dominic viene conmigo—
Mila se cubre la cara con las manos y niega con la cabeza. —No. Esto no está bien. No puede ser así. Voy a hacer todo lo que pueda para arreglar esto—
—Te lo agradezco, Mila, pero creo que esto ya está resuelto—
—Todavía no ha terminado— dice Mila, mirando severamente a Weston. —Vine aquí para poder empezar con ventaja en ser tía, y Asher todavía será tío, te lo prometo—
Emma se retuerce y extiende la mano hacia Weston, así que él se dirige hacia nosotros y la toma en sus brazos. Ella se acurruca felizmente en sus brazos.
—Me gustaría creer lo que dices— dice Weston un momento después. —pero Asher es el único que puede decidir eso. Y ya no tengo mucha fe en el—
Mila parece tan abatida como si Weston la hubiera insultado en su cara. —No te culpo por decir eso. simplemente no te rindas con tu hermano, por favor— Aprieta el brazo de Weston y luego me mira.
—¿Podemos tener una cita por video algún día? ¿Quizás tomar un café con leche en nuestras respectivas cafeterías? —
Me río y asiento. Me emociona que hayamos conectado tan rápido y que quiera continuar la conversación. —Eso sería genial—
—De acuerdo. Los dejos a los tres con su velada. Esta no será la última vez que me vean— frota la espalda de Emma y luego le da una palmadita en el hombro a Weston antes de pavonearse hacia el vestíbulo, haciendo sonar sus tacones. —No abandoné a mi familia solo para ver la tuya desmoronarse, weston— grita por encima del hombro. —No lo olvides—
Un momento después, la puerta principal se cierra de golpe y weston y yo nos quedamos mirándonos boquiabiertos.
—¿Entonces, Asher envió a un embajador? — digo finalmente.
—Asher no la envió— reflexiona. —Mila vino sola. Si hubiéramos aceptado esa invitación a los Hamptons, nos habríamos presentado ante un Asher furioso—
Hago una mueca, acercándome a él. —¿Y qué tal el día? —
Weston suspira profundamente cerrando los ojos. Ahora que Mila se ha ido, puedo sentir la tristeza que emana de él, las densas oleadas de angustia. —No muy bien. Las negociaciones fracasaron y Dominic ha decidido unirse a mi para dejar Hamilton Enterprises. Así que toda la empresa está a punto de disolverse y nadie lo sabe todavía, excepto nosotros. Aún que Asher no entregó los papeles como prometió—
—¿Y eso que significa? —
Weston parece más cansado de lo que nunca lo había visto. —Significa…que todavía no hay nada resuelto. Necesito unos días más aquí para terminar las cosas. ¿Te parece bien? —
Asiento con entusiasmo. Estoy más que bien. Y significa que puedo saltarme la visita a la casa que Caleb había programado, lo cual es una ventaja inesperada. —Esta totalmente bien. Ni siquiera te preocupes por eso—
—Gracias. Hay muchas cosas que Dominic y yo tenemos que resolver, ahora que ha decidido acompañarme— Weston se hunde en el sofá, y Emma rápidamente se baja de su regazo y cae al suelo, donde regresa para ocuparse de algunos de sus peluches olvidados. Me hundo en el sofá junto a él, sintiendo cada gramo de su tristeza y conflicto. Solo quiero quitárselo todo, al menos por un momento.
—Lo siento mucho, Weston— susurro, pasando mi mano por su rodilla. —Ojalá pudiera ayudar de alguna manera—
—Es el fracaso más épico que podría haber imaginado— dice en voz baja, con la mirada fija en la alfombra. —Pensé que había una cosa más sólida en la vida: mi familia. E incluso eso se está desmoronando, no importa cuánto lo intente o cuanto logre en la vida—
Sus palabras son desgarradoras de una manera que entiendo muy bien. Con lágrimas en los ojos, me abalanzo sobre él y envuelvo mis brazos alrededor de sus anchos hombros. Mis manos apenas lo rozan, pero apoyo la cabeza en su hombro, esperando poder aliviar, aunque sea un poco de su dolor.
—Lo siento mucho, Weston— susurro en el hueco de su cuello. Tan pronto como las palabras salen de mi boca, una extraña pesadez se apodera de mí, como un sofoco y una borrachera han descendido al mismo tiempo. El aroma de su colonia, especias y cuero inunda mis sentidos, dejándome mareada. El tiempo y el espacio parecen contraerse, lo que nos acerca aún más. Su aliento golpea la concha de mi oreja; se me pone la piel de gallina en cada centímetro cuadrado de mi cuerpo. Y entonces sus fuertes brazos me rodean, sentándome en su regazo. Sus gruesos bíceps me encierran en su abrazo. Levanto la cabeza para ver el efecto psicoactivo de sus ojos color miel desde tan cerca. Mi boca se abre; cada célula de mi cuerpo se abalanza sobre este hombre, desesperada por estar cerca de él, sobre él, consumida por él.
—Amelia— espeta, su voz caliente saliendo de mi oído. Casi gimoteo, o tal vez lo hago sin darme cuenta, porque la risa que se le escapa a continuación es divertida.
Me pierdo en el remolino de sus ojos, incapaz de hablar o moverme, y mucho menos apartarme de él. Lo único que logra penetrar le niebla de mi cerebro es Emma.
Golpeándome el brazo, estirando los brazos para que Weston que la tome entre los suyos.
—Oh, Dios mío— una risa maníaca se me escapa mientras mi cerebro regresa al momento presente, aquel en el que yo soy niñera y cuidadora y no estoy dispuesta a montar a este dios de hombre. Me aparto del regazo de Weston y jalo a Emma entre nuestros cuerpos, donde se acomoda felizmente, en el pecho de su tío, sonriéndonos.
Cuando encuentro la mirada de Weston, puedo leer cada deseo en sus ojos. El me desea. Y ni siquiera tiene una idea de cuánto lo deseo yo a él.