Una niñera a tiempo completo

3501 Words
AMELIA El aire es diferente dentro de la agencia Las niñeras de Aurora cuando entro. He entrado en este edificio innumerables veces en mi año de trabajo aquí. Fue un puesto ganado con esfuerzo, así que cuento mis bendiciones cada vez que pongo un pie en el edificio para buscar mi cubículo y ponerme al día con el papeleo relacionado con mis asignaciones a corto plazo. –¡Amelia, llegas justo a tiempo para algo de emoción hoy! – La recepcionista, Britney, me dirige una sonrisa cómplice mientras me deslizo por el área de recepción. Arqueo las cejas; tal vez por eso el aire se siente diferente. Tenso. De alguna manera vibrando. No sé cómo lo siento. Simplemente lo siento. De la misma manera que cambia el aire antes de un tornado, supongo. –¿Qué está pasando? – me detengo en el escritorio, subiendo mi bolso de mano sobre mi hombro. Disfruto de cualquier oportunidad de quedarme en el trabajo. Trabajar con niños es el objetivo, pero acercarme a mis compañeras de trabajo es un beneficio inesperado del trabajo. Salir de mi casa en general es la cereza del pastel más deliciosa. –Hay un cliente VIP muy importante en el edificio– Enuncia cada silaba con movimientos exagerados de la boca. Casi quiero que lo repita para poder verlo de nuevo. –¿Alguien a quien debería pedir un autógrafo? – pregunto. He conocido a muchas celebridades a lo largo de mi vida, así que realmente pienso que no me impresionara. Con un padre tan rico y con tantos contactos como el mío, los VIP son una especie de elemento secundario en mi infancia. Había conocido a casi todos los senadores conservadores, por no mencionar a algunas estrellas de cine que están casadas con personas de nuestro circulo. Antes de que Britney pueda responder. Doris sale de su oficina. Sus ojos se iluminan cuando me ve. –¡Amelia! – Se apresura hacia mí, sus tacones resonando en el suelo de baldosas. –Ahí estás. Justo salía a buscarte. ¿Tienes un tiempo para charlar? – Le sonrió a Britney y sigo a Doris por el pasillo. Me conduce a mi cubículo en la gran habitación trasera, con los ojos entrecerrados por la emoción mientras dejo mis cosas. –Tengo una oportunidad muy emocionante que quiero ofrecerte personalmente– dice. –Oh, por favor, continúa– Me recojo un poco mi cabello detrás de la oreja, las oleadas de emoción en mi vientre me recuerdan cuanto me encanta estar aquí. Cuanto me encanta que me desafíen. Todavía me irrita que toda mi familia quiere que renuncie a esta sensación, que simplemente abandone esta línea de trabajo. Alejarme de la satisfacción de todo. Ni siquiera importa que este trabajo ni siquiera sea mi objetivo final. Este trabajo es solo el compromiso. Y todavía me siento culpable por aceptarlo. –El cliente que tengo en la oficina ahora mismo es de nivel VIP y busca un puesto de niñera de tiempo completo. Tiene una niña de dos años que requiere amor y atención adicional. Estamos hablando de la situación de un padre soltero, un hombre de negocios poderoso. Se que has estado haciendo principalmente puestos a tiempo parcial, pero… ¿crees que podrías conseguir un puesto a tiempo completo? – Trago saliva con fuerza, tratando de no gritar. “¡Por supuesto!” Necesito al menos fingir que lo considero. –Bueno… mi colocación temporal ha terminado, así que creo que el momento debería ser el adecuado– Doris asiente efusivamente. –Estaba pensando lo mismo– –Y me encantaría aceptar un cliente a tiempo completo– Aunque eso es lo último que mi familia quiere para mí. Pero no todo el secretismo está destinado a engañar. Tengo veinticinco años y ya me encuentro en una encrucijada en mi vida, Todos los miembros de mi familia y circulo social tiran de un brazo. Esta floreciente carrera, y la promesa de forjar mi propio futuro, es el tirón del otro brazo. Tengo que intentarlo. Incluso si mi camino de vida predefinido se desvía en una dirección diferente. -Yo digo que lo intentemos– le digo. –Si crees que soy la mejor niñera para el trabajo, estoy dispuesta a aceptarlo– –Amelia, te va a encantar este cliente. Vamos a conocerlo ahora- Doris me aprieta la muñeca y nos dirigimos a su oficina. De camino grita por encima del hombro. –Se llama Weston Hamilton– El nombre me estremece de la misma manera que una bala entra en un muslo. De hecho, tropiezo, y Doris me mira fijamente. –¿Estás bien? – Respiro hondo, esbozando una brillante sonrisa. No puedo dejar que sepa del agujero n***o que ha estallado repentinamente en mis entrañas, amenazando con consumir todos mis órganos vitales con mortal atracción gravitatoria. No puedo decirle que Weston y yo tenemos una historia, una que casi me quebró, hasta que los surcos claramente definidos del camino de la vida de mi familia me permitieron moverme de nuevo. –¡Bien! ¡Muy bien! Yo, eh, tropecé con la alfombra– Aumento la sonrisa, segura de que se acerca al grado psicótico. Dios mío, Weston Hamilton está en esa oficina y voy a verlo por primera vez en seis años. Weston Hamilton había sido tanto mi máxima fantasía como mi perdición. Me había enamorado de él demasiado rápido, demasiado perdidamente. Conectamos al instante, de la manera en que los abuelos siempre hablan después de sesenta años de matrimonio. Tuvimos un romance vertiginoso, compuesto enteramente de carcajadas, pasión candente y aventuras por Louisville que dificultaban ir a casi cualquier lugar o hacer nada durante un año después de que las cosas terminaron. Porque no terminaron simplemente. Se hicieron añicos. Todo mi cuerpo vibra de ansiedad, cada paso más cerca de la oficina de Doris se siente como un kilómetro y medio. Dora alcanza el pomo de la puerta. La puerta cruje una vez y luego entra en la oficina. Golpe, golpe. Mi corazón late tan fuerte que sé que Doris puede oírlo. –Señor Hamilton, me encantaría que conociera a Amelia Morton– cruzo el umbral justo cuando ella dice mi apellido. Y allí esta. Ocupando la silla allá frente al escritorio de Doris, sus hombros cuadrados y su impecable traje Armani son el complemento perfecto para la devastadora neutralidad que tiene en su apuesto rostro. su cabello castaño claro esta despeinado en la forma perfecta, el punto medio exacto entre un muñeco Ken y un aspecto desaliñado. Siento el momento en que su mirada se posa en mí. Casi puedo oír el crujido cuando el eje sobre el que gira mi mundo comienza a desmoronarse. –Amelia, te presento a Weston Hamilton– Doris suena tan complacida consigo misma, su sonrisa de mil vatios casi me ciega mientras se hace a un lado para que pueda estrechar la mano de Weston. No tengo ni idea de lo que hace mi cara mientras avanzo con la mano extendida; ni siquiera puedo recordar mi nombre cuando su gran mano agarra la mía. El calor de su agarre activa todas las sensaciones físicas que alguna vez había compartido con él, almacenadas dentro de mis células como recuerdos ancestrales. Todo mi cuerpo se calienta, se llena de vida, zumbando. Trago saliva con fuerza, retirando la mano bruscamente y concentro mi atención en respirar. Inhalar. Exhalar. Inhalar. Exhalar. –Amelia sin duda es la mejor opción para el trabajo– Dice Doris, aparentemente inconsciente de la forma en que mi alma está siendo absorbida por el vórtice del agujero n***o que el sonido del nombre de Weston Hamilton ha abierto dentro de mí. Verlo ha duplicado su atracción. Se desliza en la silla de su escritorio y yo tomo asiento en una silla más cercana a la pared que los mira a ambos. –Es la incorporación más reciente al personal, pero rápidamente se ha convertido en una de las favoritas aquí en la agencia– dice Doris con un guiño. –Cualquier problema que puedas tener con Emma ahora mismo. Amelia puede ayudar– Emma. El nombre de su hija. No pudo creer que esté en la misma habitación que Weston Hamilton, y mucho menos para hablar de su hija. El hecho de que sea padre soltero es nuevo para mí. No me había mantenido al día con los asuntos de Weston por instinto de supervivencia. Mi amor por Weston había ardido con demasiada intensidad; si le hubiera cedido un ápice después de que ignorara, nunca habría seguido adelante. Especialmente dado lo que nuestro amor había creado juntos. Pero tal vez el calor que vibra por mi cuerpo es una prueba de que nunca había seguido adelante. Weston se aclara la garganta. –Eso es muy tranquilizador– su voz es un ronco rugido mientras habla, lo que solo me hace encoger las entrañas y acelerar el corazón. –Su área de especialización son los niños de dos a cuatro años- continúa Doris, mirándome como si debiera añadir algo. –Si– Suelto. –Mi favorito rango. De edad. Eh, en términos de desarrollo es…fascinante– no estoy segura de sí tiene sentido lo que estoy diciendo. Apenas puedo ver más allá del latido de mi corazón. –Ahora, señor Hamilton, ¿podemos repasar algunos de los problemas que ha estado teniendo? – Doris lo insta a explicar la naturaleza exacta de las dificultades de Emma. Incluyen ansiedad ante la gente nueva, problemas para dormir toda la noche y una aparente fobia a que se abran puertas. Tengo trucos bajo mi manga para ayudar en cada escenario, y trucos de respaldo detrás de ellos. Algo en los niños pequeños inocentes y traviesos activa mi modo más tranquilizador y servicial. Especialmente aquellos que están decididos a portarse mal. Eso, y que son realmente las criaturas más divertidas y cariñosas del planeta. ¿Desafío profesional combinado con satisfacción personal? Si, por favor. –Estoy segura de que puedo ayudar con cualquier cosa que pueda presentar un problema– digo, alisándome la falda mientras mis mejillas se sonrojan intensamente. No estoy segura de por qué hasta que levanto la vista y noto la mirada de Weston sobre mi como una bofetada en la mejilla. –Los niños pequeños son un regalo desafiante, divertido y adorable de Dios– Doris ríe suavemente. Weston ni siquiera parpadea. –¿Tiene alguna pregunta para mi o para Amelia? – ronronea Doris. Weston se aclara la garganta, flexiona la mandíbula mientras estudia algo desconocido en el escritorio de Doris. Niega con la cabeza. –Genial. bueno, ¿Qué tal si organizamos una reunión en casa? – Doris nos dedica una brillante sonrisa a Weston y a mí. –Me encantaría– suelto. La mirada de Weston se desliza entre Doris y yo de forma calculada. Luego se posa y se queda en Doris. - ¿Tiene a alguien con un poco más de… experiencia? – Doris parpadea. –¿En qué sentido, señor Hamilton? – –Todavía no estoy seguro de apretar el gatillo. Preferiría trabajar con alguien con más de…larga trayectoria- La decepción me recorre el cuerpo y trato de no demostrarlo. En cambio, enderezo la espalda. No solo me duele porque duda de mis habilidades con su hija, sino que me duele porque me rechaza basándose en lo que había sucedido entre nosotros hace seis años. La razón por la que huyó de mí, por la que me dejó atrás. Y yo sigo siendo la única tonta entre nosotros que no sabe cuál es esa razón. –Se lo aseguro, señor Hamilton– Doris continúa, ajena a la verdadera incomodidad de Weston con mi colocación. –El hecho de que Amelia sea una empleada más nueva no juega en su contra. Tal vez no me expliqué completamente, ella ha trabajado con nosotros desde hace más de un año. He sido testigo de su destreza de primera mano, y lo único que lamento es que no se haya unido a nosotros antes– Le sonrió a Doris. –Es muy dulce de tu parte. Siento lo mismo– Me armo de valor para dirigirme a Weston de frente, obligando a la ola de nauseas que sube de mi estómago a mantenerse fuera de mi garganta. Un puesto con Weston Hamilton es una idea horrible. Debería haberme alegrado de que no quiera contratarme. Cuidar de su hija sería un misil balístico en el centro de mi vida cuidadosamente diseñada. El minucioso reensamblaje al que me sometí después de que Weston entrara y saliera de mi vida la primera vez me llevó años completarlo. No tengo años que desperdiciar. Nuestros seis meses juntos, semi larga distancia, interrumpida por intensos estallidos de una o dos semanas en los que actuábamos como un matrimonio, era el equivalente emocional a dos años. Weston no parece convencido. –Necesito a alguien que sea adaptable. Transparente. Cómoda con los viajes frecuentes de larga distancia, generalmente en jet privado. Mantengo un ambiente de trabajo muy estresante; puede que sea necesario ampliar el horario en el último minuto– Se frota los nudillos mientras habla, sonando casual, casi despreocupado. Pero cuando su mirada se posa en la mía, es todo lo contrario. La intensidad me sacude hasta la médula. Ha disparado un tiro de advertencia tan fuerte que cada célula dentro de mi entiende en mensaje. Había sido el hombre de mis sueños en todo los sentidos de la palabra: alto, fornido y guapo, con una humildad que contrastaba bien con su estilo de vida jet-set, por no hablar de lealtad a su causa y a sus hermanos que admiraba tanto que me dolía el pecho. Nuestros seis meses juntos me habían afectado tanto que incluso cambié de especialización en la universidad a lo que realmente quería estudiar: psicología infantil, hasta que mi familia me convenció de volver a cambiarla a ingles un año después de que Weston se fuera. No era que no quisiera estudiar inglés, me encanta todo lo relacionado con la literatura y la palabra hablada, sino que lo que realmente quería hacer era ayudar a los niños en un entorno clínico. La lógica de mis padres era que un título en ingles me serviría mejor para mi familia: Voluntariado en la iglesia, tutoría de niños por partes iguales, eventualmente educando a mis hijos en casa. La psicología infantil estaba muy bien, razonaron, pero estaba estructurada para seguir una carrera, lo cual yo iba a hacer, ¿verdad? – Mi mirada se posa en el anillo en mi dedo medio. Una especie de anillo de promesa, que me regaló mi novio Caleb. Habíamos sido amigos de su familia durante años; era natural que se convirtiera en algo más. Así es como funcionan esas cosas. Caminos seguros y predecibles que mantienen la unidad familiar, y el futuro familiar, estables y no resultan en fragmentos inspirados en misiles balísticos enterrados en tu corazón. Si la reaparición de Weston Hamilton es una especie de broma cósmica, entonces Dios necesita aprender una o dos cosas sobre el ritmo cómico. Llegó seis años tarde. –Además con mi horario y mi vida en general, no tengo tiempo para divagaciones, pasividad o comunicación encubierta– Weston se aclara la garganta y vuelve la mirada a Doris. –Estos son mis únicos requisitos– Doris abre la boca para responder, pero me adelanto. –Que quede claro, sin ninguna duda, que estoy activa y abiertamente comprometida con la salud y la seguridad de cualquier niño a mi cuidado. No hay nada encubierto ni pasivo en ello. Con eso puedes contar– Weston no parece conmovido por mi declaración. Doris, por otro lado, parece lista para fundirse en la carpeta de su oficina. No es costumbre que los clientes potenciales se comporten como Weston. La mayoría son amables, suaves, curiosos. Weston actúa más como una pared de ladrillos con labios. Unos labios extremadamente hermosos que una vez besaron cada centímetro cuadrado de mi cuerpo. Labios que solían llamarme pajarito con la misma suavidad que yo usaba cuando lo llamaba osito. Los labios que nunca volverán a estar en la misma habitación que yo, según como se está desarrollando este encuentro. Porque no hay manera de que consiga este puesto. –Gracias, Amelia. El señor Hamilton y yo continuáremos nuestra reunión. Te avisaré si necesitamos algo más de ti– Me envía una cálida sonrisa, forzada pero genuina, y asiento y me levanto. –Fue un placer conocerlo, señor Hamilton- digo, tratando de no murmurar las palabras. –Su hija tendrá la suerte de tener a alguna de las niñeras del personal- Salgo de la oficina, con el corazón latiendo tan fuerte que el reloj inteligente en mi muñeca izquierda se ilumina para felicitarme por mi repentino esfuerzo. Pero esto no es ejercicio aérobico, ni intención de mantener la cintura esbelta. Esta es la ansiedad de la vieja escuela. Camino por el pasillo por unos momentos, repasando la conversación en mi cabeza al menos cincuenta veces. Lo que sea que el piensa que le he hecho es malo, si así fue como nuestro primer encuentro en seis años fue. Weston probablemente está decepcionado de mí, si es que le importa lo suficiente como para estar decepcionado. Había tomado toda esa guía de inspiración de él y la había dejado marchitarse hasta convertirse en polvo. En lugar de ser psicóloga infantil, soy niñera a tiempo parcial en camino a ser esposa a tiempo completo, protegiendo este trabajo con todo lo que tengo hasta que la velocidad del camino de mi vida esperada me arrebate incluso esto. Tal vez por eso está tan amargado ahora. necesito rechazar el puesto. Pero de ninguna manera Weston Hamilton me seleccionará en primer lugar, basándose en lo frígido que ha sido, en lo claro que es que me detesta. Me conviene continuar con mi vida tal como es. niñera a tiempo parcial. Hija de tiempo completo y muy probable futura esposa a tiempo completo pronto, una vez que Caleb me haga la pregunta, es sin lugar a dudas, que vendrá pronto. La forma en que mis padres han insinuado sobre dejar este trabajo me hace pensar que la pregunta no está a la vuelta de la esquina, sino que está llegando a la maldita puerta. Y, por si fuera poco, si en algún universo alternativo Weston Hamilton realmente quiere que trabaje con él y yo acepte, mi familia nunca lo permitirá mientras viva bajo en su techo. Todo en esta situación tiene la palabra CORRE escrita por todas partes. La puerta de Doris se abre, y el tono de voz de una conversación continúa se filtra. Miro dentro de la oficina y me escondo detrás de la pared, mi reloj se ilumina de nuevo. “¡Buen trabajo con el ejercicio de la tarde! Ritmo de estrés, la forma más nueva de alcanzar un peso ideal” La risa de Doris flota en el pasillo, seguida por el divertido murmullo de Weston. Sus voces se hacen más distantes hasta que siento que la puerta principal se abre y se cierra. Escucho con tanta atención que doy un salto cuando oigo de nuevo los tacones de Doris haciendo clic por el pasillo. Intento parecer ocupada y absorta en mi escritorio, rezando par que Doris no pueda sentir de alguna manera la forma en que mi corazón late con fuerza, como si acabara de terminar una sesión de spinning. –¿Amelia? – Me giro tan rápido que el teléfono se me escapa de la mano. Giro hacia para tomarlo, mis mejillas se sonrojan en el proceso. –¿Sí? – –Esa fue una de las reuniones más estimulantes que he tenido recientemente– dice con una pequeña risa. La forma en que se abanica me dice que Weston Hamilton la golpea exactamente de la misma manera que me golpea a mí. Aunque deseo que no lo haga. –Parce…decidido– digo, lo que ni siquiera abarca un tercio de lo que siento al volver a verlo. –Ciertamente es un hombre ambicioso, acostumbrado a negociaciones de otro tipo, al parecer– Los labios de Doris se curvan en una sonrisa secreta. –Pero a pesar de lo que pueda parecer…está interesado en incorporarte para un puesto de prueba con su hija– Mis ojos se abren tanto que siento los músculos como se tensan. Apenas puedo entender sus palabras. –¿Él…qué? – –Presentamos un caso convincente, y le gustaría que comenzaras tu colocación de prueba mañana mismo– La noticia transforma el agujero n***o anterior en un poderoso vórtice. Un tornado categoría F5 arrastrando todos los aspectos cuidadosamente sembrados y cuidados de mi vida actual. No debería hacerlo. Solo serán malas noticias. Lo que sea que creas que Weston sintió por ti fue una mentira, y, además, te diriges a un lugar diferente en la vida. Abro la boca para responder, y cuando las palabras salen volando, no me sorprendo ni un poco. –Lo haré–
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