Capítulo I: Despedidas
Iskander
—Quiero estar contigo antes de irme—me dice mientras se acerca peligrosamente a mis labios—. Por favor—suplica acariciando mi duro pecho con su dedo índice.
Su tacto envía una serie de escalofríos a todo mi cuerpo, me enciende, hace que quiera arrancarle la ropa y fundirme en ella para siempre.
Nuestros rostros se encuentran a pocos centímetros de distancia, solo basta un movimiento de mi parte para que nuestros labios se unan en un beso y así lo hago, no puedo contenerme por más tiempo y la beso.
Colocando mi mano detrás de su nuca profundizo el beso, mientras ella coloca sus manos en mis pectorales y va subiendo hasta llegar a mis hombros, rodea mi cuello con sus brazos y me acerca más a ella, abre la boca dándole paso a mi lengua, ¡Dios! sabe tan bien.
Sin detener el beso, la cargo colocando mis manos en sus firmes glúteos y ella envuelve sus piernas alrededor de mi cintura, mientras camino hasta llegar al pie la cama. La bajo y el abandono a sus labios, deja una sensación de frío y anhelo a partes iguales.
—¿Estás segura de esto meleğim? Porque si lo hago, ya no habrá marcha atrás—le pregunto jadeando por la falta de aire.
Ella no responde con palabras, en su lugar; veo como desliza los tirantes de su vestido lentamente, hasta que este cede a sus pies, revelando sus curvas suavemente esculpidas. Cada detalle de su cuerpo parece una obra de arte, una manifestación de la belleza que ha conquistado mi corazón.
Sus ojos chispean excitación mientras se acerca, y su sonrisa ilumina la habitación entera.
Trago grueso al tener su cuerpo semidesnudo a centímetros del mío, y la erección que tengo entre las piernas amenaza con romper mi pantalón, cuando su dedo índice roza ligeramente mi bulto.
—Quiero que seas el primero, ¿Eso responde a tu pregunta o necesitas que te explique más?—replica abalanzándose contra mí, atacando mi boca y dejando salir un gemido que me pone más duro de lo que estoy.
—No quiero ser el primero—le digo dejando sus labios por un momento, provocando que ella me mire confundida.—Quiero ser el último, el único que tenga el privilegio de tenerte entre sus brazos.
Vuelvo a besar sus labios con mucha más intensidad está vez, ella dirige sus manos a mi camisa liberando los botones uno por uno, mientras yo amaso sus glúteos y doy un ligero apretón.
La ayudo a deshacerse de la camisa dejando mi torso desnudo y ella se aparta para mirarme, se muerde los labios,lleva sus manos hasta mi cinturón. Noto un ligero temblor en ellas por lo que decido cubrirlas con las mías y ayudarla. Poco a poco la ropa va estorbando y sin darnos cuenta, ya estamos completamente desnudos.
Tomándola entre mis brazos con delicadeza, la dejo caer suavemente al colchón.
—Nunca he deseado tanto a una mujer como te deseo a ti.
Empiezo a besar su cuello y ella se estremece dejando salir un jadeo.
Continúo besando la piel de su clavícula y voy bajando poco a poco hasta llegar a sus pechos, sus pezones erectos me confirman que desea esto tanto como yo, sin más, me llevo el primero a la boca y como un bebé hambriento empiezo a succionar.
—¡Ah!—gime al sentir mi lengua rodeando su areola y entierra sus manos en mi cabello halándome hacia ella.
Hago lo mismo con el otro y ella sigue retorciéndose debajo de mí.
Me separo y voy bajando sin dejar de besar y lamer su piel.
—¡Oh por Dios! Iskander—jadea cuando siente mi lengua en su abdomen y llevo mi mano hasta su intimidad comprobando lo húmeda que está—. ¡No te detengas!—sus gemidos, son música para mis oídos.
—No lo haré nena.
Sigo besando su abdomen mientras introduzco un dedo en su interior, ella se pone rígida al instante más no me aparta.
—Tranquila, debo prepararte antes—ella asiente y yo empiezo a mover mi dedo adentro y afuera al tiempo que con mi pulgar hago círculos sobre su botón con movimientos lentos. Siento que empieza a relajarse y decido cambiar mi pulgar por mi lengua.
—¡Iskander!—vuelve a llevar sus manos en mi cabello y yo sigo dándole placer con mi lengua hasta que siento como se tensa y...—¡Oh cielos! ¡Sí!—se libera en mi boca, levanto mi rostro de entre sus piernas y llevo mi pulgar a la comisura de mis labios para después chuparlo.
—Exquisito—murmuro y me abalanzo sobre ella para devorar su boca. —Demasiados preliminares por hoy.
Paro de besarla y me posiciono entre sus piernas, ella me mira desde arriba y aunque la luz es escasa, puedo ver sus mejillas sonrojadas por su reciente orgasmo.
«Hermosa»
Tomo mi m*****o con mi mano y empiezo a moverla de arriba hacia abajo, mientras lo voy acercando a su entrada, la siento tensarse de nuevo, así que me acerco a ella y le doy un casto beso en los labios.
—Relájate preciosa, no voy hacerte daño, si es demasiado para ti, dímelo y pararé enseguida—asiente y me voy introduciendo lentamente en su estrechez.
—¡Ah!—se queja y aprieta lo ojos—. Duele Iskander...
—Solo un poco más y el dolor pasará, lo prometo—gruño y de una estocada lenta termino de entrar, me quedo quieto dándole tiempo a que se adapte a mi tamaño.
—Mírame, Melek—le pido demasiado excitado, ella lo hace y fija sus ojos marrones en los míos. Empiezo a moverme lentamente—¿Quieres que pare?—en respuesta, ella me abraza con sus piernas llevando su cadera al encuentro de la mía.
—No te detengas, el dolor está pasando—gime y siento como lleva sus manos a mi espalda acariciándola de arriba hacia abajo.—Se siente tan bien ¡Ah!—vuelve a gemir cuando aumento la velocidad de mis embistes.
—Te deseo tanto, meleğim—gruño antes de devorar su boca, la beso con frenesí, ella me corresponde y sigue moviendo su cadera contra la mía. Siento como su cuerpo se tensa en señal de que está a punto de estallar, aumento más el ritmo y ella empieza a gemir más alto.
—No aguanto más Iskander, estoy a punto...¡Ah!—sus uñas se clavan en mi piel cuando otro orgasmo la azota con fuerza y tras un par de embestidas más la sigo, dejándome llevar por el clímax.
—Seni seviyorum—le digo mientras me derramo dentro de ella, dando suaves embestidas.
—Ben de seni seviyorum.
Salgo de ella y me acuesto a su lado atrayéndola hacia mí para que acueste su cabeza en mi pecho.
—¿Ha sido como lo imaginabas?—inquiero acariciando su espalda de arriba hacia abajo. Levanta su rostro de mi pecho y responde:
—Mejor.
Me regala otro beso y no puedo evitar que mi pecho se hinche de orgullo, ser el primer hombre en su vida es un verdadero privilegio. Esperé muchos años este momento y no puedo ser más feliz.
Mía y solamente mía.
La necesidad de sentirla más cerca me invade y la estrecho aún más contra mí.
Por un momento olvidé que esto es una despedida, pues mañana tendrá que irse a Italia para seguir su sueño de estudiar y convertirse en Arquitecta. Estoy feliz por ella, pero siento una presión en el pecho que no me deja estar tranquilo.
Sacudo mi cabeza ahuyentando tales pensamientos, todo estará bien.
Devoro su boca en un beso pasional y lleno de lujuria, necesito demostrarle cuanto la amo y cuanto voy a extrañarla.
La tomo por la cintura de manera que quede sobre mi regazo y hacemos nuevamente el amor, tenemos que aprovechar las pocas horas que nos quedan juntos...
...
Melek
—Promete que vas a llamar siempre que me necesites—Iskander me abraza y llena mi rostro de besos—no importa la hora, una llamada tuya y me tendrás contigo de inmediato.
Asiento con los ojos aguados y un intento de sonrisa. No quiero dejarlo y ahora menos al conocer lo pasional que es al momento de hacer el amor, fui suya y no me arrepiento en absoluto, han pasado solo una horas y ya lo echo de menos...
—Lo prometo amor mío—respondo finalmente mientras me separo de él para mirarlo a lo ojos—. Te amo—culmino dándole un beso en los labios.
—Te amo,meleğim—dice sobre mis labios, para después darme uno de esos besos que me encantan, enredo mis brazos en su cuello y le correspondo con fervor sintiendo como el aire comienza a hacernos falta, pero ese no es un motivo para detenernos. Sin embargo, el candente beso se ve interrumpido por un carraspeo.
—Nosotros también queremos despedirnos Aksoy—objeta mi padre y él a regañadientes me suelta, el rubor comienza a expandirse por mis mejillas al ver el rostro incómodo de mi padre, aún así me acerco a él para despedirme.
—Baba, te voy a extrañar.
Lo abrazo fuerte y le doy un beso en la mejilla.
—No más que yo hazine, portate bien y sé la mejor en todo lo que hagas, no olvides que estamos muy orgullosos de ti—menciona y yo asiento tratando de controlar mis lágrimas, no sé a que se deba pero siento algo en el pecho que me hace preguntarme si es buena idea irme.
Las despedidas y abrazos siguen por parte de mi madre y hermanos deseándome un buen viaje y éxito en esta nueva etapa de mi vida, yo solo los abrazo y agradezco su apoyo.
Tomo mi maleta y avanzo hacia la sala de espera cuando escucho el grito de Iskander:
—¡Meleğim espera!—me detengo rápidamente y regreso hasta donde él se encuentra y lo veo sacar una cajita plateada de su abrigo y curiosa le pregunto:
—¿Qué es eso?—la abre y toma entre sus dedos una cadena, en esta cuelga un corazón de rubí envuelto por unas alas de ángel—Es hermoso, mi amor, gracias—le agradezco el detalle con un casto beso—. ¿Me ayudas?—le digo mientras me giro para que me coloque la cadena y así lo hace, cuando termina deja un tierno beso en mi nuca y rápidamente me giro hacia él para tenerlo de frente nuevamente.
—Quiero que tengas algo que te haga recordarme cuando estés lejos—me dice apoyando su frente en la mía, ese gesto hace que mis lágrimas mojen mis mejillas sin poder evitarlo—. No llores mi amor, no quiero que te vayas sintiéndote triste—seca mis lágrimas con sus pulgares—, estaré esperando por ti y si no regresas; iré a buscarte yo mismo para traerte de regreso.
Dejo salir una débil risa porque, sé perfectamente que no miente.
—Yo me enfadaré bastante si no lo haces.
Vuelvo a abrazarlo antes de tomar mi maleta y caminar hasta la sala de espera. Estoy a punto entrar, pero me giro y lo veo por última vez, sigue ahí, de pie observándome, levanta la mano despidiéndose una vez más.
─¡Te amo!─grita haciendo que las personas a su alrededor volteen a verlo como si fuese un loco, yo solo sonrío en respuesta y finalmente me giro para continuar con mi camino, conteniendo el impulso de regresar.
Odio las despedidas.