Capítulo X: Despertares

2696 Words
Iskander Tres meses después... Hoy se cumplen tres meses desde aquél trágico día. Tres meses de no escuchar su voz ni ver su hermoso rostro aunque sea a través de la pantalla de mi celular. Darle la noticia a la familia de Melek fue difícil, en especial a su madre; Aydan quien cayó en depresión después de decírselo. Por otro lado los problemas de salud de Osman que en un principio no eran graves, empeoraron. Sus hermanos los cuales son personas llenas de energía y seres en extremo sociables, ahora solo salen de su casa al trabajo o colegio y viceversa. Todos están completamente rotos, su vida jamás volverá a ser la misma. Y yo, bueno... yo estoy muerto en vida. Todavía está fresco en mi memoria el día que le dimos la noticia a Aydan... *Flashback* Cuando entramos al interior de la mansión, Aydan fue la primera en levantarse y correr al encuentro de Osman, llegó a él y lo abrazó con fuerza apoyando su barbilla en sus hombros. Fijó sus ojos en la puerta que estaba a mi espalda, seguramente esperando que Melek también entrara. —¿Dónde está Melek?—tomó a su esposo del antebrazo y volvió a preguntar mirándolo a los ojos—: ¿Dónde está mi hija?—ahí, su voz se quebró. El ambiente en la sala se volvió pesado, y el silencio parecía aplastante, mientras yo miraba fijamente a los padres de mi ángel. En un momento, Osman se giró hacia a mí y pude ver lo que sus ojos reflejaban. Tristeza profunda y una angustia inmensurable. Sabía que le estaba costando pronunciar las palabras que destrozarían el mundo que habían construido juntos. —¡Por Dios Osman, responde de un maldita vez!—Ante las súplicas de su esposa, Osman se giró y tomó su mano entre las suyas, buscando fuerzas para transmitir la devastadora noticia. —Mi cielo...—Su voz temblorosa rompió el silencio con las palabras más difíciles que jamás haya tenido que decir—: Aydan cariño... nuestra hija no volvió con nosotros, ella... Tragué grueso y cerré los ojos con fuerza, no quería volver a escuchar esas malditas palabras que desgarraron mi alma. Una segunda vez me mataría... —Volverá cuando termine la carrera, ¿Cierto?—abrí los ojos ante su pregunta, no entendió lo que quiso decir Osman o simplemente ella no quiere aceptarlo. Y la entiendo, una parte de mí también se niega a hacerlo. Osman no respondió, ni la sacó de su errada creencia, por lo que Aydan se dirigió a mí. —Ella volverá en unos años, ¿Verdad Iskander?—no tuve el valor de sostenerle la mirada, su visible dolor me atravesó el alma y erizó mi piel—. ¡Mírame a los ojos y dime que ella volverá Iskander!—comenzó a golpear mi pecho con sus puños y decidí obedecerla, la miré. La miré fijamente y tomé sus muñecas sin ejercer demasiada fuerza, ella pareció entender mi mirada y negó. —No, no, no—se soltó de mi agarre y volvió a golpear mi pecho en repetidas ocasiones—No puede ser cierto...¡No! —Lo siento mucho Aydan—inhalé hondo y armándome de valor informé—: ¡Melek está muerta!—sus golpes cesaron al escuchar esas tres palabras. Mis ojos se llenaron de lágrimas instantáneamente, mientras escuchaba su corazón romperse en mil pedazos. Osman se acercó por su espalda y la envolvió con sus brazos, cuando ella estuvo por caer al frío suelo. —¡Ah! ¡Ah! Osman mi niña... mi pequeña Melek —sollozaba en los brazos de su esposo. El tiempo pareció detenerse mientras lloraban juntos, los sollozos incrementaron su volumen cuando Murat y la pequeña Melisa, se unieron a sus padres. Estaban compartiendo el peso de su dolor, mientras yo me derrumbaba completamente solo. *Fin de flashback* Seguir con nuestras vidas después de ella, no es nada sencillo. Sigo teniendo la costumbre de escribirle por las mañanas, como lo hacía cada día desde que comenzamos nuestra relación, la diferencia es que esta vez, no hay respuesta de su parte. Sigo sin poder creerlo. Hay algo en mi pecho que se niega a hacerlo. —Hermano, ¿No te parece que es muy temprano para beber?—a Kaan se le ha hecho costumbre entrar a mi oficina sin anunciarse antes. —¿Y a ti no te parece que es una falta de respeto irrumpir en mi oficina sin antes llamar a la puerta?—le respondo con otra pregunta y me bebo el último trago de mi copa para servirme otra. —A Melek no le gustaría ver en lo que te estás convirtiendo Iskander—se acerca a mí, tratando de arrebatarme la botella, pero soy más rápido y la acuno en mi pecho. —No vayas por ahí Kaan, tú no sabes como me siento—lo apunto con el dedo índice—, tú no sabes lo que es estar enamorado—culmino y me llevo esta vez la botella a los labios, lo que hace fruncir el ceño a Kaan. Jamás había bebido tanto, pero, cuando me sumerjo en las profundidades de la embriaguez, su imagen se cuela en mis pensamientos como un destello en mi oscuridad. Y si esa es la única manera para verla, lo seguiré haciendo. —Tienes razón, no sé lo que es estar enamorado, pero, lo que si sé es que; no quiero ver como destruyes tu vida—esta vez no lo veo venir y termina por quitarme la botella. Me levanto bruscamente de mi asiento con una mezcla de ira y frustración burbujeando en mi interior. Mi hermano con una expresión de determinación en su rostro, se aleja rápidamente con la botella de licor en sus manos. No puedo permitir que se salga con la suya tan fácilmente. Mis pasos fuertes resonaron en la oficina mientras lo seguía al baño, no dejaré que me arrebate mi refugio, mi única forma de escape a este dolor que quema mi alma. —¡No te atrevas, Kaan!—grito desde el marco de la puerta cuando lo veo decidido a vaciar la botella en el lavamanos, no voy a permitirlo sin luchar antes—. ¡Devuélvemela!—me acerco a él con pasos firmes,mi voz sale cargada de rabia, tratando de hacerle entender la importancia de esa botella para mí. —No lo haré—él sigue desafiándome, aprieto mis puños con fuerza y me abalanzo contra él, determinado a recuperar lo que me pertenece—¿Qué demonios te sucede Iskander? ¡Para!—nos enfrentamos en un forcejeo,nuestros cuerpos chocando contra las paredes del baño, en una batalla de voluntades y emociones desatadas. —Suéltala, no actúes como el hermano que se preocupa ahora Kaan, porque no te queda—él niega y yo me doy por vencido, empujándolo con fuerza, salgo del baño y voy directamente al minibar para tomar una nueva botella, me tiene sin cuidado su estúpida cara de preocupación. —No estoy actuando Iskander, en verdad estoy preocupado por ti, tú no eres así—llega hasta a mí cuando estoy destapando la botella y posa su mano en mi hombro—mírame—me pide con severidad en su voz. Ignorándolo, bebo un sorbo de whiskey mientras me aparto de él. —No quiero tu lastima Kaan. No te necesité cuando murieron nuestros padres y no empezaré a hacerlo ahora—afirmo dándole otro trago a la botella. —Escucha Iskander, sé que te dejé solo cuando ellos se fueron—me rodea y se para frente a mí—, pero ahora estoy aquí hermano y no me iré, no te dejaré solo nunca más—acorta la distancia y me rodea con sus brazos, dejándome congelado, él nunca fue así conmigo. Trato de apartarme, cuando las lágrimas amenazan con salir pero él me lo impide. —Estoy aquí mi niño, llora en mi hombro, no me apartes por favor—sus palabras surten efecto en mí y el nudo que se había formado en mi garganta se deshizo, dejando salir un grito cargado de dolor. —¡Ah! ¡Ah!—dejando caer la botella logrando que esta se impacte contra el suelo haciéndose añicos y me aferro a su abrazo con ambas manos.—Me duele hermano, me duele y no sé que hacer para no sentirme así—digo entre sollozos. —Sé que te duele,sin embargo, refugiarte en la bebida no te hará sentir mejor—afirma acariciando mi espalda con su palma de arriba a bajo—.Tienes que dejarla ir Iskander—sé que tiene razón pero no puedo hacerlo. —Es muy pronto, no sé como hacerlo—le digo cortando el abrazo para secarme las lágrimas. —Busca en tu corazón y encontrarás la forma de lograrlo —afirma su mano en mi pecho—, quédate con los momentos felices y verás que Melek sigue viva en ellos—culmina dándome un beso en la frente para después salir de la oficina. Me acerco a mi escritorio con pasos lentos y vacilantes, fijo mi mirada en la foto que reposa ahí, atrapando un momento congelado de felicidad y amor. Es la foto que nos tomaron a mi ángel y a mí,sin que ninguno de los dos se diera cuenta. En ella se aprecia a Melek con los ojos cerrados y una sonrisa iluminando su rostro, tiene su cabeza recargada en mi pecho mientras yo observo el paisaje con una sonrisa igual a la de ella. Deslizo mis dedos temblorosos por el borde del marco, sintiendo como las lágrimas nuevamente amenazan por salir. Mis pensamientos se pierden en aquél momento tan fugaz que ahora solo vive en mi memoria. Su hermoso rostro y tierna sonrisa, quedaron inmortalizados en esta valiosa fotografía. Tomo la fotografía entre mis manos, sintiendo su peso reconfortante. cierro los ojos por un instante, dejando que los recuerdos fluyan en forma de lágrimas. —No puedo dejarte ir meleğim, hay algo en mi pecho que no me permite hacerlo—susurro mientras acaricio suavemente la imagen con el pulgar, como si pudiera tocar su rostro una vez más. ... El resto del día trate de concentrarme en el trabajo, pero me fue imposible, las palabras de mi hermano seguían en mi mente. Busca en tú corazón. Quédate con los momentos felices y verás que Melek sigue viva en ellos. Levantándome de mi asiento, me dirijo a la salida para ir a casa, pues estoy agotado y tengo muchas cosas que pensar. —Ana, creí que ya te habías retirado—le digo a mi asistente y miro la hora en mi reloj. —No me pareció correcto dejarlo solo, después de la discusión que tuvo con su hermano señor Aksoy—se levanta de su asiento y rodea su escritorio para llegar a mí—¿Se encuentra bien?—inquiere pasando su mano por mi antebrazo y acercándose hasta quedar a escasos centímetros. ¿Qué le pasa? Nunca había tenido la osadía de tocarme, ni acercarse más de lo debido. Confundido, doy un paso hacia atrás. —Estoy bien Ana, no era necesario que te quedaras, puedes retirarte—espeto y me dirijo al ascensor. Antes de que las puertas se cierren, la veo todavía de pie observándome con el ceño fruncido. ¿Qué fue eso? ... Al llegar a casa voy directo a tomar una ducha rápida para relajarme, termino y salgo con una toalla envuelta al rededor de la cadera. Voy en dirección a la cocina y busco una botella de whisky en los gabinetes, la tomo y me sirvo una copa, más cuando estoy a punto de beber el primer trago, la copa queda a medio camino. —Por Dios, Kaan tiene razón, no te gustaría ver en lo que me estoy convirtiendo, aşkım—vacío el contenido de la copa en el lavaplatos.—No puedo seguir usando el alcohol para bloquear mi dolor—soltando un suspiro de frustración comienzo a vaciar todas la botellas restantes hasta que no queda ni una sola. Minutos más tarde, regreso a mi habitación, me visto con un pijama y entro en la cama cayendo dormido al instante. ... Me encuentro de pie, desorientado en un prado de ensueño, rodeado de flores amarillas que parecen irradiar luz propia. —Iskander—de repente, escucho una suave voz familiar llamándome a lo lejos, me giro confundido tratando de identificar de dónde proviene ese sonido tan dulce—Iskander—una vez más escucho su llamado, seguido de una tímida risita que me eriza la piel al reconocerla. ¿Es mi ángel? —Meleğim, ¿Eres tú?—la emoción y la incertidumbre se entrelazan en mi mente mientras comienzo a buscarla ansiosamente. Vuelvo a escuchar esa risita tan tierna y ahora no tengo dudas de que es ella. Corro por el prado, entre las flores amarillas que parecen danzar a mi alrededor. —¿Por qué te escondes?—grito cuando veo su silueta escondida tras un roble. —¡Porque es divertido!—exclama y comienza a correr hacia los otros árboles que rodean el prado, decido seguirla y cada vez que creo estar cerca alcanzarla, ella se vuelve más lejana, como una ilusión que se escapa entre mis dedos. —¡No huyas de mí meleğim!—exclamo cansado—por favor—mi voz sale en un susurro lleno de angustia, mi deseo por encontrarla se hace más fuerte, impulsándome a seguir persiguiéndola sin descanso. La cuestión del por qué se esconde de mí, se apodera de mis pensamientos. —¿Por qué jugar a este juego de escondidas en un lugar tan hermoso?— Quiero comprender su motivación, sin embargo, ella solo responde con una sonrisa y un secreto guardado bajo su risa. —Búscame, mi amor—Incapaz de resistirme a su llamado, continúo persiguiéndola, dejándome guiar por el eco de su voz. —¡Basta mi ángel, no huyas de mí!—exclamo nuevamente al verla esconderse detrás de un majestuoso roble. La veo asomarse tímidamente y mi corazón late acelerado mientras me acerco a ella, cuando llego, sin dudarlo envuelvo mis brazos alrededor de su cintura, en un abrazo cálido y protector. Siento su esencia contra mi pecho, como si el mundo entero se desvaneciera a nuestro alrededor. Inhalo su aroma y la pego más a mí, como si quisiera hacernos uno solo. Ella posa sus manos en las mías, aferrándose a mi agarre y murmura: —Has demorado más tiempo de lo que pensé—se suelta de mi abrazo y se gira escondiendo su rostro en el hueco mi cuello. —¿De qué estas hablando?—inquiero confundido. —Escucha, no tengo mucho tiempo—responde presurosa—,estás por despertar y debo aprovechar para decirte que cumplas tu promesa y me hagas volver—susurra en mi oído. No tuve tiempo de responder pues cuando quise hacerlo, ella simplemente desapareció y yo... desperté. Melek Me encuentro sola en medio de un prado pintado de amarillo, donde las flores se balancean con la suave brisa. Mirando a mi alrededor, me siento envuelta en una calma reconfortante, hasta que en la distancia, diviso a un hombre de espaldas,una figura misteriosa que llama mi atención. —H-hola—grito fuertemente, agitando las manos para que me note, pero, no lo hace. Intrigada, me levanto y camino hacia él, sigo llamándolo en voz alta, pero mis palabras parecen perderse en el aire sin llegara a sus oídos. Lo veo caminar con dirección a un frondoso prado y de pronto, siento una creciente urgencia de alcanzarlo. Mi corazón late con fuerza mientras más me acerco y finalmente lo veo detenerse frente a él. Con determinación, acorto la distancia y doy toquecitos con mi dedo índice en su hombro. —Disculpe... No pude ver de quién se trataba, pues en el momento que se giró, todo a mi alrededor se volvió blanco, esa cegadora luz me envolvió por completo. —Doctor, la paciente despertó.
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