Capítulo IX: Siempre cumplo mis promesas

1823 Words
Pov Iskander La habitación está envuelta en un silencio pesado y agresivo, solo interrumpido por el sonido de mi respiración entrecortada. Recostado en la cama, con la cara oculta entre las manos,intento sofocar los sollozos que se escapan de mi pecho. El dolor de la pérdida de mi Melek me aprisiona con fuerza y parece que nunca podré escapar de su abrazo desgarrador. —Iskander—la voz de Osman me hace girarme hacia él, pero solo lo miro por unos segundos y regreso mi rostro a la almohada—Iskander—se acerca a mi y trata de tocar mi hombro, molesto, me aparto en un movimiento brusco. —¿¡Qué quieres!? ¡Déjame en paz, quiero estar solo!—sus ojos se abren de par en par y en un segundo su ceño se frunce, dedicándome una incrédula mirada. —¿¡Y cómo crees que me siento yo!? era mi hija, era...—dice con voz entrecortada, llena de tristeza y frustración. Al escuchar esas palabras, un nudo se forma en mi garganta y me giro nuevamente escondiendo mi rostro en la almohada para ocultar las lágrimas que siguen fluyendo. —¡Ah mi pequeña Melek!, ¿Por qué?—en medio de sus desgarradores sollozos, finalmente rompo el hechizo del shock emocional en el que me encuentro y lo veo. Por primera vez noto como un hombre de apariencia ruda e inquebrantable, se quiebra ante el dolor de su pérdida, no solo yo estoy sufriendo. Sin pensarlo mucho, me acerco rápidamente a él, dejando caer mi guardia y mis barreras. —Osman y-yo... lo siento, ahora me doy cuenta que tú también estás sufriendo, no debí hablarte de esa manera... perdóname—culmino dándole un abrazo, que él corresponde con fuerza. De esa manera, puedo sentir su cuerpo temblar a causa del llanto. ¿Cómo se puede consolar cuándo se está hecho pedazos? Jamás imaginé que la perdería tan pronto y ahora todos nuestros planes, nuestros sueños de construir una vida juntos, solo serán míos porque ella se ha marchado, dejándome en una pesadilla eterna. Osman es quien rompe nuestro abrazo, después de varios minutos para desatarse la corbata y abrir los primeros botones de su camisa. De su frente empiezan a bajar gotas de sudor y noto como se lleva una mano al pecho comenzando a respirar con dificultad. Preocupado me acerco a él y lo ayudo a tomar asiento al borde de la cama. —¿Qué tienes Osman?—inquiero realmente preocupado en todos los años que tengo de conocerlo jamás lo vi en un estado similar a este. —Necesito mis pastillas—toma aire—,están en unos de los bolsillos de mi maleta, traélas por favor—habla con dificultad. Sin más, salgo corriendo de la habitación en busca de su equipaje, lo encuentro en la entrada y comienzo a buscar el medicamento. Lo tomo una vez que lo encuentro y voy a la cocina por una botella de agua. Regreso a la habitación y le entrego las pastillas con la botella de agua ya abierta para que las tome de inmediato, lo hace y empieza a relajarse poco a poco. —¿Estás enfermo?—le pregunto unos minutos después. —Solo es la presión, nada grave—carraspea y se pone de pie, arregla su camisa y se anuda nuevamente la corbata—la noticia que acabamos de recibir me alteró—se lleva sus manos al rostro, cubriéndose y soltando un suspiro de frustración antes de volver a hablar: —¿Cómo podré ser capaz de darle la noticia a mi mujer e hijos?—sus ojos vuelven a humedecerse—¿Cómo le dices a una madre que, el ser que cargó en sus entrañas durante nueve meses, vio crecer y convertirse en mujer, ya no volverá a su lado nunca más?—vuelve preguntar con voz entrecortada y un nudo se forma en mi garganta ante la pregunta de mi suegro, no hay nada que pueda decirle para aliviar su dolor. —La verdad es que yo tampoco lo sé, pero juntos encontraremos la manera de hacerlo—afirmo y me acerco a él posando mi mano en su hombro.—No será nada fácil, no sé cómo aprenderé a vivir sin ella—murmuro y nuevamente las lágrimas invaden mis ojos, Osman da pequeñas palmadas sobre la mano que tengo en su hombro y dice: —Lo sé hijo, lo sé—sorbe su nariz y se limpia el rostro—cuando tomé tu móvil del suelo, después de que el oficial me diera la noticia—deja salir un suspiro y continúa—le pedí la dirección del lugar donde ocurrió el accidente—me informa y no respondo, en cambio camino para salir de la habitación con Osman siguiendo mis pasos. ... El sol brilla implacable sobre el lugar donde ocurrió el trágico accidente. Mis pasos son lentos y pesados mientras me acerco al escenario que solo dos días antes ha cambiado mi vida para siempre. El corazón me late con fuerza, anticipando la visión desgarradora que estoy a punto de presenciar. Cuando llego, me encuentro con una escena desolada. Los restos carbonizados de los vehículos implicados yacen esparcidos sin vida, como testigos mudos de la tragedia que tuvo lugar. El olor a quemado impregna el aire, recordándome con crueldad lo irreversible de los acontecimientos. Me halo de mis cabellos preso de la impotencia, mientras veo al personal correspondiente trabajar diligentemente para limpiar los restos del accidente. Vestidos con trajes de protección y rostros serios, se mueven con determinación mientras realizan su labor. Sus gestos son precisos y metódicos, recogiendo los fragmentos destrozados y limpiando los escombros que quedan. Mis ojos se deslizan por la escena, capturando los detalles desgarradores. La chapa retorcida, los cristales rotos, los pocos trozos de metal que alguna vez formaron parte del vehículo que Melek y su amiga abordaron. Cada objeto inerte es un recordatorio tangible de la tragedia que me arrebató a mi amado ángel. No soy ingenuo sabía lo que podría encontrar cuando llegara aquí, pero, ¡Dios! esto es horroroso. —Signore non può passare— la voz de un oficial me detiene cuando estoy por pasar por debajo de la cinta, no entendí lo que dijo, más puedo suponerlo. —¡Apártate de mi camino, tengo que pasar!—exclamo y lo empujo para que se mueva pero no lo hace, lo que me pone más furioso. El oficial sigue de pie impidiendo que pase y estoy a punto de darle un golpe, cuando una voz me detiene. —Señor Aksoy—lo ignoro y forcejeo con el oficial frente a mí—señor Aksoy—repite y está vez giro mi rostro para ver al oficial Alessandro—.Acompáñeme por favor, tengo algo que mostrarle. Sin más remedio, suelto al sujeto de manera brusca y doy media vuelta para ir con Alessandro. Caminamos hasta llegar al auto y veo que Osman se encuentra ahí. —¿Qué pasa? ¿Por qué no me dejan pasar?—el oficial me mira con enfado, poco me importa en realidad—¡Exijo saber por qué no me dejan pasar! —¡No puede pasar porque hay normas que no se deben romper señor Aksoy! La escena es muy lamentable y no cualquiera puede soportar ver tal cosa—sus palabras me dejan congelado, paso saliva y asiento.—Lo llamé para enseñarle esto—saca una pequeña bolsa de plástico, la abre y deja ver el contenido. Parpadeo incrédulo al ver la fina joya. —¿Lo reconoce señor Aksoy? —Este dije se lo obsequie a mi novia el año pasado—respondo tomándolo entre mis manos, mis ojos se humedecen al recordar su sonrisa cuando se lo di aquella vez en el aeropuerto. —Lo encontramos a unos cuantos metros de la explosión —menciona y tanto yo como Osman lo miramos fijamente. —¿Cómo es posible? a caso hay posibilidades...—pregunto con la esperanza de escuchar un "Sí, la hay". —Lamentablemente no, hemos revisado todo el perímetro y no encontramos rastros de que alguien haya salido del auto—cierro los ojos y me llevo una mano al pecho. —¿Y los restos?—inquiere Osman con voz afligida. —Solo quedaron cenizas señor—responde y algo no me cuadra, pero decido callar... al menos por el momento—, y si me lo permiten, deseo darles mis condolencias—expresa y ambos asentimos.—No hay nada más que puedan hacer aquí, lo mejor es que se retiren, yo me encargaré del resto—culmina y regresa con los demás miembros policiales. La actitud del maldito oficial no me agrada en lo absoluto. Osman y yo caminamos de regreso al auto para ir al departamento. Estando de regreso, decido encerrarme en la habitación que fue de Melek y empiezo a detallarla. Voy a al armario, tomo la primera prenda que encuentro y me la llevo al rostro inhalando su aroma, su dulce olor sigue impregnado en ella. El vacío que ha quedado en mi pecho, nunca más será llenado por ninguna otra. Mi amor, si tú no vuelves iré; a buscarte como lo prometí. Y yo siempre cumplo mis promesas. ... Enzo Horas antes Despierto con un dolor pulsante, me llevo una mano a mi nariz notando que sigue sangrando. —¡Maldita estúpida me la has roto!—exclamo y de pronto un fuerte hedor a gasolina llega a mi nariz, levantando la vista veo que nos hemos estrellado contra un camión que transportaba dicho material. —¡Mierda, mierda!—trato de moverme para salir del auto antes de que suceda lo inevitable pero al tratar de mover mis piernas un dolor agonizante me hace gritar—¡Ah! creo que me he roto un tobillo, maldita seas Melek, eres una estúpida—grito girando mi rostro hacia ella y al verla... me quedo paralizado por completo. La mitad de su cuerpo está fuera del cristal que, se ha roto con el impacto de este y de él brota demasiada sangre, hago un enorme esfuerzo por moverme dentro del coche y tomar su muñeca para comprobar su pulso. Aún con el dolor llego hacia y ella tomo su muñeca. Poso dos dedos sobre ella, tiene pulso pero es muy débil. —¡Mira lo que provocaste idiota!—suelto su mano y nuevamente trato del salir del coche, el olor a gasolina cada vez es más fuerte y empiezo a notar el humo salir del cofre—¡Por Dios, tengo que salir de aquí cuánto antes! Llevando las manos a mis piernas, siento mi móvil, lo saco del bolsillo y afortunadamente está intacto. Lo desbloqueo e inmediatamente marco un número. —ciao—contesta al primer tono. —Zio, ho bisogno del vostro aiuto...
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