Capítulo VII: Acto suicida

1835 Words
Isakander Mi pobre hermano, un alma libre que jura nunca enamorarse, siendo sincero, no sé por qué estamos teniendo esta conversación, se supone que vinimos a este bar para celebrar que pronto estaremos en Italia, pero aquí estoy, escuchando su errada opinión sobre el amor... —El amor es solo un eco lejano en mi vida, una melodía que nunca he aprendido a escuchar y no estoy seguro de querer hacerlo, lo veo como algo imaginario—no me sorprende que Kaan se exprese de esa forma, nunca lo he visto con la misma mujer por más de tres días. —Piensas eso porque nunca te has enamorado—le doy un trago a mi copa y continúo hablando—la mujer indicada no ha llegado a tu vida, cuando eso pasé te tragarás tus palabras y comprenderás que el amor es real. —¿Cómo sabes que el amor es real?—su pregunta me hace sonreír, me inclino sobre la mesa y lo miro fijamente para responder: —Sé que el amor es real porque, cada vez que miro a Melek, mi corazón se llena de un cálido resplandor y mis dudas se desvanecen en un instante—lo veo tragar grueso ante mis palabras, pero sigue escéptico. No me corresponde a mí hacerlo cambiar de opinión. —Casi logras convencerme... Apenas logro comprender sus palabras, de pronto el ambiente se torna pesado y siento un inusual escalofrío recorrer mi espalda, como si el viento me susurrara al oído una advertencia silenciosa. Un dolor lacerante me atraviesa el corazón al mismo tiempo que el rostro de mi ángel llega a mi mente. —¡Ah!—grito al sentir una opresión en el pecho que me vuelve difícil una tarea tan sencilla como es respirar. —Iskander, ¿Qué te pasa?—pregunta preocupado al verme llevar una mano donde tengo el corazón, ¿Qué me está pasando? —No lo sé, de pronto sentí un dolor aquí—atino a responder y aprieto la mano que tengo en mi pecho—tengo que llamar a Melek, necesito saber que está bien, solo ella llegó a mi mente al mismo tiempo que el dolor—exclamo tomando el móvil. Con manos temblorosas marco su número, una, dos, tres veces y el resultado es el mismo; buzón de voz. —Mierda, no contesta ella siempre lo hace—menciono halando de mis cabellos con fuerza. —Calma Iskander, tal vez esté durmiendo y no tiene su móvil cerca—me dice acercándose a mi y posando una mano en mi hombro en un intento por tranquilizarme. —No, ella siempre lleva su móvil a todos lados—me separo de él—algo esta pasando, lo sé, lo siento aquí—apunto mi corazón—nunca había sentido nada igual y no estaré tranquilo hasta asegurarme de que está bien—culmino y salgo del bar con mi hermano siguiendo mis pasos. —Hermano ¿Qué piensas hacer?—pregunta mientras nos dirigimos a mi auto. —Ir a la casa de mis suegros y averiguar si ellos saben algo. —Iskander, no creo que sea buena idea—me toma del brazo para detenerme, estoy por replicar cuando él vuelve a hablar—: pasa de la media noche, y no estás seguro de que algo le haya sucedido. Yo te aconsejo esperar por lo menos a que amanezca y si ella sigue sin responder a tus llamadas vas a la mansión a informarles. Tiene razón, no puedo ir a la casa de mis suegros sin haber esperado al menos unas horas más. Tal vez solo se quedó sin batería y es por eso que no responde. —De acuerdo. Melek Abro los ojos, encontrándome en el asiento de copiloto del auto de Gianna, pero al girarme me doy cuenta que no es ella quien está conduciendo, sino un hombre al que no puedo verle el rostro pues lleva puesto un pasamontañas. Pequeños flashes llegan a mi mente; la bebida alterada, Gianna sacándome del lugar y luego una persona obligándome a subir al auto... Entro en pánico y comienzo a buscar mi bolso pero no lo encuentro por ningún lado, necesito pedir ayuda. —¿Buscabas esto?— la voz del hombre me sobresalta y en su mano puedo ver cómo cuelga mi bolso, trato de arrebatárselo pero él es más rápido y la arroja de cualquier modo por el camino—A dónde vamos no lo necesitarás preciosa—declara bajando su mano nuevamente para acariciar mis muslos. Me quedo congelada ante su tacto. Un aura maligna lo rodea, estoy en serios problemas y no tengo manera de salir de aquí. —¿Quién eres y por qué me haces esto?—pregunto entre sollozos, intentando apartarme, pero me sujeta con más fuerza provocándome dolor en la zona—¿Dónde está mi amiga?—sigo forcejeando con él. Sin embargo, todo lo que hago es inútil, su fuerza supera la mía. —Esas son muchas preguntas cara mia—me tenso al escuchar como me llama, solo una persona me ha llamado así en los últimos doce meses y ese es... —¿E-Enzo?—pregunto con la voz temblorosa, al tiempo que gruesas lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas. Retira la mano que apretaba en mi pierna y se la lleva al rostro, con un movimiento rápido se saca el pasamontañas dejando al descubierto el rostro de mi captor, ya no hay dudas... es él. —Ese es mi nombre—me dedica una de sus sádicas sonrisas y mis sollozos se intensifican. —Eres un enfermo ¿¡Cómo te atreves!?—empiezo a golpearlo con todas mis fuerzas. Él, sin apartar los ojos del camino,se cubre de mi ataque como puede. —¿¡Quieres matarnos!?—gruñe dando un volantazo para evitar que el auto invada el carril contrario—¡No moriré sin tenerte antes cara!—ríe con sorna y aumenta la velocidad, provocando que mi cuerpo salga disparado hacia el respaldo del asiento. —¡Eso nunca, maldito loco!—levanto la voz—Primero muerta antes de que me pongas tus asquerosas manos encima—sentencio y me giro intentando abrir la puerta para saltar, pero esta no cede. —Ja, ja, ja—su risa no me detiene y sigo intentando abrir la puerta del auto. —¡Ah!—suelto un grito de dolor al sentir su mano jalando mi cabello con brusquedad para apartarme de la puerta, en un intento por hacer que me suelte, llevo mis manos hacia atrás buscando la suya. Creyendo que puedo hacer que me suelte, lo aruño—¡Suéltame enfermo!—él no se inmuta y afianza su agarre haciéndome más daño. —No me creas estúpido, la puerta tiene seguro de niños y solo se puede abrir por fuera—se burla y me suelta sin apartar los ojos del camino que cada vez nos aleja más de la ciudad. Me siento cansada, mis ojos están hinchados por el llanto y mi cuero cabelludo arde por lo de hace un momento. ¿Qué más puedo hacer? debo encontrar una manera de escapar de mi verdugo, pero ¿Cómo? De pronto a mi mente llega Iskander y llevándome una mano al cuello toco el collar que me regaló. —Mi amor por favor dame fuerzas, búscame y hazme regresar a tu lado—Susurro y una idea cruza por mi mente. Si no puedes con el enemigo, únete a él... —Enzo—lo llamo pero no me hace caso—¡Enzo!—lo llamo nuevamente, levantando la voz y está vez funciona. —¿Qué quieres? ¡Ya te dije que no voy a detenerme!—exclama enfadado. —No quiero eso—aparta brevemente los ojos del camino para mirarme—,ya lo pensé mejor y estoy dispuesta a hacer todo lo que me pidas, solo te pido que no me lastimes más—le digo dulcemente y armándome de valor me voy acercando a él apoyando mis manos en su pierna. —¿Todo lo que pida cara mia?—inquiere meloso y lleva una de sus manos a mi pierna, uso todo mi autocontrol para detener las arcadas que me dan al sentir su mano áspera tocar mi piel. —Todo—aprieto una mano en su muslo, deseando sonar convincente. —Bien, entonces bésame. —¿¡Ahora!? estás conduciendo podemos ocasionar un accidente ¿Por qué mejor no te detienes?—sé que se negará y eso es precisamente lo que pretendo. —Te dije que no me detendré, ahora bésame o cuando lleguemos a dónde tengo planeado, no tendré piedad contigo—gruñe llevando la mano que estaba en mi pierna hasta mi nuca, para acercarme bruscamente a él—perfecto—pienso y lentamente voy acortando la distancia hasta quedar a escasos centímetros de su rostro, que alterna su mirada entre el camino y yo. —Eres más estúpido de lo que pensaba—espeto y sin darle tiempo a reaccionar, estampo mi cabeza directamente en su nariz. El golpe, lo hace soltar el volante para tocarse la zona afectada, tratando de detener la sangre que empieza a brotar con fuerza. Aturdida, con los latidos acelerados y las manos temblorosas, me aferro al volante del auto con determinación. —¡Perra me rompiste la nariz!—me vuelve a tomar del cabello y trata de apartar mis manos del volante pero no se lo permito, cada musculo de mi cuerpo se tensa y empujo con todas mis fuerzas para liberarme de su agarre. Iniciamos un forcejeo constante, una batalla de voluntades donde hay mucho más en juego que solo el control del vehículo. Mis sudorosas manos se aferran con firmeza , desafiando la fuerza bruta del monstruo que intenta apartarme. Cada giro del volante es un intento desesperado por escapar de las garras de un peligro inminente. En medio de la oscuridad e incertidumbre, a lo lejos veo dos faros de esperanza y es que, la carretera está siendo invadida por otros autos y uno que otro camión de carga, no tengo más opción que cometer un acto suicida Ya nada importa.En estos momentos,morir es absolutamente seguro. —Te lo dije, primero muerta antes de que pongas tus asquerosas manos sobre mí—cierro lo ojos con fuerza y dejo que a mi mente lleguen los ojos ambarinos del único hombre que he amado en la vida, seguido de nuestro último momento juntos. —Hoşçakal aşkım —¿¡Qué dijiste maldita turca de mierda!?—abro los ojos de golpe al sentir que estoy perdiendo la batalla contra Enzo y no lo puedo permitir, le doy un último golpe con mi codo y giro con fuerza el volante hacia el carril contrario en el momento en que un camión de carga se aproxima. Después de eso, todo se volvió oscuridad para mí...
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