Abby.
Agradezco mentalmente a Shannon por el maravilloso vestido color ciruela que he encontrado esta mañana en mi armario. Es elegante, pero no ejecutivo, perfecto para esta entrevista en particular.
Las otras dos chicas sentadas en la sala de reuniones se acicalan una última vez, comprobando su maquillaje y peinado. Resisto la tentación de rodar los ojos. Parece que estas mujeres tienen el sueño de convertirse en la próxima mujer de Henderson.
No querría ser quien destruyera sus sueños.
La puerta se abre para revelar a Alyssa Evans, la asistente del señor Henderson; quien nos trajo a esta sala de reuniones. Trae consigo una pequeña carpeta, de dónde saca un par de hojas que pone boca abajo frente cada una de nosotras.
Las tres lanzamos miradas confundidas.
-Tienen diez minutos para responder. Empezando ahora.
Ah, un examen. Pensé que había dejado esta etapa de mi vida atrás, con la universidad. Parece que me equivoque.
Volteo las hojas y rápidamente comienzo a responder, son preguntas del tipo ¿Qué hacer en caso de…? Y fáciles de responder si tienes la suficiente experiencia cuidando niños.
Entonces entiendo que es esto. Antes de entrevistarnos en persona eliminaran a una de nosotras basados en nuestros conocimientos bajo estrés. Una persona puede ensayar un discurso muy elaborado y perfecto para una entrevista, pero la forma en que reaccionara bajo estrés, y que tan arraigados estén sus conocimientos solo pueden medirse con algo inesperado.
Algo para lo que no te has preparado, como esta prueba de diez minutos.
-Tiempo- Alyssa recoge las hojas y desaparece por la puerta.
La chica es terriblemente eficiente, eso es obvio.
Con su cabello rojo fuego atado en un moño perfecto, sin ningún cabello fuera de lugar, su impecable traje, el maquillaje discreto y su eficiencia es el epitome de la asistente perfecta. Apuesto a que su sueldo es acorde a su rendimiento, si los zapatos Louboutins que luce, son alguna indicación.
Menos de media hora después está de vuelta.
-Señorita Ebert, no necesitaremos sus servicios, Henry la acompañara a la salida- el sólido hombre de piel oscura con pinta de guardaespaldas escolta a la señorita Ebert fuera mientras Alyssa nos hace señas para que la sigamos.
Me hace sentarme en una pequeña sala de espera justo fuera de la oficina de su jefe, mientras la otra mujer entra para la entrevista en persona, Alyssa se queda dentro con ella.
-Hola, ¿Quién eres?- dice una pequeña vocecita desde lo que asumo es el escritorio de Alyssa.
Me levanto, acercándome lentamente para ver a una niña hermosa, de unos dos años vestida con una falda negra, panti medias negras, Converse rosas con brillos, una camiseta blanca y una chaqueta rosa con un unicornio en el frente. Lleva su laceo cabello n***o atado en dos colas con lazos rosados; uno colgando precariamente.
-Me llamo Abigail- le tiendo mi mano- ¿Y tú?
Sonríe, tomando mi mano con una carcajada.
-Soy Giselle, Abby Bee.
La forma en que dice mi nombre me hace latir rápidamente el corazón.
- ¿Qué haces allí?- le pregunto.
Tal vez sea la sobrina de Alyssa; la escuche mencionarla.
-Viendo Pepa Pig- levanta la Tableta que sostiene en sus manos.
- ¿Enserio?- vi muchos episodios de Pepa cuando cuidaba los hijos de mis vecinos, sigo sin entender el interés que tienen los niños por ese programa, pero a diferencia de muchos adultos, no denigro sus gustos y opiniones solo por ser niños.
Los niños pueden ser extremadamente inteligentes y pueden ofenderse fácilmente si los tratas como unos ineptos, demasiado lentos, o si no tomas enserio sus opiniones.
Giselle asiente.
-Es el episodio donde Papá Cerdito competirá en el concurso de saltar charcos de lodo.
- ¿Y crees que gane?
Me paso la siguiente hora viendo Pepa Pig con Giselle y haciendo comentarios ridículos que la hacen reír sobre lo que los personajes de dibujos animados hacen en la pantalla.
Alyssa abre la puerta de la oficina del señor Henderson y la otra candidata sale para sentarse donde estaba yo. Alyssa me hace señas y me despido de Giselle para entrar a la oficina.
La habitación no es terriblemente moderna como esperaba, aunque detrás del escritorio de madera solida se encuentren ventanales de piso a techo que dan una panorámica increíble de la ciudad. El piso es de madera oscura y las paredes gris claro, con algunas fotografías grandiosas. Una de ellas es de Giselle con un vestido amarillo corriendo por una playa, con un pequeño sombrero sobre su cabeza.
La identidad de Giselle queda firmemente resuelta; es la hija de Henderson.
-Tome asiento señorita Clark- volteo a mi izquierda, siguiendo esa profunda voz masculina, topándome con un ángel cuyos ojos contienen una chispa demoníaca que te invita a pecar.
Su cabello ligeramente rizado, castaño claro con algunas hebras más claras te hace querer pasar las manos por él. Su piel de alabastro tiene un tenue brillo dorado, un cuerpo bien trabajado que se puede apreciar incluso a través del traje hecho a medida.
La misma mandíbula cuadrada que ostenta su hermano, pero Thomas lleva barba, una bien recortada, que seguro debe picar al besarlo…
Me sacudo mentalmente ante tan descarriado pensamiento. Dios ayúdame, si nada más conocerlo me ha idiotizado, no puedo pensar en cómo será verlo diariamente. Pero esto no me impide admirar sus ojos con espesas pestañas, iris de plata liquida con n***o en los bordes, realmente no reflejan emoción alguna. Pero eso no quiere decir nada, todo el mundo puede aprender a usar una máscara.
Me siento en el sofá frente al sillón en el que está sentado, sus manos unidas frente a sus labios, como si estuviera ocultando una sonrisa.
-Señor Henderson, un gusto en conocerlo- decido ser la primera en hablar.
-Igualmente señorita Clark- hace una pausa- debo admitir que su expediente me sorprendió mucho al leerlo.