Capítulo 4

1012 Words
Narra Aarón. Danna me lleva perteneciendo desde hace años, lo que ella no sabe es que durante ese tiempo la deje en el olvido para no recordar esa maldita noche cuando entre a su casa y vi como un hombre de unos cuarenta años la estaba obligando hacerle sexo oral, esas imágenes quedaron grabadas en mi memoria con tal solo quince años. Flashback Pase de casualidad por casa de Danna, me di cuenta de que la puerta estaba abierta y se escuchaban risas masculinas, al parecer había un partido de fútbol y me atreví a entrar sigilosamente, pero de lejos llegué a percibir un ruido extraño la voz de una niña llorando.  Al llegar donde procedía esa sufrida niña, vi como un mal hombre tenía los pantalones bajados y la pegaba para que le practicara lo que una niña no debía experimentar jamás. Quise entrar y partirle la cara a ese desgraciado, pero de qué serviría su padre lo volvería a permitir con otros hombres y además solo era un niño. En aquel instante su imagen quedó grabada en mente, no hubo noche que no soñé con ella, pasaron los años y no volví a saber más sobre esa niña, al parecer se habían mudado a otra ciudad o eso tenía entendido, pero por casualidades de la vida una noche en uno de mis locales de Marbella me volví a encontrar con ese monstruo de padre manteniendo una conversación con otros hombres mientras se emborrachaba. —Vendo sexo oral con mi hija de diecisiete años por veinte euros — le dice mientras los demás escuchan. Yo no sabía cómo era Danna en ese momento, la última vez que la había visto era solo una niña de ocho años, pero ahora se había convertido en toda una mujer. — Tráeme a ese hombre a mi despacho — ordené a uno de mis guardaespaldas. Cuando se para frente a mí, su cuerpo empieza a temblar por el miedo de saber que en cualquier momento su cabeza podría ser agujereada por una bala. — ¿Tienes miedo? — pregunté firmemente. — Sr. no me haga nada — añade él aterrorizado. — Esa es la mirada que vi hace años atrás en tu hija mientras tú permitiste que otros abusaron de ella —solté con un golpe en la mesa. — ¿Cómo sabe usted eso? — pregunta. — No daré explicaciones a un ser como tú, pon un precio por ella — dije mirándolo con ascos. — No entiendo señor. — La cantidad que quieres recibir por tu autorización para hacerla mi esposa. Me iba a casar con alguien que no sabía como era, con tan solo veinticinco años me estaba amarando a una persona para salvarla del infierno. — Usted no puede estar hablando en serio. — No me hagas perder más el tiempo y dime de una puta vez ¿cuánto quieres? — grité. — Cincuenta mil, agrega. — Muy bien, lo recibirás mañana mismo después de firmar el acta de matrimonio — le informó. — Pero hay varias condiciones — hablé nuevamente. — Dígame señor. — Ella no sabrá de qué está casada, continuará viviendo contigo hasta que cumpla la mayoría de edad después desaparecerá de su vida por completo — le advertí que estará vigilado —como le vuelva a tocar un solo pelo, colgaré tu cabeza en la pared de este mismo despacho. Fin del flashback. Aún recuerdo aquel día cuando recibí el acta de matrimonio, desde entonces ese papel estuvo guardado en mi caja fuerte hasta hace unas semanas que decidí saber cómo era y ver lo mucho que había cambiado. El día que nos encontremos en el ascensor no fue casualidad, sino que todo era un plan mío para estar a solas y ver si podría darle vida a ese documento que tenía por más de tres años guardado. Y entonces me di cuenta de que realmente ella era solo mía, después de verla no podía hacer como si nada y continuar como antes.  — Jefe ya tenemos la ubicación del hermano — dice Lenin sacándome de mis pensamientos. — Bien, no hagan nada solo téngalo controlado — ordené. — ¿Hicisteis lo que os pedí? — Sí jefe — añade Lenin y se va. Saco mi celular y escribo un mensaje a Danna. Yo: — Hay una caja en la entrada de tu casa — abre la puerta. Narra Danna. Estaba tirada en el sofá de mi casa ordenando mis pensamientos cuando me llega un mensaje de Aarón. Al leer lo que ponía me quede pensando si abrir o no, pero la curiosidad me ganó. Me encontré una caja grande la cojo en brazos y realmente pesaba, la dejé encima de la mesa mientras la miraba con determinación. Muchas cosas pasaron por mi mente y todas ellas no eran nada buenas viniendo de este tipo. Yo: — ¿Qué hay en su interior? Le respondí a su mensaje. Aarón: — Solo ábrela. Me muerdo las uñas mientras pienso si debería hacerle caso y abrirla. Aarón: — Puedes estar tranquila que no hay nada que puedas temer ¿o si? Recibo otro mensaje de él. Yo: — No te tengo miedo. Le volví a escribir y después me armé de valor y abrí esa maldita caja, pero en ella solo había un elegante vestido de fiesta color rosa palo. Yo: — ¿Qué se supone que debo hacer con esto? Aarón: — Llevártelo puesto en una fiesta en Italia esta misma noche. Yo: — Pensé que te había dejado claro que no quiero nada que tenga que ver contigo. Aarón: — Y yo te deje claro quién le diga que no a Aarón Davis no sale ileso. AHORA ABRE EL SOBRE QUE HAY DEBAJO DEL VESTIDO. Hago lo que me dice, sacó el enorme sobre que había en esa caja y procedo abrirla. Me quedé en shock al ver las imágenes que había en ella. — Es mi hermano — me dije a mi misma ahogándome con mi propia respiración. Aarón: — Pasarán a recogerte a las seis.
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