Britani
Llego a casa echa una furia, primero, Bella me deja, me hace jugar este estúpido juego y luego el impresentable ese derrama su bebida en mí y me besa. Por su culpa apesto a alcohol y tengo un frío que me muero. Entro a la cocina que se encuentra casi a oscuras, necesito mi chocolate calenté, me sirvo una taza y me siento en la meseta cosa que mama odia para tomármelo.
—¿Quién se cree que es? — digo en voz alta molesta.
—¿Qué haces? — pregunta mi hermana entrando a la cocina.
Derramo parte del chocolate en mí, me quema y comienzo a dar saltos.
—Me asustaste. —digo limpiando la nueva mancha del vestido.
—¿Estás bien? — pregunta mi hermana acercándose a mí.
—Si es que hace calor. — miento.
—Está nevando fuera. — me mira mal. —Bueno de todas formas ayúdame. Tenemos un vecino nuevo. —anuncia dando saltitos.
—Estás muy mal. — expreso y me golpea en el hombro.
—Vamos no hagas ruido mama y papa están hablando de eso. — me toma del brazo y me lleva hasta la habitación de nuestros padres.
Pegamos la oreja en la puerta y hacemos silencio.
—No puedo creer que se hayan mudado justo aquí. — mi papá se nota molesto.
—Quizás solo fue coincidencia. — lo tranquiliza mama.
—No cariño ellos son muy peligrosos y su ambición no se detendrá, así como así. Ya me han amenazado varias veces. — explica mi padre.
Sentimos los pasos de mi madre acercarse a la puerta y ambas corremos a mi habitación.
—Que lastima, mis amigas habían dicho que era muy guapo. — dice clara mirando al techo desconsolado.
—Papa te mataría ¿Quiénes son? — pregunto domada por la curiosidad.
—Nada más sé que su único hijo se llama Darían. —dice mi hermana saliendo de mi habitación.
Diablos, no puedo creerlo, será la misma persona, papa me mataría, tengo que hacer todo lo posible para no encontrarme con él nuevamente. Únicamente agradezco que me haya besado en el baño y no frente a todos.
Me despierto temprano en la mañana o al menos eso pensé yo, corro a vestirme con un pantalón azul oscuro, una camisa blanca por fuera y un chaleco, además de mi abrigo n***o al igual que mis botas. El cabello lo tengo muy rebelde así que me decido por trenzarlo y salir más rápido.
—Britani no desayunas. — me grita mi mamá desde el salón.
—No. — respondo cerrando la puerta y corriendo al coche.
Los sacrificios fueron en vano, he llegó tarde ya ha comenzado la primera clase y estará a punto de terminar. Ya que me la he perdido decido esperar a afuera a la próxima, hace frío, pero ya no está nevando como ayer. Pongo un poco de música y me ahecho en el medio del patio haciendo bolas de nieve sin ningún fin.
—Te congelarás si sigues ahí. — gritan a mis espaldas.
Darían está detrás de mí, me sonríe y se acerca.
—¿Te preocupa? — digo dándole la espalda.
—Ya veo que hoy tampoco estas de humor. — menciona lanzando al aire mis bolas de nieve.
Lo ignoro molesta y me coloco mis auriculares concentrándome en la música, se acerca a mí y toma uno de ellos colocándoselo él. Quedamos demasiado cerca como la noche anterior y ya sabemos lo que sucedió. Lo empujo, pero nuevamente resbalo solo que esta vez cae sobre mí.
—Te ves muy bien bajo de mí. — dice intentando besarme, pero le estampo una bola de nieve en la boca. —¿Qué haces?
Se levanta y aprovecho para salir corriendo, pero me sigue y se lanza sobre mí cayendo nuevamente esta vez me rio, ha sido muy gracioso.
—He te ves hermosa cuando te ríes. — se coloca a horcajadas sobre mí y me hace cosquillas en las costillas.
—Basta. — pido doblándome bajo de él. —Si te detienes te diré mi nombre.
—No tienes que hacerlo ratoncita. — se detiene, pero aún no me deja levantarme. —Te llamas Britani Miranda, eres la hija adoptada de los dueños de la mayor cadena de hoteles del país también sé que tienes diecisiete recién cumplidos y que estudias aquí.
—¿Me estás acosando? — pregunto asombrada de que ya conozca tanto.
—Llámalo como quieras. — dice y vuelve a las cosquillas. —Si quieres que me detenga solo me debes regalar un beso.
—No chillo. — intentando detenerlo, odio las cosquillas.
Lo odio tanto, pero me he pasado toda la noche deseando besarlo. Ahora lo deseo más, pero también recuerdo que a mi papá no le agrada su familia. Intento no pensármelo mucho y lo tomo de la nuca para unir nuevamente nuestros labios, necesito saber si se siente igual que la noche anterior y si este es mejor. Estoy acostada en la nieve y Darían sobre mí besando mis labios, esta vez con delicadeza tomándose su tiempo. Es exquisito huele como a caramelo y sus labios y piel son suaves, acaricio su insípida barba y continúo besándolo.
—Ven conmigo. — dice mordiendo mis labios.
—Ni creas que estaré contigo. — suelto decidida.
—No es eso golosa, Pronto saldrán muchos estudiantes y no me gustaría que nos vieran así. — explica y tiene razón.
Se levanta y me ayuda sacudiendo la nueve de mi cabello.
—Te llevaré a comer algo, solo eso. — alarga la mano que algo dudosa acepto.
Darian me lleva en su coche a un restaurante, me invita a cenar en él, es muy privado, ya que nuestra mesa está dividida del resto por cortinas, nunca he venido aquí antes. Me pido una crema y el nada más vino, estoy hambrienta y la disfruto, aunque algo incómoda bajo su intensa mirada.
—¿Te quedarás mirándome todo el rato? — pregunto limpiando mis labios con una servilleta.
—¿Puedo hacerlo? — pide mirando la servilleta.
—¿Qué? — le muestro la servilleta confundida.
Este se levanta de su asiento la toma, pero la lanza al suelo. Me toma de la mandíbula echando mi cabeza hacia atrás para lamer mis labios y besarlos. No reacciono me he quedado en blanco
—Ah mi ratoncita ¿Qué estás haciendo? — pregunta él volviendo a su lugar.
—Oye no sé que te abre echo pensar, pero tengo como sabes diecisiete y no quiero nada contigo. — intento decirlo suavemente para mi sorpresa sonríe.
—Lo se, tengo diecinueve, ya puedes ir a denunciarme cuando quieras. — dice bebiendo vino. —Eso sí, he descubierto que tengo una extraña obsesión con tus labios, no te mande a besarme anoche.
—Yo no te bese tú lo hiciste. — digo alarmada.
—Claro que, si yo estaba ebrio así que fuiste tú, no te vi quedándote cuando me envolviste con tus piernas. — pego un brinco en el asiento y lo miro mal.
—Vale solo llévame de vuelta a clases. — pido cruzándome de brazos. —Además, no quiero volver a verte.
Me mira pensativo y luego sonríe.
—Hagamos un negocio. — ofrece. —veinticuatro horas contigo para curar mi obsesión y te dejo.
—Porque no mejor te dejo y ya está. — me levanto para marcharme.
—Porque iré frente a tu padre y le diré que me he enamorado de ti después de que me besaras he estado de embriaguez y sé que no le agrado.
Lo miro desafiante, sé que no lo hará. Me rio en su cara y regreso en un taxi, él no se hundiría a sí mismo no es tan valiente. Me quedo tranquila el resto del día sin volver a verle para mi suerte, llego a casa esta vez tranquila creyendo que me deshice de una vez y por todas de ese idiota. Me preparo mi chocolate caliente y me encierro en mi cuarto con un buen libro. Que mal negociante.