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1747 Words
Pasaron varios días desde que Theo enfermó, que las cosas parecieron ir de mal a peor. Mi hermana y su nuevo prometido, quienes ya habían planeado la boda con los Hamill y mis padres, estaban constantemente chocando por alguna razón que yo no estaba enterada aún, pero algo malo estaba pasando. Theodore era un fanático de los juegos y su mejor amigo era mi hermano, por lo que me pareció demasiado extraño que él no se hubiese aparecido por la casa en esos días. Entendía que la escuela estuviese en medio, pero yo presentía que algo no andaba bien. —¿Crees que haya sido normal que Theodore haya comido esa galleta y de la nada todo parece estar yendo mal? —pregunté a la mascota que teníamos, la cual era una chihuahua de pelo rubio brillante. Ella estaba enfermita del oído y saltaba como un conejo, no tenía mucho equilibrio y esa era la razón por la que caminaba así, pero en todo caso, empezó a dar vueltas tratando de mantener el control de su cuerpo reaccionando a mi voz, más no por qué me hubiese entendido. —No entiendo por qué hablas con niña, si no te va a responder —burló mi hermano desde la puerta de mi habitación—. Pero yo también estoy confundido con lo que está pasando. Theo no ha venido. —Lo sé y los exámenes del colegio no me han dejado el tiempo de ir a averiguar que está pasando, ¿has escuchado algo?, a ti que te encanta escuchar conversaciones ajenas —me señalé a mi y a niña con obviedad. Rodó los ojos—. No en concreto, solo creí escuchar a mamá está mañana decir que algo no nos caería bien —levantó los hombros—. Tal vez Sarah se arrepintió. —No digas eso, hace unos días anunciaron su compromiso, ¿cómo podrían cancelarlo tan rápido?, no me parece algo lógico. —Tal vez en este nuevo mundo si, deja de preocuparte por cosas que no te conciernen —suspiró y salió de la habitación—. Cuando vayas a ver a Theodore, dile que me devuelva mi abrigo, con el que se lo llevaron al hospital. —Eres el único que piensa en abrigos en estos momentos —bufé y me paré de la cama, dispuesta a ir a averiguar de una vez por todas que estaba pasando. —Soy un niño, yo no me preocupo por esas cosas —bufó y se fue a su habitación antes de yo bajar las escaleras. Corrí hasta la puerta con gran rapidez, pero la voz de mi madre me hizo frenar de golpe y casi chocarme con ella, ya que iba con mucha velocidad. —Mamá, casi te golpeo —quejé—. Voy saliendo. —¿Vas a ir a casa de los Hamill? —asentí—. Antes de que vayas, tengo que decirte algo, por qué va a ser difícil cuando vayas. —¿Cómo difícil? —fruncí el ceño—. ¿Theodore se volvió a enfermar? —No, cielo, es algo más complicado —movió las manos, tratando de encontrar las palabras adecuadas para decirme, pero me estaba desesperando. —Dilo ya, mamá, no me gustan los rodeos. Suspiró—. Lo que sucede es que al señor Hamill le transfirieron a otro país, en su trabajo, así que... —tomó aire—. Se van a mudar todos a Estados Unidos —dijo eso y la noticia me cayó como balde de agua fría, me dejó estática en mi lugar, sin poder creer lo que escuchaba. —¿Cómo que se van a mudar?, ¿Y la escuela de fútbol de Theodore?, ¿Y el compromiso de Sarah y Myles? —comencé a preguntar, evidentemente desesperada por la noticia, ya que eso significaría que no los volvería a ver en un tiempo—. ¿Por cuanto tiempo se van? —No lo saben, hija, pero están arreglando todo lo que necesitan para irse. Myles trabaja para su papá, así que no puede quedarse y esa es la pelea con Sarah; está todo muy mal, pero ellos no pueden quedarse aquí y mucho menos Theo —dijo tomándome de los hombros. —Pero... —Pero nada. Lo único que puedes hacer ahora es despedirte de Theo, consolarlo. El pobre niño está muy mal por qué se van a ir —suspiró—. La señora Hamill sospecha que sea esa la razón por la cual Theodore se enfermó a propósito. —Pobre niño —tensé la mandíbula. —El no tiene la culpa, es solo un niño. Debe despegarse de lo que conocía para ir a otro lado y sé que él te quiere mucho, así que también le va a ser difícil hacerlo —señaló y asentí, pero estaba claro que a mí también me estaba doliendo no poder verlo de nuevo. Probablemente nunca volverían. —Ya vuelvo —dije y ella asintió. Caminé con pasos menos entusiasmados a la casa de los Hamill, la cual siempre fue más grande y lujosa que la nuestra, ya que como sabía, el padre de Theo era un hombre de bienes raíces muy bien pagado. Toqué la puerta de la casa, cuando acostumbraba a entrar como si fuese mis y ví el rostro de la señora Hamill, quien parecía preocupada. —Hola Val, pasa —me dió paso a su recibidor. —¿Quien es? —apareció de repente Myles—. Ah, hola Valerie. Pensé que nunca vendrías —se cruzó de brazos, como enojado. Fruncí el ceño sin entender. —Myles —quejó su mamá—. No le prestes atención. No es culpa de nadie y menos de ella que Theodore reaccione de esa forma —me tomó de los hombros la mujer y me obligó a caminar. —Pero ella es la única que lo calma, ¿no?. En primer lugar, ¿por qué depende de ella? —cuestionó muy contrariado y yo no entendía un carajo de lo que estaba pasando. —Myles Hamill, controlate. Valerie solo es una niña, ¿te das cuenta o estás ciego? —reprendió la señora Hamill bastante enojada. —¡Ella es consciente de lo que hace!. Mi hermano está así por qué no quiere... —¡Myles Hamill, ven aquí ahora! —escuchamos la voz grave del señor Hamill, bastante enojado. Se encontraba en la cocina y el mencionado, dejándome una mirada de reojo se marchó echando humo. Yo seguía confundida. —No le pongas atención, solo está histérico por qué debemos mudarnos a Estados Unidos y como es empleado de mi esposo, no puede negarse al contrato o podría demandarlo la compañía; es todo por el caso del compromiso con tu hermana —suspiró evidentemente cansada la mujer—. Y ahora Theo, esta negándose hasta salir de la habitación. No sabemos que hacer. Tensé la mandíbula—. Yo hasta ahora me enteré que se iban, yo no... —Lo sé —sonrió con tristeza—. Tu madre sabía que a ti tampoco te iba a agradar y ella misma me confesó que temía a tu reacción, pero estás bien controlada. —Es por Theo. —Gracias —acarició mi espalda y nos detuvimos en la puerta de la habitación del niño, donde se veían los dibujos que habíamos hecho cuando él era más pequeño y las marcas de su estatura. Tocó la puerta—. Theo, cariño, es mamá. Estoy con Valerie, ¿podrías abrir la puerta, por favor? Escuchamos ruido dentro y después pasos pequeños hacia la puerta, antes de que está se abriera. Apareció un pequeño Theo con mínimas ojeras y un desánimo que me traspasó a mi enseguida. ¿Cómo pudo decaer en una semana? No tuve tiempo de saludarlo, cuando me abrazó y yo hice lo mismo, sin poder evitar sentir que me estaban quitando a un hermanito de mi lado. Me había apegado a él tanto, que no quería que se fuera. —Papá me quiere llevar lejos —dijo y enseguida miré a la mujer, quien parecía triste por ver a su hijo así. —Debemos alistar las cosas de Theo, nos iremos en unas horas —dijo la mujer y me mordí los labios. —No quiero ir. Valerie prometió casarse conmigo cuando fuera más alto y aún no he crecido —me abrazó más fuerte y sentí que mi corazón se rompía. ¿Y ahora que iba a hacer para convencerlo? —Mi amor, pero no podemos dejarte aquí. Papá es quien te da todo lo que necesitas y yo no podría estar lejos sin ti. —Voy a estar con Valerie, será mi esposa —quejó sin verla. Suspiró—. Si, ella será tu esposa, pero ahorita no puedes. Cuando seas mas grande volverás por ella, ¿no es así, Valerie? —me miró esperanzada de que le siguiera el hilo—. Ella se quedará aquí esperando por ti. —¿En serio? —preguntó, levantando la mirada para verme. —Si, yo estaré aquí esperándote —acaricié su cabello—. Tu debes ir con tus papás y cuando crezcas vuelves aquí, ¿si?, yo no me iré a ningún lado —dije y ví que sus ojos brillaron de nuevo, pero a mí se me oscurecía el alma por tener que mentir a un pequeño niño que no tenía la culpa de nada de lo que pasaba a su alrededor. Probablemente no lo volvería a ver y eso él no lo sabía. —¿Ves cielo?, ¿Ahora sí puedo empacar tus cosas? —cuestinó la mujer y esta vez él asintió, sin despegarse ni un segundo de mi. Ella y la mujer que limpiaba la casa, ingresaron a la habitación a arreglar todo hasta que ya no tuviese nada de sus cosas personales, por qué recién llegados no tendrían nada más que eso. —Todo estará bien, volveremos a vernos en un tiempo —dije para que siguiera creyendo en esas palabras. Seguramente cuando fuese grande sabría que solo mentía, pero al menos ya estaría con sus padres y no tendría problemas de salud. —Voy a extratarte mucho. —Lo sé, yo también, pero estarás bien. Conocerás nuevos amigos. —Pero no quiero nuevos amigos —negó—. Luca es mi mejor amigo. Suspiré—. Aquí te estaremos esperando, ¿si? —acaricié su cabeza de nuevo.
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