Capitulo 5

1138 Words
                                                                                       Capítulo 5 Habían pasado ya varios días, desde que la familia Tyron se habían instalado en la casa de los Price, un aire diferente se sentía desde entonces, Emmont se había convertido en un honorable prometido que velaba día y noche por su esposa, tal parecía que solo hicieron falta unos pocos días para que el chico se enamorara de la hermosa y amable Maddison, y es que no se podía negar, la chica tenía un atractivo sin igual, una sonrisa encantadora y una mirada cálida, atributos que no pasaron desapercibidos ni para Emmont ni para Astrid. Durante estos últimos días Astrid se había dado de cuenta que miraba diferente a su cuñada, para ella no fue fácil aceptar esta realidad, claramente no estaba enamorada como Emmont, pero había algo en esa chica rubia que con su sola presencia podía cambiar sus sentidos; aceptar esta realidad fue el paso para alejarse un poco más, la evitaba a toda costa y trataba en lo menos posible de estar cerca de ella o de quedarse a solas en su habitación, la mayoría de los días, esperaba a que la chica se durmiera para entrar, Maddison se había dado dé cuenta de lo que Astrid hacia y decidió darle su espacio, con mucha vergüenza pensando que tal vez al no poder controlarse estando ella cerca, asusto a la chica, que por ningún motivo le correspondería, o eso era lo que pensaba, la realidad era que Astrid sentía miedo de ese nuevo sentimientos que la albergada de golpe. El pueblo estaba de aniversario y muchas actividades se hacían presente, entre ellas la favorita de Astrid, la feria, le encantaba ir y comer los dulces, los hot dogs y entran a las atracciones, particularmente la casa embrujada era su favorita; ese día la señora y el señor Price junto al señor y la señora Tyron se irían hasta un agasajo que el alcalde de la ciudad haría por motivo al festejo, mientras que los más jóvenes planearon una noche divertida en las atracciones de la feria. Astrid caminaba en silencio al lado de Marcus el hermano de Maddison, quien se había mostrado muy atento con ella estos días. -¿Qué es lo que más te gusta de la feria? – le pregunto con timidez. -La casa embrujada – le respondió amablemente. -Ah genial, a mí me gusta la rueda de la fortuna es muy romántico. Maddison quien caminaba al frente junto a Emmont, volteaba en lapsos cortos a mirar como su hermano y su cuñada hablaban con tanta calidez, aquello le producía una molestia en su interior, quería acercarse y poder hablarle a la chica, pero ya le había demostrado que la quería lejos y eso debía hacer. Al llegar Astrid se encontró con Theodorus, el chico se unió a los Price y los Tyron, empezaron con el juego de lanzar dados, en donde Emmont trato de lucirse y conseguirle un oso de peluche a Maddison, pero fue en vano, le daba a todo menos al blanco, por otro lado, Marcus intento y consiguió ganar, entregándole el oso a Astrid, quien con una sonrisa nerviosa lo tomo entre sus manos, no le gustaban los osos de peluche por lo que sin que Marcus se diera cuenta se lo dio a la pequeña Sky, quien lo recibió con alegría. Siguieron así divirtiéndose durante todo el rato, Astrid reía a carcajadas por los chistes malos de Theodorus y Marcus, Sky se mantenía al lado de su hermano, pero Astrid interactuaba con ella con alegría. -¡La casa embrujada! – exclamo Theodorus haciendo que todos voltearan a ver. Efectivamente era la casa embrujada de la feria, pero esta era más grande que la del año anterior y se notaba más terrorífica. -Sky, me quedare contigo – le dijo Maddison acercándose a su hermana, sentía miedo de esa atracción. -¿Qué? – le pregunto la chica mirándola extrañada- yo quiero entrar no le tengo miedo a nada – sentencio con mucha seguridad, Astrid la miro con una sonrisa. -Yo me quedo contigo Maddie – le dijo Emmont. -Okey entremos – dijo la chica cambiando automáticamente de parecer, no quería quedarse sola con Emmont o se volveria loca. Hicieron la fila para entrar a la atracción con mucha emoción, impacientes por conocer y descubrir que cosas macabras se encontrarían en ella, el año pasado podían ir caminando, pero en este, la casa se recorría en carritos de dos personas, los primeros en montarse fueron Sky y Marcus, quienes salieron rápidamente hacia adentro, el hombre que estaba orientándolos tenía un aspecto rudo y balbuceaba a cada rato, Paul y Theodorus compartieron un carrito, este último intento irse con Astrid pero el hombre casi lo empujo a montarse, solo quedaban Maddison, Emmont y Astrid. -¡Falta una persona en este carrito! – grito el hombre con un cigarrito en su boca moviéndolo al compás de sus labios. -Emmont ve tú, así Astrid no se va sola- le dijo Maddison, ya que atrás de Astrid no quedaban personas y le tocaría ir sola. -No, me iré contigo – se negó- que vaya Astrid con ella. Astrid prefería irse sola antes que con una extraña que se notaba bastante asustada. -¡Tu! – llamo el hombre señalando a Emmont- ¡¡entra aquí ya!! – le exigió de mala gana. -Me iré con mi prometida señor – le dijo con aires de superioridad. -Demonios, detesto a los niños – dijo el hombre acercándose. Al llegar cerca de Emmont, este lo tomo de su traje y lo empujó hacia el carrito haciendo que cayera sentado al lado de la chica, le coloco el seguro y sin hacerle caso a los gritos y amenazas que salían de la boca del mayor de los Tyron apretó el botón haciendo que el carrito entrara con rapidez a la casa. Astrid se reía a carcajadas le encantaba ver a su hermano molesto. -Muy bien hermosas jovencitas, ¿podrían entrar por favor a su carrito? Astrid y Maddison lo miraron con extrañes, el hombre había pasado de ser un gruñón mal educado a un amable señor, parecía que cambiaba cuando de señoritas se trataba. Astrid se hizo a un lado para que Maddison entrara de primera, y luego ella, al empezar el recorrido un silencio se apodero de ambas, solo se escuchaban los gritos y sonidos de la casa. La chica Tyron casi no sentía miedo, al contrario, todo lo que veía la causaba gracia, mientras que Maddison temblaba y se tapaba los ojos. -Mira eso – le dijo Astrid a la chica. Maddison abrió los ojos rápidamente, Astrid le había hablado, pero su emoción se pasó cuando lo que tenían en frente le causo tanto miedo que no pudo evitar abrazarse a la chica temblando. Astrid se quedó paralizada, ante aquella cercanía. 
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