REINO DE PYRION - APOSENTOS REALES DEL REY Para la joven Elfa, los pasillos del castillo le parecían interminables mientras el Rey Sadrac la arrastraba hacia sus aposentos. Cada paso del Rey Lobo se escuchaba como un eco molesto, el golpe seco de la lanza contra el suelo, seguido del arrastre de su pierna herida. Brielle por su parte se tropezaba constantemente, tratando de mantener el ritmo de su enorme esposo mientras luchaba por liberar su muñeca del agarre de hierro que la mantenía prisionera. —¡Por favor, su majestad, su majestad, escúcheme por los dioses de hielo! —suplicaba Brielle entre sollozos. —Esos no son mis dioses —respondió Sadrac de manera cortante. Brielle jadeó, desesperada sin dejar de ser arrastrada por su violento esposo. —¡Al menos permítame despedirme de mi fami

