Sin esperar respuesta, comenzó a besar un sendero desde sus labios hacia el cuello de Brielle, deteniéndose en puntos que había aprendido que la hacían estremecerse. Sin detenerse, sus manos exploraron el cuerpo de su Elfa con una familiaridad que iba creciendo poco a poco, pero también lo hacía con una reverencia que hablaba de alguien que estaba redescubriendo algo precioso. Cuando llegó a los senos de su esposa, se detuvo para darles la atención que sabía que ella disfrutaba, utilizando tanto sus labios como su lengua de maneras que la hicieron arquear la espalda y soltar pequeños sonidos de placer que alimentaban su propio deseo. —Tan perfecta… —murmuró Sadrac contra su piel, con palabras que salieron sin permiso consciente pero que revelaban cuánto había llegado a adorar cada aspect

