—¡Buenos días, tórtolos! —exclamó con entusiasmo—. Espero que hayan descansado bien después de todas las actividades de ayer. Tienen mucho mejor aspecto que cuando regresaron de la cacería. Sus palabras llevaban una falsa inocencia que no lograba ocultar por completo las implicaciones más subidas de tono que él claramente sospechaba sobre cómo habían pasado la noche. —Descansamos muy bien, gracias —respondió Sadrac con una diplomacia cuidadosa, mientras guiaba a Brielle hacia sus asientos designados en la mesa. Pero conforme se acomodaban y comenzaron a servirse del abundante desayuno que había sido preparado, Brielle tomó una decisión que había estado considerando desde que despertó. Era hora de establecer de manera pública sus intenciones sobre el futuro, tanto para tranquilizar a Sad

