El Príncipe lobo se acercó más, y su olfato lupino al instante detectó aromas que confirmaron sus sospechas crecientes.
—¿Finalmente consumaste tu matrimonio con la princesa Brielle? —preguntó Zelek con una franqueza directa que era posible solo entre hermanos que habían compartido décadas de confidencias.
Sadrac dirigió una mirada hacia Zelek que era tanto confirmación como advertencia de que el tema requería discreción.
—Sí —admitió con una simplicidad que no intentó elaborar—. Anoche cumplimos con todos los aspectos de nuestras obligaciones matrimoniales, al fin.
La confirmación hizo que Zelek sintiera una punzada de algo que se acercaba al pánico conforme procesaba las implicaciones de lo que su hermano había revelado.
—Sadrac —murmuró con una urgencia apenas contenida—, ¿te das c
