Mientras pronunciaba estas palabras, Thessa no pudo evitar observar una vez más la belleza de su piel pálida que contrastaba tan elegantemente con su cabello oscuro, sus ojos azules que brillaban con inteligencia y bondad, su cabello castaño que enmarcaba su rostro de una manera que la hacía querer alcanzar y tocarlo. Todo en él —incluyendo esa sonrisa genuina que ahora se extendía por su rostro— era muy encantador. Había algo en su presencia que le causaba una calidez en su corazón que no quería profundizar demasiado, reconociendo que desarrollar sentimientos hacia el príncipe heredero de Talisia sería tanto inapropiado como demasiado loco y además, doloroso. Pero a pesar de sus intentos de mantener distancia emocional, no podía negar que esperaba con gran emoción las horas que pasarían

