Brielle dirigió su mirada hacia la silla, tan hermosa y diseñada de esa manera tan perfecta, representando no solo horas de trabajo meticuloso y cuidadoso de los carpinteros, sino también todas sus esperanzas de acelerar la recuperación de Sadrac y quizás salvar su pierna de daño permanente. Luego volvió a mirar a Sadrac, con su sonrisa tan triunfante y sus ojos que brillaban con la satisfacción depredadora de alguien que había encontrado la manera perfecta de obtener exactamente lo que quería.
Finalmente, con un suspiro profundo que contenía una extraña combinación de resignación, determinación y una seriedad que la sorprendió, asintió con lentitud. Brielle se sentía derrotada y, de una forma algo paradójica, triunfante, como si hubiera perdido una batalla, pero ganado una guerra más im
