Sadrac bebió cada gota del orgasmo de Brielle, saboreando no solo el sabor físico sino la satisfacción psicológica profunda de haber llevado a la princesa de hielo a tales alturas de éxtasis que la habían dejado vulnerable y rendida. Cuando finalmente Brielle colapsó hacia adelante, jadeante y temblando por la intensidad de lo que había experimentado, él la guio gentilmente para que se recostara a su lado en la cama, envolviendo su cuerpo tembloroso con sus brazos protectores, abrazándola como jamás lo había hecho con ninguna mujer… —Eso fue... eso fue absolutamente increíble —murmuró Brielle entre el medio de los brazos de Sadrac, aun recuperándose de la experiencia mientras se acurrucaba contra el pecho del Rey Lobo, sintiendo cómo los latidos acelerados de su corazón poco a poco regres

