El frío que emanó de su cuerpo fue tan intenso y súbito que el aire alrededor de ellos se cristalizó al instante, creando una capa de escarcha blanca que se extendió por las paredes cercanas. La mano de Sadrac, en contacto directo con su muñeca, se congeló hasta el punto donde el dolor fue tan intenso que tuvo que soltarla de inmediato, flexionando sus dedos para restaurar la circulación y prendiéndola en fuego para que no se solidificara. Ver lo que hizo lo dejó tan sorprendido que no dejaba de mirarla con la boca entreabierta, sintiéndose indignado… justo como había olvidado, ella era peligrosa, al menos su poder de hielo.
—¡No me toque! —gritó Brielle, con su poder de hielo aún activo y creando una zona de frío que hizo que el aliento de ambos se volviera visible—. ¡No dormiré con uste
