Fue mientras procesaba estas complejidades que escuchó pasos familiares en el corredor exterior, seguidos por una llamada suave en la puerta de su estudio. —¿Padre? —Era la voz de Brielle, llevando una nota de curiosidad sobre por qué las luces de su estudio estaban encendidas a horas tan tardías—. ¿Todo está bien? Vi luz bajo tu puerta y pensé que tal vez había algún asunto urgente que requiriera atención. —Entra, Brielle, que bueno que hayas venido… —respondió el Rey Adair, reconociendo que esta conversación sería inevitable y que era mejor manejarla ahora mismo, antes de que las complicaciones se multiplicaran. Brielle entró al estudio vestida con una bata de dormir élfica de seda azul pálido, con su cabello largo suelto echado hacia atrás y una expresión de preocupación paternal en

